Por Gonzalo Cabrera Terrazas y Benjamín Papaterra 14 Marzo 2025

El rugido de los motores retumbaba en el aire y la emoción era palpable en cada rincón del Fan Fest del MotoGP. Entre la multitud de fanáticos y el estruendo de las motocicletas, una pareja destacaba. Abrazados y con una sonrisa inmensa, Orlando Aguilar y Norma Machado caminaban simulando la ilusión de dos jóvenes que acaban de cumplir un sueño. Pero ellos no eran simples espectadores. Eran una historia viva de amor y pasión sobre ruedas.
Oriundos de La Plata, Orlando, de 72 años, y Norma, de 62, llevan una vida entera compartiendo su amor por las motos. Para ellos, no es solo un hobby, es una parte esencial de quienes son.
“Somos motoqueros de años”, afirmó Orlando con orgullo. Y no exagera. La historia de su vida está escrita con olor a nafta y el sonido inconfundible de un motor encendiéndose.
Con esa introducción, hay que destacar que este viaje hasta las Termas de Río Hondo no fue casualidad. Fue un regalo especial de sus tres hijos por el cumpleaños número 72 de Orlando. Si bien siempre había seguido las carreras por televisión, Aguilar nunca se había dado el gusto de vivir la experiencia de cerca. “Yo lo miro todo por la tele, repito, todo. Pero mi hija más de una vez me dijo ‘¿por qué no van a verlo en vivo?’. Yo le decía ‘no, lo veo desde casa, lo disfruto igual’. Pero bueno, este año mis hijos se organizaron y acá estamos”, contó Orlando.
Desde el momento en que llegaron, la pareja supo que era una experiencia que jamás olvidarían. Mientras recorrían el predio, los ojos de Orlando brillaban como los de un niño en su primer paseo en moto. Pero cuando el sonido de los motores en la segunda práctica de la jornada comenzó a llenar el ambiente, algo cambió en él.
Las lágrimas asomaron en sus ojos. “Unos chicos del lugar me preguntaban por qué no me saqué una foto con la Ducati. Les dije que no, porque cuando la vea en la noche... no pararé de llorar”, admitió Orlando con la voz entrecortada, que se animó a relatar cómo nació su amor por las motos.
No nació con su relación ni mucho menos. Cuando tenía 12 años, su madre le compró su primera moto Puma, lo cual fue toda una novedad en la zona.
“Le decían ‘la loca del barrio’, porque en aquellos tiempos un pibe con una moto era una locura. Y ahí iba la ‘loca del barrio’ que le compró una moto al hijo”, contó entre risas Aguilar. Desde entonces, nunca más se bajó de una.
Norma, por su parte, también forjó su propio camino con el rodado. Según contó, ella hizo historia al convertirse en la primera mujer en realizar un rally de motos antiguas en Mendoza.

Así, cuando sus caminos se cruzaron, todo cobró aún más sentido. Desde ese momento, las motos se convirtieron en su lenguaje de amor. Viajes, anécdotas, sacrificios y muchas risas forman parte de su historia.
Si algo define a esta pareja es su espíritu libre y su pasión compartida. Poseen una impresionante colección de motos y autos antiguos, pero cada vehículo en su garaje tiene una historia detrás.
Algunas son de esfuerzo, otras de locuras, y todas están llenas de amor. Norma lo cuenta con humor, recordando una de las anécdotas más insólitas de su vida.
“Un día, él me dice: ‘Voy a comprar los materiales para el techo de la casa’. Yo le creí, obviamente. Se fue y al rato vuelve, pero no con los materiales… ¡con una Kawasaki ZZR 600! Me quedé mirándolo y le dije ‘¿Y el material?’ Y él, tan tranquilo, me responde ‘¡Después lo compramos!’”, recordó entre risas. “Es que no importaba el dinero, importaba la felicidad de él”, agregó.
Pero más allá de las compras impulsivas, lo que realmente los une es la sensación de libertad que les da viajar juntos. “Con esto no sentís ni frío, ni calor, nada. Pero te tiene que gustar”, explicó Orlando con la certeza de quien vivió cada kilómetro como si fuera el último.

Pasión que no se detiene
Por eso, cuando se le preguntó si se arrepiente de algo en su vida, Orlando no dudó. “No tengo arrepentimientos. Lo único que lamento es no poder hacer los viajes que hacía antes. El último viaje que hicimos, cada 200 metros parábamos porque queríamos disfrutar cada paisaje, cada momento. Saqué alrededor de 2500 fotos en un solo viaje”, contó con nostalgia el platense, que llegó al Circuito Internacional de Termas de Río Hondo con su cámara para inmortalizar cada momento.
“Él es el loco de las motos, pero yo soy la que lo empuja a seguir soñando”, confesó Norma mientras lo observaba con complicidad. “Ella es la que me incentiva”, devolvió el elogio Orlando.
El MotoGP fue la excusa perfecta para recordar por qué se enamoraron, por qué siguen juntos después de tantos años y por qué las motos seguirán siendo parte de su historia. Mientras caminaban por el predio, entre fanáticos y exhibiciones, su conexión era innegable. Se tomaban de la mano, se miraban y compartían cada emoción con la misma intensidad que el primer día.
Al final del día, con el corazón lleno de adrenalina y la emoción aun vibrando, Orlando y Norma se despidieron sabiendo que esta no era solo una salida más. Era una confirmación de que su amor sigue firme, acelerando a fondo y con la carretera de la vida por delante.
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