El análisis de Jorge Asís: El insumo barato de la esperanza

Trump sostiene a Milei que depila con elogios a Mauricio.

El análisis de Jorge Asís: El insumo barato de la esperanza
19 Enero 2025

Por Oberdán Rocamora


Mañana cambia para peor el mundo. Corresponde a un ciclo insensible de la inhumanidad. Para espanto del impotente portador de pensamiento crítico. Se imponen ideologías dignas de ser resistidas por razones estéticas y morales.


Trump sostiene a Milei

La fotografía del poder mundial se concentra en la ceremonia de Washington.

Para Argentina es positivo, permite estimular el insumo barato de la esperanza.

El Panelista de Intratables atraviesa un ciclo sublime de gloria, situado conceptualmente a la derecha de Donald Trump.

El universo que interesa amaga con desbordar por el mismo extremo donde lució Garrincha.

Pese a las trascendentes diferencias culturales -y a representar países que distan de ser complementarios- Trump sostiene a Milei.

Lo privilegia, lo destaca, como si fuera la señora Giorgia Meloni.

Desde El Salvador llegó también a Washington el paisano Nayib Bukele para marcar presencia.

Un providencial paradigma de la santa represión que se sitúa incluso más a la derecha de Trump y aún del propio Milei.

Otro gran estadista, Jair Bolsonaro, no logró anotarse en el acontecimiento.

Lo afectó la Ficha Limpia de Brasil.


Desde la crueldad del elogio

La realidad de plastilina tiene capacitados moldeadores que saben hacer correctamente su trabajo.

Lo peor es que persisten graves ilusiones de solución. Cuesta extinguirlas.

Deben conseguir billetes prioritarios.

“Un par de miles de palos, tal vez 10, una bajada de línea telefónica de Trump a la Kristalina, se arregla con el Fondo y se termina con el cepo”.


Es la antesala del Milagro de Milei.

“En un par de meses nadie detiene el crecimiento”.

Un milagro real porque lleva un año de gobierno y ni siquiera mantiene un diálogo de circunstancia con la señora vicepresidenta Victoria Villarruel, La Cayetana (por Álvarez de Toledo).

Aniquilada por la prepotencia del lenguaje de la señora Lilia Lemoine, Nicole Kidman.

Instrumento profesional de destrucción masiva que nunca atenúa su ritmo encantador de masacre.


En lo que sin embargo le va mejor a Milei es en la licuación efectista del poder de Mauricio, El Ángel Exterminador.

Decidió exterminar a Mauricio a través de la crueldad del elogio. Una hazaña.

Cada vez que rescata alguna actitud noblemente republicana le sopla algún dirigente.

Experto artesano de la frialdad. Mientras lo celebra, Milei lo depila sin piedad.

Desvanece la influencia de Mauricio con calificativos honorables, mientras capta funcionarios.


Cualquier día por ejemplo lo cuelga el senador Luis Juez, Hábito Ecuatoriano.

Deja de pronto de ser jefe de bloque para delirar con el sueño de ser «el candidato de Milei en Córdoba».


O le sopla, como si se peinara, un jefe de policía.

O llega a la sublime veleidad de soplarle un minigobernador, del tipo de Javier Valenzuela, Todo es Historia.

Lo importante es que Milei supo generar alrededor de Mauricio una especie de fobia maligna que alude a la Puerta 12.

Cuando cientos de desventurados pugnaban por huir del estadio desde la puerta que estaba efectivamente cerrada.


“No tiene sentido negociar, León, el electorado ya nos pertenece”.

El partido PRO dejó de ser una Mutual eficazmente festiva para brindar la penosa impresión del desbande.


El germen del georgismo

Mientras se licua el poder de Mauricio paradójicamente se consolida la identidad política de Jorge, el primo, Monsieur Le Maire.

En la práctica Jorge es la figura más potente del espacio.

El proceso de desprestigio y vaciamiento de Mauricio fortalece sustancialmente a Jorge porque Jorge gobierna.

«Tiene fierros».

Conserva un distrito con apetecibles recursos y mantiene su secretamente asumido proyecto de poder.

Con una simple característica nada banal. Conoce de memoria el poder territorial de Buenos Aires, en la versión patéticamente suburbana.

Téngase en cuenta que Jorge fue minigobernador de Vicente López, durante dos mandatos.

Y quien lo consultaba en tal condición lo tenía predestinado para competir, a lo sumo, por la gobernación de La Provincia del Pecado.


Acaso para sacarlo de la competencia por el distrito del pecado (disputado por Diego Santilli, El Bermellón, Néstor Grindetti, Garganta I, y Cristian Ritondo, El Potro), asombró entonces Mauricio cuando prefirió nominar repentinamente al primo para despachar los chocolatines en el Maxiquiosco del Artefacto Autónomo.

Pero Jorge es de carrera e intuyó justamente que asomaba el germen del georgismo.

Le ganó a Sir Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, que sigue inalterablemente invicto.

Le ganó también al radical reversible Leandro Santoro, El Capicúa.

Un cuadro literal del peronismo que permanentemente se entrena para la revancha.


Ningún observador sensato se atreve a menoscabar la importancia de despachar cigarrillos en el Maxiquiosco que generó, en 30 años, dos presidentes. Estadistas de la magnitud de Fernando de la Rúa, Radical Traicionable, y nuestro Ángel Exterminador que padece un avanzado proceso de exterminación, aplicado sin el atributo de la crueldad.

Más grave aún, Milei lo pulveriza desde el elogio.


Las encuadradas “fuerzas del cielo” le sugieren al Panelista que no pacte ningún acuerdo con Mauricio.

Y hasta lo instigan a repetir el error de Mauricio. Describen la conveniencia de “polarizar con La Doctora”.

El similar horror de Mauricio fue asignado a la dupla de sabios desventurados.

Don Jaime Durán Barba, El Equeco, y Marcos Peña, el Pibe de Oro injustamente olvidado.


Si Mauricio y Milei prefieren evitar entenderse, La Doctora puede ser nuevamente beneficiaria.

Y hasta Santoro, El Capicúa, puede exprimir lícitas ilusiones de despachar preservativos y habilitaciones del Maxiquiosco.

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