
En los últimos años, el diseño de piscinas fue evolucionando dejando atrás las estructuras tradicionales de hormigón, baldosas y venecitas para dar paso a opciones más integradas con los jardines y respetuosas con el medioambiente. Las dos tendencias más populares son las piscinas ecológicas y las piscinas playa, cada una con características que buscan mejorar la experiencia y promueven una conexión más armónica con la naturaleza.
Las piscinas ecológicas, también conocidas como biopiscinas o piscinas naturales, son una alternativa sostenible a las piscinas convencionales. En este caso, se elimina el uso de productos químicos como el cloro y los alguicidas y, en su lugar, utilizan sistemas de filtración biológica inspirados en los ecosistemas acuáticos naturales. Gracias a este mecanismo, el agua permanece cristalina y en equilibrio ecológico, sin dañar la piel ni el sistema respiratorio de quien la use.

A diferencia de las piletas tradicionales, que dependen de químicos para mantener el agua limpia, las biopiscinas cuentan con un área de regeneración donde plantas acuáticas y microorganismos trabajan de manera natural para filtrar impurezas y mantener el equilibrio ecológico del agua. Este sistema reduce el impacto ambiental y es una elección cada vez más frecuente en hogares que priorizan el bienestar y la ecología. Asimismo, es una experiencia de baño más saludable sin irritaciones en la piel ni en los ojos, lo que las convierte en una opción ideal para personas con sensibilidad a los químicos.

Por otro lado, más allá de su funcionalidad, son una opción estética que realza los espacios exteriores. Al estar rodeadas de vegetación y elementos naturales, su diseño se integra perfectamente con jardines y paisajes, creando una sensación de pequeño lago privado dentro del jardín. Para reforzar este efecto natural, suelen utilizarse piedras de distintos tamaños y tipos, como lajas, cantos rodados o piedras volcánicas, que ayudan a estabilizar los bordes y mejorar la calidad del agua al actuar como filtros adicionales

Además, su mantenimiento a largo plazo resulta más económico, ya que no requiere la compra constante de productos químicos y, en lugar de limpiezas semanales, basta con una sola limpieza anual para mantenerlas en óptimas condiciones.
Uno de los miedos más comunes con esta nueva tendencia, es la proliferación de mosquitos. Sin embargo, este tipo de piscinas no genera un ambiente propicio para su reproducción. El agua estancada es lo que atrae a los mosquitos, pero en una biopiscina el agua está en constante movimiento y oxigenación gracias a la filtración natural y las bombas de recirculación. Además, si se incluye la presencia de ciertos peces, esto puede ayudar a controlar la aparición de larvas de mosquito.

Entonces, ¿se puede incluir peces? Es una opción viable y beneficiosa si se hace con ciertas consideraciones. Los peces koi y los carassius (goldfish) son algunas de las especies más recomendadas, ya que se adaptan bien a este tipo de entornos y ayudan a controlar insectos y algas. De todas formas, su presencia requiere un monitoreo constante de la calidad del agua porque sus desechos pueden alterar el equilibrio biológico. Por eso, es recomendable contar con una buena cantidad de plantas oxigenantes y un sistema de filtración eficiente que garantice el bienestar de los peces y mantenga el agua en condiciones óptimas.

Las piletas ecológicas son cada vez más populares en países con una fuerte cultura de sustentabilidad y respeto por el medioambiente. Alemania, Austria y Reino Unido son los países que encabezan la lista con más piscinas naturales construidas, tanto en hogares como en espacios públicos y hoteles ecológicos.

En cuanto a las piletas playa, estas son una revolución en el diseño con una experiencia que busca recrear la sensación de estar en la costa sin salir de casa. A diferencia de las piscinas convencionales con bordes rectos y profundidades uniformes, la opción playa tiene una entrada con pendiente gradual, similar a la orilla del mar, lo que permite ingresar al agua de manera progresiva sin la necesidad de escalones o estructuras adicionales. Este diseño genera una estética más natural y relajante, pero también proporciona un acceso más cómodo y seguro para niños y adultos mayores.

Además, pueden incorporar arena compactada en los bordes, piedras naturales y vegetación que refuerzan la sensación de estar en un entorno paradisíaco. A nivel visual, crea un impacto impresionante, ya que parecen auténticos oasis en medio del jardín, fusionándose con el paisaje. Incluso se pueden personalizar con cascadas, islas artificiales y zonas de descanso.


Si bien ambas tendencias responden a necesidades distintas, comparten un mismo objetivo: transformar la experiencia de disfrutar del agua en casa. Estas opciones se perfilan como el futuro del diseño de piscinas, ofreciendo soluciones innovadoras para quienes buscan un cambio en la manera de disfrutar su hogar.