Recuerdos fotográficos: ¿Cómo retratar el primer instante del siglo?
LA GACETA busca revivir el pasado por medio de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo. Esperamos que a ustedes, lectores, les haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.
Hace ya un cuarto de siglo se vino encima la llegada del año 2000. Los años redondos, las décadas, los lustros son, muchas veces, una ayuda en las redacciones de los diarios. Otras, un problema. Inexorablemente llegaría la producción del primer diario de 2000 y habría que ilustrar su portada. La primera y larguísima discusión llevó días. Y era sobre una simple preposición. Tenía que ver con la fecha. Todos queríamos poner por ejemplo “...viernes 7 de enero del 2000”. Los periodistas más veteranos siempre nos llaman a la prudencia y a la reflexión, y terminan recomendando recurrir a los que saben, a la academia. Ellos zanjaron lo que ya era una discusión compleja y sin solución. Terminamos aprendiendo -y escribiendo- “viernes 7 de enero de 2000”. Lo correcto no era “del” sino “de”.
Así se acercaba 2000. Traía problemas, pronósticos, ilusiones, presagios y algunos miedos. En el siglo pasado “el día del arquero” y “eso ocurrirá en 2000” eran sinónimos. Significaba que nunca pasaría y, sin embargo, estaba por ocurrir.
Más allá de las creencias populares había algo con nombre de clave que llegó desde la informática que prometía una catástrofe: el Y2K. Con esas dos letras y ese número se denominó lo que también se llamaría “el problema del año 2000”. Se trataba de un error en los sistemas informáticos que se temía terminara ocasionando fallas masivas cuando las computadoras pasaran de 1999 a 2000. El problema era que en muchos sistemas informáticos se representaban los años sólo con los dos últimos dígitos, por lo tanto cuando se pasara a 2000 podía ser interpretado como 1900. Bancos y grandes empresas invirtieron importantes sumas en técnicos que pudieran corregir esta falla. Era una carrera contra reloj y la debacle parecía irreversible. Finalmente no pasó nada, pero el hecho de que no ocurriera nada terminó siendo el título de casi todos los diarios. Ocurre que la preocupación era mayúscula. La pérdida de datos y de contabilidades resultaba una amenaza.
Volvamos a la tapa del primer diario del siglo. ¿Cómo ilustrarla? ¿Cómo darle la trascendencia que tenía la llegada del siglo? ¿Cómo congelar ese primer segundo casi histórico? Alguien imaginó que esas respuestas las tenía el cerro San Javier. Desde allí se podría ver cómo iba a explotar la ciudad. Desde alguno de los balcones se podía congelar el instante exacto en el que el siglo se metía en la vida de los tucumanos. Apenas aprobada la idea se abrió un nuevo debate. ¿Quién estaría dispuesto a empezar el siglo trabajando? Los redactores en el acto señalaron a los fotógrafos. Uno de ellos iba a tener que subir unos kilómetros para patentizar el instante histórico. Con profesionalismo y con entusiasmo Carlos Ortiz, quien entonces trabajaba en la sección Fotografía, se ofreció a empezar el siglo con su cámara en la mano para registrar cómo estallaba la ciudad.