Miguel Gianfrancisco, mucho más que un corredor: a sus 77 años ha recorrido 178.189 kilómetros

Miguel Gianfrancisco, mucho más que un corredor: a sus 77 años ha recorrido 178.189 kilómetros

“Voy a correr hasta que mi cuerpo me diga basta, hasta que me alcance la muerte”, dice.

Daniel Alfredo Coronel
Por Daniel Alfredo Coronel 31 Diciembre 2024

Miguel Gianfrancisco es mucho más que un corredor. A los 77 años ha recorrido 178.189 kilómetros, una distancia que equivale a más de cuatro vueltas completas al mundo por la línea del Ecuador. Sin embargo, en sus propias palabras, esos kilómetros no son sólo cifras; implican historias, emociones y, sobre todo, una forma de vida.

“Voy a correr hasta que mi cuerpo me diga basta, hasta que me alcance la muerte, y luego voy a continuar haciéndolo porque correr no es sólo algo que me hace bien, sino porque correr se convirtió, desde tiempos remotos, en mi única y sagrada religión”, dice con una pasión que es difícil de encapsular en palabras.

Todo comenzó una fría mañana de agosto de 1964. Miguel tenía apenas 16 años y calzaba unas zapatillas Flecha, recién llegadas al mercado argentino. Ese día, además, inició otro ritual que marcaría su vida: anotar sus recorridos. En un cuaderno Avon de tapa dura registró su primera corrida: “2 de agosto de 1964. 10 kilómetros. Frío y viento”. Lo que podría haber sido un simple pasatiempo se convirtió en una disciplina férrea, casi una meditación en movimiento, que lo acompaña hasta hoy.

“Siempre corrí y sigo corriendo. Espero seguir haciéndolo”, afirma. Su vínculo con el running trasciende lo físico; es un acto casi espiritual. “Correr es un cable invisible que me conecta con el mundo o me libera hacia esos universos desconocidos e infinitos que viven dentro mío. Es una sensación única de total libertad”, explica. Cada carrera, cada entrenamiento, representan para él una forma de reafirmar su humanidad y su conexión con el entorno, ya sea en las calles, rutas o cerros que lo han llevado a devorar kilómetros durante décadas.

En su trayectoria ha logrado hitos que cualquier corredor soñaría alcanzar. Ha participado en más de 60 maratones, incluyendo algunas de las Six Majors, las seis grandes del circuito mundial: Nueva York, Berlín y Chicago. En la maratón de Nueva York, en 2018 finalizó séptimo en su categoría, con el mejor tiempo de América Latina entre 231 corredores. Un logro extraordinario que refleja, además de su talento, el valor de su dedicación.

Para 2025 tiene como gran objetivo la maratón de Buenos Aires, otro clásico en su calendario, y completar otra de las Six Majors, además de participar en algunas pruebas de 21 kilómetros.

Sin embargo, Miguel no lo hace solo para competir. “Las carreras son momentos para encontrarme con amigos de otras latitudes, pero lo que realmente me motiva es esa sensación de bienestar que me produce cada paso”, comenta. En su libro, “Memorias de un corredor”, detalla esta experiencia y su filosofía de vida, dejando en claro que correr no es simplemente un deporte; se convierte en una forma de entender y de experimentar el mundo.

El paso del tiempo

A pesar de los logros y del tiempo transcurrido, Miguel no ignora las transformaciones que vienen con la edad. “El ritmo se vuelve más lento, las distancias empiezan a costar más, pero la pasión sigue intacta”, asegura. Esa pasión lo impulsa a entrenarse cuatro o cinco días a la semana, incluso cuando las mañanas son frías y la motivación parece escasa.

Para él, todo comienza con un ritual: ponerse la ropa, las zapatillas y el reloj, estirar lentamente el cuerpo y dar los primeros pasos mientras se sumerge en un estado de concentración casi meditativo. “Cuando corro, mis pensamientos se vuelven más naturales y positivos. Me siento más creativo”, dice.

2014 fue especialmente significativo en su trayectoria. Fue el año en que Miguel reafirmó su compromiso con el running al completar una serie de maratones que consolidaron su lugar en la comunidad de corredores. Pero, más allá de los números y de los logros, lo que marcó ese año fue su capacidad para superar desafíos personales y seguir adelante. Porque, como él mismo dice, “al final de cada carrera siempre me invade esa profunda sensación de haberme superado a mí mismo”.

Miguel también reflexiona sobre cómo ha cambiado el running a lo largo de las décadas. “Hasta principios de los años 70, correr era una actividad casi exclusiva de quienes practicaban atletismo”, recuerda. Hoy, sin embargo, es un fenómeno global que conecta a millones de personas que procuran felicidad y bienestar.

En Tucumán, donde vive, forma parte de una comunidad de corredores que cada día recorre rutas y senderos, persiguiendo esa sensación de libertad que solo el running puede ofrecer.

A los 77 años, Miguel es un ejemplo viviente de perseverancia y pasión. Su historia inspira no solo a corredores, sino a cualquiera que busque en el esfuerzo diario un camino hacia la superación personal. “Las carreras largas y extenuantes me han dado una excelente calidad de vida. Al aire libre, con sol o lluvia, calor o frío, el running me ha mantenido libre de enfermedades y lleno de energía”, cuenta. Esa energía, acumulada durante más de medio siglo de pasos sigue empujándolo hacia nuevos horizontes.

Mientras, continúa registrando sus kilómetros, ahora en planillas de Excel que han reemplazado al viejo cuaderno Avon, por lo que queda claro que Miguel no muestra señales de detenerse. Para él, cada corrida es una nueva oportunidad de explorar los límites de su cuerpo y de su mente. Y aunque reconoce que llegará un día en que su cuerpo le diga basta, no tiene dudas de que su espíritu seguirá corriendo. Porque, como bien lo define, el running no es solo una actividad física: es una metáfora de la vida misma, con sus desafíos, sus alegrías y esa inquebrantable voluntad de seguir adelante.

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