
Tafí del Valle: la iniciativa de una “profe” que transforma las vacaciones en una verdadera aventura
Valentina Molina es una profesora de Educación Física que, una vez recibida en Catamarca, volvió a los valles -su lugar de origen- para devolverles algo: enseña a niños y los hace conocer las montañas sin cobrar nada.

-¡Buen día, saltamontes!
-¡Buen día!
-¿Tienen ganas de salir a caminar?
-¡Síiiiiii!
Así se da el saludo entre la profesora Valentina Molina y los niños que cada mañana, desde el 6 de enero, llegan hasta el punto de encuentro para hacer actividades deportivas por la villa veraniega.
La joven de 25 años dice que le encanta trabajar con niños y la naturaleza. Entonces, apenas se recibió de profesora de educación física en Catamarca, volvió al Tafí del Valle que la vio nacer para dedicarse a la comunidad. Ese fue el puntapié. Molina realiza caminatas y otras actividades deportivas por diferentes puntos de la villa con 40 niños de 4 a 13 años durante la temporada de verano.

“Siempre que los veo, me encuentro en estos niños porque veo mi infancia reflejada, y eso me motiva a incentivarlos a ser mejores”, cuenta Molina y agrega que el proyecto comenzó el año pasado con apenas 20 niños y la buena voluntad de algunas madres que confiaron en ella. Ahora cuenta con la colaboración de dos auxiliares y una profesora coordinadora, además de ella.
“Esta colonia particular nació como una intención propia para incentivar a los niños a realizar actividad física al aire libre durante el verano. Hemos formado un grupo hermoso y me emociona la confianza de las familias que siguen acompañándome”, resalta la docente.
Los saltamontes
El nombre del grupo no parece llamativo, pero tiene mucha importancia, ya que en la zona se ven muchos saltamontes. Las personas caminan por sendas y cientos de estos insectos van saltando entre los yuyos. Así se ven los niños de Valentina cuando empiezan los ejercicios de calentamiento cada mañana. “Pensé en algo verde, y fue lo primero que vino a mi mente”, comenta la profesora entre risas.
El Corral Redondo
Pasadas las 9, los padres empiezan a llegar a El Corral Redondo en bicicleta, en autos y a pie con sus hijos. Saludan a los profes y se alejan del sitio emblemático de la villa, conocido por ser el lugar donde, varios años atrás, se celebraba la Fiesta del Queso y se hacían domas, marcadas y enlazadas de animales. Ahora es un lugar público del que parten las caminatas de los niños, apodados saltamontes, quienes llevan gorras verde flúor, una botella de agua y mangas largas para protegerse del sol.

“Es un lugar cercano a mi casa, a mi infancia y donde vivieron mis abuelos”, comenta. Las pircas de piedra que forman su estructura circular y el verde del paisaje crean un ambiente único, detenido en el tiempo. “El Corral Redondo es un emblema, pero lo elegí como lugar de encuentro porque nos resulta cómodo a todos. Es un espacio que podemos utilizar y cuidarlo entre todos”, dice Molina.
Una alternativa
Valentina también reflexiona sobre la importancia de este tipo de actividades en un mundo dominado por la tecnología: “Al principio les cuesta caminar y desconectarse de las pantallas, pero después les encanta. Aquí en Tafí tenemos ríos, cerros y lugares públicos maravillosos que los niños pueden explorar. Es una forma de enseñarles a disfrutar la naturaleza, a aprender de ella y a moverse al aire libre”.

Además, resalta la importancia de esta propuesta, que tiene en cuenta lo local, y lo significativo que es trabajar con los niños de Tafí. Dice que ver a los chicos participar le llena el alma. “Yo crecí aquí y luego me fui a estudiar, pero siempre quise volver para darles algo a los niños del lugar”, dice y sonríe. La jornada comienza temprano, con los niños convocados a las 9 de la mañana. Hoy, Valentina guía a los pequeños en ejercicios de calentamiento mientras corren, saltan y juegan. Entre risas, recuerda: “El año pasado usábamos pañuelitos para identificarnos; este año es obligatorio usar gorra. Es una forma de fomentar identidad y pertenencia”, remarca.
Estatuas
La clase continúa con juegos como “estatuas”, saltos de rana y desafíos de equilibrio, mientras los niños disfrutan. Luego parten hacia los paisajes naturales que ofrece la villa: el río, las quebradas y los caminos que descubren en cada exploración.
Valentina no solo fomenta la actividad física, sino también el amor por el entorno natural y la comunidad. Una experiencia que, espera ella, deje huella en los pequeños que participan.