Un futbolista tucumano cambió Cerdeña por La Banda por una señal divina

Narese pasó por la Isla Cerdeña, ubicada en el mar Mediterráneo, pero no se obnubiló por sus playas paradisíacas.

Un futbolista tucumano cambió Cerdeña por La Banda por una señal divina

Exequiel Narese es un futbolista con una trayectoria extensa, un hombre de fe y con valores arraigados. Al ex San Martín de Tucumán, su reciente paso por el Tharros de Italia, en la isla de Cerdeña, le dejó muchas enseñanzas tanto en lo deportivo como en lo personal. Junto a su familia decidió embarcarse en una aventura que le permitió conocer una nueva cultura, pero también lo llevó a enfrentar la distancia con sus seres queridos y a reafirmar su deseo de volver al país. 

“Fue una experiencia muy linda, de las mejores de mi vida. Fuimos junto con mi familia a aprender otra cultura. Que ellos puedan ir a la escuela y aprender el idioma es importante”, relata Narese sobre su estadía en Italia.

No fue una decisión fácil ya que se encontraba en Gimnasia y Tiro jugando la Primera Nacional y estaba cómodo en ese club. Sin embargo, entendió que si no lo hacía en ese momento después sería aún más difícil vivir una experiencia similar.

La estadía en Cerdeña duró seis meses. Si bien recibió ofertas para extender su contrato e incluso proyectarse como director deportivo en el club, siempre tuvo claro que su objetivo era regresar a su tierra. “Mi idea era volver para que los niños inicien el año escolar acá en Argentina. No estaba en mis planes vivir en Italia, sino volver a mis pagos”, afirma convencido de que tomó la mejor decisión.

Un futbolista tucumano cambió Cerdeña por La Banda por una señal divina

Más allá del crecimiento deportivo y la posibilidad de jugar en Europa, lo más importante para Narese fue la experiencia de su familia. “Para mis hijos fue muy bueno a nivel educativo. Pero para nosotros los grandes  que somos del norte y tenemos costumbres arraigadas, fue más difícil. Luchamos mucho contra la soledad allá”, confiesa. La falta de la familia, de los amigos y de ese arraigo que da el lugar de origen fue determinante en su decisión de volver nuestra provincia.

El fútbol, sin embargo, no es su única pasión. Su fe juega un rol fundamental en su vida. Desde hace seis años lidera un ministerio llamado “Hijo Atleta”, en donde comparte la palabra de Dios con otros deportistas y sus familias. “Eso te da un propósito. No sólo jugar al fútbol, sino compartir experiencias y lo espiritual, que es lo único que realmente te llena”, explica. 

La relación de Narese con Dios comenzó desde su adolescencia, cuando fue invitado a una iglesia cristiana evangélica en Tucumán. Allí conoció a su esposa y formó una familia. A lo largo de su carrera, esa fe lo acompañó en cada decisión y su tiempo en Italia no fue la excepción. Aunque no encontró una iglesia similar a la suya, siguió con las reuniones del ministerio de manera virtual. “En Italia son religiosos, pero más por costumbre que por una relación con Dios. La diferencia es que yo entiendo la fe como algo que te acompaña en cada momento, no sólo los domingos. Ellos no llevan a Dios a la casa, lo dejan en la iglesia los domingos”, explicó el volante. 

Un futbolista tucumano cambió Cerdeña por La Banda por una señal divina

Ya de regreso en Argentina, el desafío deportivo lo trasladará a Santiago del Estero, donde jugará en Sarmiento. A los 35 años no se pone un límite en su carrera y espera que Dios lo guíe en los pasos a seguir. “No me puse un tope para el retiro. Me siento bien físicamente, venía jugando todos los partidos allá y tenía continuidad”, dice con confianza. 

Su cariño por San Martín sigue intacto. Su hermano (Franco Narese) es parte del cuerpo técnico del club, y él sigue de cerca la campaña del equipo. “Conozco a Ariel Martos y al “Mocho” De Camilo, además tengo mucha gente cercana en el club. El golpe del año pasado fue duro, pero el fútbol siempre da revanchas. Ojalá este sea el año del ascenso”, comentó, dejando en claro que el sueño de volver a La Ciudadela sigue latente. “Me gustaría ser parte del club, ya sea jugando o trabajando. Estuve cerca de volver en varias oportunidades, pero no se dio. Quién sabe en un futuro, Dios dirá”. 

Para Narese, la felicidad no se mide en términos económicos o geográficos. La verdadera plenitud, según él, está en seguir el propósito que Dios tiene para cada persona. “Todos me dicen que allá en Italia tenía todo lo material para ser feliz, además de vivir en un lugar paradisíaco, pero eso no es la felicidad para mí. La felicidad es estar donde Dios quiere que estés y disfruto de estar cerca de mis afectos”, finalizó.

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