El legado futbolístico de Don Julio tiembla. Su querido Arsenal Fútbol Club ya no forma parte de la elite del fútbol argentino desde hace un par de años y ahora coquetea con una caída potencialmente peor: el descenso a la B Metro lo amenaza.
Este “Arse” anfitrión de San Martín de Tucumán en la noche del sábado no se parece en nada al que fue en su época de gloria.
“Fue lindo mientras duró”, es un dicho popular que le cabe como anillo al dedo al sentir de los hinchas del “Viaducto” en estos años aciagos. No son tantos: el club de Sarandí cuenta con apenas unos 3.000 socios. Pero teniendo en cuenta que creció a la sombra de los dos grandes de Avellaneda (cuyos colores conviven en su camiseta), su raigambre en la zona no es para despreciar, pese a su historia relativamente corta.
Julio Humberto Grondona fue uno de aquellos muchachos que en enero de 1957 se reunieron en el bar “Las 3 FFF” para fundar el Arsenal “no londinense” en 1957. Devenido luego en presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA, Don Julio fue el “escudo protector” que llevó al “Arse” a la gloria futbolística.
El club del sur del Gran Buenos Aires llegó a primera división en 2002 y allí permaneció hasta 2018. Volvió enseguida. Pero en 2023 cayó nuevamente a la Primera Nacional.
El “Viaducto” consiguió un título de liga local (Clausura 2012), una Copa Argentina (2012/13), una Supercopa Argentina (2012) y ¡una Copa Sudamericana! (2007), que le otorgó el pasaporte para jugar y ganar la Copa Suruga Bank (2008).
Con Darío Franco en la conducción técnica, y con 11 partidos tras de sí en el certamen, a Arsenal los números le arrojaban un balance en un rojo muy fuerte: sin victorias, con seis empates y cinco derrotas, ubicado en la última posición de la Zona A.
Con tamaña campaña, no es casualidad que la zona lindante al estadio no dé razón de la inminencia de un partido, un par de horas antes de su puntapié inicial. El barrio parecía extender su siesta en momentos en que el micro que trasladaba al plantel del “Santo Tucumano” ingresó al predio del estadio.
Y los habitualmente raleados escalones del estadio Don Julio Humberto Grondona no iban a ser la excepción esta vez: poco público, confianza en baja.
Y no es que la dinastía Grondona no siga omnipresente para marcar los destinos del club. De hecho, Lara Grondona, hija de Julio Ricardo y nieta de Don Julio, es la presidenta del club desde diciembre del año pasado. Nacida en 1992, lleva los colores de la institución desde la cuna. Y muchos años trabajando en ella, inclusive desde la oficina de Prensa. Ahora, enfrenta el enorme desafío de mantener con firmeza el timón en tiempos de tormenta.
Desde el fallecimiento de Don Julio, en 2014, los vientos en Argentina han cambiado, y mucho. En la política nacional y en la AFA, donde Claudio “Chiqui” Tapia conduce con mano firme. Su Barracas Central es hoy el Arsenal de antaño.
Desde aquel 30 de julio en que el más prominente de los Grondona se despidió de este mundo a los 82 años, su escritorio en la legendaria ferretería familiar ubicada a pocas cuadras del estadio quedó vacío. Allí donde Don Julio recibió a gente poderosa de su tiempo, del ámbito del fútbol y más allá de él, sobrevuelan recuerdos de un tiempo que pasó.
El centenario negocio sigue en pie, aunque su frente luce despintado, tanto como el presente del equipo del “Viaducto”. El apellido Grondona ya no será un salvoconducto.






















