01 Marzo 2025

Para el Gobierno, según el Ministerio, la educación es uno de los temas más importantes de su gestión; empero, no especificó si para el desarrollo o el progreso de la Provincia, que son rubros relativamente semejantes pero diametralmente diferentes. Se informó sobre el cronograma de actividades, prevaleciendo el número de horas lectivas; más en ningún momento se habló sobre el analfabetismo, el flagelo decapitante de una nación. Un actual miembro del Congreso nacional, que fungía como ministro de Salud provincial, informó a los medios hablados, escritos y televisivos que hace unas décadas Tucumán soportaba “más del 60% de desnutridos en el conglomerado infantil”, lo que significa que, a estas alturas de la vida ese porcentaje ha crecido exponencialmente dada la proficuidad que contrae ese desorden alimentario. Pero, además, ese trastorno impide, lamentablemente, el desarrollo cerebral con el consiguiente atraso cognitivo e intelectual. Esa perturbación, según fuentes científicas, es irreversible y vitalicia, salvo que en los últimos tiempos se hayan producido modificaciones favorables. Esa es la correlación entre la desnutrición y analfabetismo, pues desde la infancia se incuba la “no comprensión”, ya que, como se dijera en el seno de la Unesco en 1975, con el avance la ciencia y la tecnología no era posible que haya ser humano que no conozca el alfabeto de su lengua materna, más ahora que según las estadísticas mundiales el 80% de los hablantes dispone de un teléfono móvil. Fue entonces que se modificó la definición de analfabeto. Los representantes de 194 países suscribieron el acuerdo en la Unesco con la nueva definición: “analfabeto es el que no comprende el más mínimo texto verbal, ya sea oral o escrito”. En esa aseveración se esconde la explicación por la que se cometen tantos errores que atentan contra el desarrollo y progreso de la más mínima estructura social y por ende de una nación. Por eso no se respetan las normas tácitas o escritas. Para ellos no hay semáforos. No hay padres ni abuelos, por eso los masacran. Todo lo que está frente a sus ojos es de ellos. No hay horarios que cumplir pues ellos son los que gobiernan. No existen dineros del pueblo, son capitales que les pertenecen. El estudio es tedioso y complejo y no les conduce a satisfacer sus apetencias en el corto plazo. Es decir, se cumple el principio filosófico de hace 25 siglos: el humano es lo que la sociedad hizo de él. Por tanto, el esfuerzo gubernamental es abordar el origen de la desnutrición, reducirla en el menor tiempo posible, cuyos resultados se verán en el siglo XXII si es que la tarea se inicia ahora en el inicio del año lectivo 2025.

Fernando Sotomayor

Alberdi 139 – S. M. de Tucumán

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