
Alejandro Urueña
Ética e Inteligencia Artificial (IA) - Founder & CEO Clever Hans Diseño de Arquitectura y Soluciones en Inteligencia Artificial. Magister en Inteligencia Artificial.
María S. Taboada:
Lingüista y Mg. en Psicología Social. Prof. de Lingüística General I y Política y Planificación Lingüísticas de la Fac. de Filosofía y Letras de la UNT.
Imagina esto: un mundo donde los abogados no sólo hablan de leyes, códigos y jurisprudencia, sino también de vectores, matrices y algoritmos. Suena raro, ¿no? Pero, ¿y si te digo que la ciencia de datos podría ser esa herramienta que nadie sabía que necesitaba en el mundo del derecho? No es una afirmación, sólo una línea de pensamiento. Algo para reflexionar mientras tomas tu café de la mañana.
Piensa en esto: ¿qué pasaría si pudiéramos usar datos para predecir cómo va a fallar un juez en un caso? No como una bola de cristal infalible, sino como una herramienta que analiza patrones en decisiones pasadas. Podría ser útil, ¿no? Eso es el análisis predictivo, y aunque suena a ciencia ficción, ya se está usando en algunos lugares. Claro, no es perfecto, pero ¿y si nos ayuda a preparar mejores estrategias?
Otra idea: ¿qué tal si pudiéramos optimizar cómo trabajamos? Saber cuántas horas dedicarle a un caso para no perder plata o tiempo. Aquí es donde entra el “cálculo diferencial”, que no es más que una forma elegante de decir “vamos a calcular cómo sacar el máximo provecho con el mínimo esfuerzo”. No es magia, es matemática. Y aunque suene complicado, podría ser la clave para que los bufetes no terminen quemados antes de fin de año.
Y hablemos de los fraudes. ¿No sería genial tener una herramienta que nos ayude a detectar patrones raros en transacciones o comportamientos sospechosos? Las “matrices” y los “vectores” podrían ser esa lupa que nos permita ver lo que el ojo humano no alcanza a notar. No es que vaya a reemplazar al abogado, pero quizás podría ser un buen complemento.
Ahora, pensemos en el derecho como algo más que ganar casos. ¿Qué tal si usamos los datos para hacer justicia más justa? Por ejemplo, identificar si hay sesgos en las sentencias o si ciertos grupos están siendo tratados de manera desigual. No es acusar a nadie, es simplemente usar la información para mejorar el sistema. Y, de paso en este nuevo paradigma, ¿no podría ser beneficioso que al hacer las leyes se incorporarán análisis de datos para asegurar que sean más eficaces y adecuadas a las necesidades reales de la sociedad?
Pero aquí hay más para reflexionar. La “Ciencia de Datos” (o Data Science, si queremos sonar más técnicos) y el “Machine Learning” (ML) están más entrelazados de lo que parece. Ambos se enfocan en analizar e interpretar datos, pero cada uno tiene su rol. La Ciencia de Datos es como el cimiento: prepara y organiza la información para encontrar patrones y tendencias. Luego, el Machine Learning toma esos patrones y los usa para crear modelos que pueden predecir resultados, clasificar información o incluso identificar comportamientos extraños. ¿No sería útil tener algo así en el ámbito legal?
Y aquí viene lo interesante: todo esto se sostiene en herramientas matemáticas. Cosas como el álgebra lineal y el cálculo diferencial no son solo para ingenieros. Son la base para armar modelos que pueden manejar montones de variables a la vez. Imagina poder analizar cientos de factores que influyen en un caso legal y ver cómo interactúan entre sí. No es magia, es matemática aplicada.
Pero, ¿y si necesitamos ser un poco más sofisticados? A veces, no basta con sólo analizar datos; también hay que pensar en cómo medimos la eficiencia de lo que estamos haciendo. Por ejemplo, cuando diseñamos un algoritmo (que no es más que una serie de pasos para resolver un problema), tenemos que preguntarnos: ¿cuánto tiempo va a tardar en funcionar? ¿Y cuánta memoria de la computadora va a usar? Es como cuando decides si tomar el ascensor o las escaleras: uno es más rápido, pero el otro te ahorra energía. En el mundo de los datos, esto se llama eficiencia en tiempo y espacio. Y sí, es tan importante como suena, porque nadie quiere un sistema que tarde horas en dar una respuesta o que necesite una supercomputadora para funcionar.
En tiempos donde el big data jurídico es una variable con valores a tener presente, ya que con las herramientas con la que venimos de fábrica y ante tanta cantidad de información, resulta difícil su tratamiento responsable y a tiempo.
En fin, esto no es una afirmación categórica de que la ciencia de datos va a salvar al derecho, ya que viene colaborando en forma real con otras ciencias. Es sólo una idea, una posibilidad. Algo para pensar mientras el mundo sigue girando y los abogados siguen peleando con sus códigos y sus expedientes. ¿Y si le damos una chance a los datos? Total, si no funciona, siempre podemos volver a lo de siempre. Pero, ¿y si sí funciona?