

Cada inicio de ciclo lectivo, miles de familias atraviesan un desafío que va más allá de la compra de útiles y de una mochila adecuada: el período de adaptación en los jardines de infantes. Diseñado para que los más pequeños se acostumbren de manera progresiva a la nueva rutina, este esquema de horarios reducidos genera, no obstante, complicaciones para muchos padres; en especial, para aquellos que trabajan y que deben reorganizar sus tiempos para acompañar a sus hijos. ¿Es posible encontrar un equilibrio entre las necesidades de los niños y las responsabilidades de los adultos?
“Conocemos las reglas del juego e intentamos adaptarnos lo que no significa que sea fácil. Mi esposa es maestra, entiende los motivos detrás de los horarios de adaptación, pero ambos nos preguntamos si es necesario que sean tan estrictos con niños como nuestro hijo, que ya tiene una experiencia de jardín previa”, cuestiona Alejandro Maldonado, papá de un nene que iniciará salita de cuatro años.
El hombre comenta que una vez informados sobre el proceso de adaptación en el jardín de la capital que eligieron, optaron por el turno tarde para que la mamá pueda llevar al niño y él, retirarlo. “De todas formas, esta semana me darán permisos en el trabajo para que salga un momento antes a hacer esta tarea”, agrega. Y reniega: “En un contexto económico que el la mayoría de los casos exige al menos dos entradas de dinero en los hogares considero que es hora de pensar en alguna alternativa”.
Clarita Albarracín es abuela de un niño que también dará sus primeros pasos en nivel inicial este 2025, y ella decidió ofrecerse a ser la persona que colabore en este proceso. “Seré la encargada de dejar y buscar a mi nieto del jardín de infantes al menos durante las primeras semanas. Fue imposible para mi hijo y para mi nuera encontrar la manera de adaptarse a estos horarios tan cortos”, revela.
La mujer es jubilada y remarca que en el caso de la institución educativa que eligieron para su nieto, iniciarán con dos horas de clases. “Ese tiempo ni siquiera a mí me permite volver a casa y esperar allí, así que me quedaré en un café cercano para esperarlo. Yo tengo 70 años; cuando yo crecí y eduqué a mis hijos esto no existía, me gusta que piensen en los niños, pero también pienso en qué sucede con aquellos que no tienen una red de apoyo”, se pregunta.
Judith Lazarte es empleada administrativa, y destaca que en su trabajo entre mamás se ayudan. “En estos primeros días de jardín de mi hija, una compañera me cubrirá unos minutos para que pueda salir a retirarla a media mañana. Luego voy dejarla en la casa de mi hermana por un rato y regreso a terminar mi jornada laboral. Es algo frustrante, pero si es lo que mi hija necesita haré lo posible, con la esperanza de que el año siguiente se contemple a los niños que ya tuvieron la experiencia”, expresa.
Ante este panorama planteado, ¿es posible encontrar un equilibrio entre las necesidades de los niños y las responsabilidades de los adultos? ¿Por qué aún se considera influyente este período?
El objetivo
Melina Bella, licenciada en psicopedagogía, define al período de adaptación en el nivel inicial como un proceso muy importante para el desarrollo del niño pequeño, que implica una transición positiva para obtener estímulos relevantes e importantes, que lo ayuden en varias áreas de su vida.
“La existencia de estos períodos son fundamentales, ya que la angustia por separación de su familia, debe ser un fase gradual que conlleva confiar en nuevos vínculos y explorar entornos diferentes a los de su hogar”, explica.
Y advierte que aunque antes existía un tiempo estipulado por cada institución, hoy se sabe que cuanto más se apresura el proceso, peor es el impacto negativo en el niño o niña. “Realizar adaptaciones graduales en el tiempo es lo mejor; un ejemplo: dos horas la primera semana, tres horas la siguiente, y así durante máximo tres semanas, comprendiendo que hay casos donde se debe contar con mayor flexibilidad institucional como familiar”, recomienda.
Flexibilización
En cuanto a la posibilidad de amoldarse a los horarios laborales de la familia, Agostina Navarrete, maestra jardinera comenta que la solicitud se repite bastante al momento de la inscripción.
“Lo aceptamos en la medida que los niños estén bien, pero si pasa una hora y media y ese pequeño está muy angustiado, sí o sí tiene que haber alguien disponible para él”, afirma.
La maestra indica que esto es crucial porque en esta fase, los pequeños se preparan de diferentes maneras para acercarse a un nuevo mundo, con adultos referentes nuevos, con pares que por primera vez tienen contacto y un espacio totalmente distinto al que están acostumbrados. “Hay niños que están acostumbrados a quedarse con familiares, y otros que no tienen esa oportunidad por lo que entrar a un jardín puede costarles un poco más. Todo dependerá de lo que demanden en ese momento, y por supuesto de la organización de cada institución, sea jardín maternal o infantes”, señala.
Constanza Díaz, docente del sur de la provincia, considera que la familia debe intentar adaptarse a estas necesidades, y si ambos padres trabajan ellos deben buscar algún otro ser querido cercano que participe y lo acompañe.
No obstante, también comenta que en la institución en la que se desempeña como maestra, las nenas y nenes de cuatro y cinco años que ya hicieron jardín deben quedarse sin los padres. “En cambio en la sala de tres años los papás se quedan, pero afuera de la sala”, cuenta Díaz, a la vez que reconoce que la mayoría de las mamás son amas de casa, lo que permite que tengan una mayor disponibilidad.
Cuando ese no es el caso, y aunque como se mencionó existen jardines en los que se puede charlar cierta flexibilidad, Lorena Rodríguez remarca lo esencial de que el menor no sienta el vacío de no tener a alguien ahí.
“Es un tema que siempre se hace presente en las entrevistas, para que quede claro en las familias el por qué es importante que los padres acompañen este tiempo en la medida de lo posible”, dice la maestra con 19 años de experiencia.
Este requerimiento sí trae algunos desafíos para todas las docentes, que además tiene cada año como principal objetivo, entablar una muy buena relación los padres para fortalecer la convivencia diaria.
“Nosotras siempre vamos a contemplar a las familias y su necesidad de trabajo, porque sin ir más lejos, mi jardín nació de esas ganas de salir adelante”, reflexiona Rodríguez.
Posibilidades de cambio: Educación podría modificar este período
Susana Montaldo, ministra de Educación se refirió al actual período de adaptación en los jardines de infantes; dijo que está en revisión.
“Es una costumbre que se puede revisar, debido a que no tienen las mismas características los niños que tenían tres años hace una década, que los que hoy tienen tres años”, expresó a LG Play.
“Esto se puso en diálogo porque nosotros buscamos una mayor autonomía de los más pequeños, sin descuidar cómo hacer para que ellos la pasen bien, porque cada uno lo vive de manera diferente, y aún hay muchos menores que viven esta separación de forma traumática al inicio”; subrayó.