“Nuestro día dependía del humor de Ballesteros”, declararon ex empleados de la jueza

Personal que estuvo bajo el mando de la magistrada en el Juzgado de Instrucción la V Nominación dijo que el clima de trabajo era tormentoso y hostil, incluso con humillaciones.

JORNADA EXTENSA. La audiencia de ayer demandó unas seis horas; hoy continuarán las testimoniales. JORNADA EXTENSA. La audiencia de ayer demandó unas seis horas; hoy continuarán las testimoniales.

Seis empleados judiciales que estuvieron bajo las órdenes de la jueza Carolina Ballesteros en 2019, mientras estuvo a cargo del Juzgado de Instrucción de la V Nominación, declararon ayer en el juicio político que se lleva adelante contra la magistrada del Colegio de Jueces del Fuero Penal de Tucumán. Los testigos convocados por la parte acusadora fueron coincidentes al declarar que se trabajaba en un ambiente tormentoso; incluso hubo quienes dijeron que sentían persecución de parte de la acusada.

El primero declarar ante el Jurado de Enjuiciamiento que encabeza Eleonora Rodríguez Campos fue Juan Martín Bulacio González, empleado que se desempeñó como ordenanza del Juzgado hasta 2019. Consultado por los legisladores Mario Leito, Rodolfo Ocaranza y Claudio Viña, miembros de la comisión acusadora, contó que el ambiente laboral era agradable hasta la llegada de Ballesteros, en febrero de 2019. “Cambió todo. Era ir a trabajar incómodo, pensando cómo estará de humor la jueza, porque dependía básicamente de eso el día de todos”, afirmó. Y agregó: “era todo tenso, no sabíamos cuándo nos podía llamar a su despacho. La mayoría de las veces salía gente llorando; nuestro día dependía del humor de la doctora Ballesteros”

Bulacio González contó que trabajó entre seis y ocho meses con la magistrada, pero que solicitó el traslado porque se sentía un cadete ya que entre sus tareas había pedidos personales de Ballesteros, como comprarle cosas, pagarle servicios o el alquiler a su pareja, además de llevar y traer cuestiones personales de ella.

Interrogado por el defensor Gustavo Morales, el testigo dijo que pese al ambiente el Juzgado se desempeñó normalmente. Indicó que al tener un juez titular el Juzgado estaba “más al día” que antes y que, en líneas generales, pasaba ella muchas horas trabajando. “Si no fuera por cuestiones personales que influían en el ambiente laboral, hubiera sido una jueza increíble”, agregó.

Encono con el secretario

La empleada judicial María Celmira Ibarreche calificó como una “experiencia espantosa” el haber trabajado bajo el mando de Ballesteros. Declaró que todos trabajaban bajo presión y que sufrían malos tratos y humillaciones de su parte, principalmente quienes tenían buen trato con Carlos “Chiqui” López, secretario matutino del Juzgado y con quien la magistrada mantiene un encono de larga data. “Llegó al Juzgado con la idea de destruir a ‘Chiqui’ López. Su idea era sacar a todas las personas que trabajaron con él”, dijo. Declaró que cada día era llegar a la oficina y encontrar a un empleado llorando o con crisis de nervios.

Ante requerimientos de la defensa, reconoció que la jueza pidió dos ascensos para ella (como prosecretaria y secretaria), pero indicó que la Corte se los otorgó luego, no por sus gestiones. En el interrogatorio también se hizo saber que la magistrada tenía una relación conflictiva con su hija, quien no trabajaba en la oficina pero la frecuentaba, al nivel que culminó con órdenes de restricciones.

Tormentoso y hostil

En un tono similar a sus compañeros se expresó Tamara Soledad Ocampo, quien dijo que en un principio el ambiente era normal y que luego se tornó muy tormentoso y hostil. “De cinco días que iba a trabajar, cuatro días lloraba”, dijo. Mencionó que hubo muchos traslados de compañeros a raíz de la llegada de la jueza. Morales, en tanto, en los interrogatorios a cada testigo puso énfasis en una auditoría que la Corte llevó a cabo -por pedido de Ballesteros- entre el 27 de marzo y el 15 de mayo. Arrojó que había mora en actuaciones que requerían un paso sencillo y que era responsabilidad de los secretarios a cargo, entre ellos López. Ocampo reconoció que Ballesteros intercedió ante autoridades de la Facultad de Derecho para intentar destrabar la mora por su título. Dijo que no consideró que eso fuera ilegal, sino que lo sintió como favor y porque necesitaba que ella tuviera el título para poder nombrarla.

La testigo Solange Martó repasó que en el primer año de la jueza se fueron muchos empleados. “Algunos se fueron por voluntad propia y otros no por desencuentros con Ballesteros”, relató. Repasó que el secretario López y el proseceretario Demetrio Kuchimpos fueron los primeros en retirarse. Nombró alrededor de una decena de empleados judiciales que por distintos motivos se fueron yendo de la oficina por aquel entonces. Afirmó que en otras reparticiones no vivió algo de esa envergadura. Sí, en cambio, dijo que años atrás, en el Juzgado de Menores de la I Nominación de la Capital, la magistrada a cargo concurría con su hija menor de edad y que pedía a los empleados que la cuidaran en horario de despacho.

Contra otra testigo

La abogada Alejandra Sain se desempeñaba como relatora en el Juzgado cuando se designó a Ballesteros y cursaba un embarazo de riesgo. Dijo que al principio tenía un buen trato, pero que luego tuvo inconvenientes por tener una amistad laboral con López. “Sentía que ella me perseguía por ser amiga de López”, dijo. Además, lloró al contar que la situación se fue tornando cada vez más difícil. “Todos los días era algo con qué lidiar. Vivíamos con el Jesús en la boca todos los empleados del Juzgado”, contó e indicó que con la jueza son “100% incompatibles”.

Por último prestó declaración Lilia Ester Peralta, quien se desempeñaba como instructora. Coincidió con que el ambiente laboral era tranquilo hasta que llegó la magistrada. Contó que al poco tiempo solicitó el traslado, lo que sucedió en mayo de 2019. A su vez, se hizo eco de publicaciones de LA GACETA y arremetió contra Mariana Capilla, quien declaró la semana pasada que el clima de trabajo era normal y que en el Juzgado había al menos 200 causas paralizadas. “No sabía usar el sistema; estábamos en un clima hostil y Capilla también lo pasó. No sé por qué dijo que no. Nadie en su momento se ha ocupado de nosotros”, dijo molesta.

Declaran hoy

- Lucía Molina

- Juan Villarubia

- María Eugenia Sánchez

- Marcos Julio Taboada

- Gabriel Emilio Chiaradía

- Eliana Soledad Daza

- Álvaro González Cornalba

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