Por Daniel Medina
En el panorama literario reciente, El golpe emerge como una propuesta singular. Su autor, Alejandro Dallacaminá, detalla en esta entrevista los desafíos y las motivaciones detrás de su escritura, así como la rutina que lo llevó a completar esta novela que combina humor, ironía y una estructura poco convencional.
El autor detrás de la obra
Alejandro Dallacaminá nació en Orán en 1983, una ciudad donde el aire del norte parece susurrar historias a quienes saben escucharlas. Estudió Comunicaciones Sociales, Letras y Gestión Cultural, disciplinas que, como piezas de un rompecabezas, armaron su vocación por el relato y la palabra.
En 2004, debutó con Yoes y mentiras, un libro de cuentos que no solo marcó su entrada al mundo literario, sino que también le valió el primer premio en el Concurso Literario Provincial de Salta. Desde entonces, sus cuentos han viajado en páginas de antologías por Salta, Tucumán y Santiago del Estero, mientras él perfeccionaba su oficio en el máster de Escritura Creativa de la UPF de Barcelona.
Este año, presentó El golpe, su primera novela, y esa ha sido la excusa para realizar esta entrevista.
Inspiración y estructura: un "castillo de naipes" literario
Para Dallacaminá, la génesis de El golpe proviene de un universo de influencias que transita entre lo tarantinesco, lo policial y lo grotesco. "Siempre me gustó imaginar algo que sea gracioso, inverosímil y que refleje cierta oralidad local. Quería que los personajes hablaran como hablamos en Salta, recrear ese ambiente de los años 90", explica.
El primer impulso fue una frase: "Al principio era un secreto, pero esta ciudad no se calla nunca". A partir de ahí, diseñó una estructura que se convirtió en la columna vertebral de la novela. "La pensé primero en Excel antes que en Word", confiesa. Dividida en tres partes, cada una con 12 capítulos, la obra juega con la repetición y el giro narrativo. "Fue como construir un castillo de naipes. Si la estructura no me resultaba seductora, nunca habría terminado el libro".
Entre la ficción y las crónicas históricas
Aunque la mayoría de los personajes y eventos son ficticios, hay tres capítulos que destacan por su naturaleza crónica. Estos perfiles —dedicados a Mate Cocido, un bandido tucumano; a un inmigrante ruso en Argentina; y a Francisco de Victoria, el primer obispo de Salta— son historias reales reinterpretadas en el contexto de la novela.
"Cada una tiene su propio tono y estilo. Intenté que fueran viajes en el tiempo, algo que contrasta deliberadamente con el resto del libro", señala. Estos capítulos, según el autor, actúan como un freno dentro de la narrativa, generando una pausa que puede resultar incómoda para el lector. "Pero esa incomodidad era parte del desafío".
Una rutina disciplinada y referencias que nutren
La creación de El golpe exigió una rutina estricta. Dallacaminá escribió durante las madrugadas, entre las 4:30 y las 8 de la mañana, durante un par de años. "Escribir a diario fue clave. La novela estaba constantemente en mi cabeza", relata.
En cuanto a las fuentes de inspiración, además de investigaciones específicas para los capítulos históricos, menciona lecturas y películas que influyeron en su proceso. Desde El Corto Maltés y El invierno en Lisboa hasta autores como Andrés Rivera y Borges, cada obra aportó un matiz a su escritura.
Una novela densa, pero ágil
Aunque El golpe incluye múltiples narradores, saltos temporales y una trama cargada de eventos, sorprende por su fluidez. "Es una novela densa, pero curiosamente se lee rápido. Pasan muchas cosas, y hay momentos caóticos, como un asado donde hablan diez personajes a la vez. Pero eso era parte del ejercicio literario que me divertía explorar", comenta.
El peso del debut y el futuro literario
Dallacaminá reflexiona también sobre su primer libro, Yoes y mentiras, publicado tras ganar un concurso literario siendo muy joven. "Fue un honor, pero también una carga. Hoy lo veo como un libro inmaduro, casi infantil. En cierto modo, siento que El golpe es mi verdadero primer libro".
Sobre el futuro, asegura que siempre está escribiendo algo, aunque sea breve. "Para mí, lo esencial en la literatura es un cierto tono, un ambiente, algo que va más allá de las palabras. No sé si esta novela lo logra, pero sigo escribiendo porque aspiro a alcanzarlo algún día".
El golpe, con su mezcla de humor, crítica social y una narrativa compleja, es más que una novela policial; es una obra que invita al lector a adentrarse en un universo tan fascinante como inusual.