

La incertidumbre domina el mundo. La geopolítica condiciona la economía global, mientras las potencias intentan consolidarse en una guerra comercial con consecuencias impensadas. En este escenario, la Argentina trata de llegar al acuerdo número 23 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en un proceso en el que el presidente Javier Milei hizo los deberes fiscales antes de sentarse a rediscutir las nuevas condiciones. Fernando Marengo, economista jefe de BlackTORO, sostiene que el organismo ha ponderado las acciones que el Gobierno emprendió el año pasado para controlar la inflación, estabilizar el tipo de cambio y reducir la brecha, en un contexto de recuperación económica. “Le asigna casi exclusiva importancia al ajuste fiscal, pero poca trascendencia al ancla fiscal, que es lo mismo que no reconocer el carácter de una economía bimonetaria en la Argentina”, indica. Marengo, será uno de los moderadores de la conferencia “Soñando una Argentina posible”, que dictará el jueves Ricardo Arriazu en Tucumán (el otro será el conferencista Eduardo Braun), en el marco de la inauguración del Nuevo Hub de Eventos Corporativos de Alterpoint en Yerba Buena. De hecho ambos trabajan juntos desde hace tres décadas. Esta es la entrevista que Marengo concedió a LA GACETA.
-¿Cree que las medidas que requerirá el Fondo serán más duras que en otras oportunidades?
- Si las medidas serán más duras que en otras ocasiones, creo que por primera vez en la historia de los acuerdos entre el Fondo y la Argentina, el país se presenta en situación de superávit fiscal, por lo que no creo que haya requerimiento adicional del que ya se autoimpuso el gobierno de Milei desde que asumió en el plano fiscal. Las dudas vienen desde el lado cambiario.
-¿Puede la Argentina crece a razón del 5% como se proyectaba, teniendo en cuenta que transitamos un año electoral y conflictivo?
-Argentina puede crecer más del 5% durante este año, porque el año anterior tocó un mínimo en abril y, desde entonces y hasta diciembre, se recuperó en un ritmo superior al 10% anualizado. Obviamente que la economía no crecerá a esa velocidad, pero el nivel alcanzado en diciembre deja para este año un crecimiento por el efecto del arrastre estadístico de más de tres puntos. Es decir que si la economía vaya a crecer por encima del 5% cuando el arrastre estadístico del año pasado es del 3,2% no luce nada ambicioso. Es probable que la economía cierre muy por encima del 5% en la medida que se mantenga el actual programa cambiario y fiscal, y se mantengan las políticas que viene instrumentando el gobierno.

-Siempre ha sostenido que todo pasa por la confianza. ¿La Argentina es hoy un país confiable para los inversores?
-La confianza es la base de la economía. En la medida que un país genera confianza, los programas económicos funcionan mejor que en otros que no la generan. Si la Argentina es confiable para los inversores, podríamos decir que, tomando como base el Riesgo País, es más confiable que hace un año. Ese indicador cayó un tercio en ese período. La Argentina tenía un Riesgo País que era seis veces superior a lo que es el promedio para América latina. Hoy es una vez y media. Ahora bien, cabe preguntarnos si es lo suficientemente confiable para que vengan inversiones. En esta cuestión hay dos temas. Primero, inversiones a la Argentina vendrán en sectores que demuestren que son competitivos como la agroindustria, oil and gas, cobre, litio y por detrás infraestructura e intermediación financiera. Pero también hay otros, como la economía del conocimiento y diseño e indumentaria. Si la pregunta es si hay fuerte flujo de inversiones, la respuesta está en el litio y en oil and gas, mientras que otros sectores vienen retrasados. Con la historia que tiene la Argentina, donde las inversiones que amortizan en el largo plazo demandan estabilidad en el largo plazo seguramente llevará más tiempo lograr ese flujo de inversiones.
-¿Argentina puede retornar al mercado voluntario de créditos internacionales?¿Cuáles son las condicionalidades?
-Para acceder a los mercados internacionales de crédito se necesita confianza. Es decir, que baje la tasa de interés, que baje el Riesgo País. En esa línea es clave la continuidad del superávit fiscal y, por otro lado, mostrar el fortalecimiento del Banco Central. Esto puede llegar a mostrar robustez en la situación macroeconómica del país y eso debería redundar en una baja del Riesgo País y, en la medida que baje ese indicador, la Argentina podrá pensar en retornar a los mercados internacionales de capitales. Insisto, se necesita persistir con el equilibrio fiscal, mejorar la situación de las reservas internacionales y, en la medida que el país pueda mostrar que, entre comillas, no necesita financiamiento, el mundo estará ávido por prestarle.
-¿Cómo puede desenvolverse la guerra comercial en medio de temores a una recesión global?
-El mundo presenta hoy tres factores de incertidumbre: lo primero es el riesgo geopolítico; lo segundo es la política geocomercial de Estados Unidos y lo tercero es la situación fiscal de ese país. Respecto de lo geopolítico, el panorama es demasiado complejo. La guerra entre Rusia y Ucrania; el conflicto entre Israel y Hamas y, por detrás la disputa entre EEUU y China para ver cuál será la potencia dominante de los próximos años o décadas constituyen el primer factor de incertidumbre. El segundo es la guerra comercial y el tema fiscal se habla poco cuando EEUU tiene un rojo de más de 7 puntos del Producto, con una inercia en el gasto en salud y seguridad social creciente por el envejecimiento de la población y otra en intereses porque van refinanciando la deuda a tasas del 3% o 4%, cuando el promedio está en el 2,5%. Esto genera un desafío acerca de cuál sería un programa de ajuste fiscal en Estados Unidos y sus implicancias, con el agravante de que la recaudación impositiva depende del ciclo económico y está con este desequilibrio fiscal tan grande aun en la fase expansiva del ciclo. Si se desacelera la economía o eventualmente entra en recesión, el déficit será mucho mayor y el costo del ajuste también.

-Donald Trump ha decidido afianzar sus políticas proteccionistas, ¿le sirve esto al mercado global? ¿Será permanente o transitorio?
-La política arancelaria siempre es una mala noticia para el mundo, ese mundo que aprendió que la forma de generar bienestar promedio en la sociedad es básicamente que cada país se especialice en la producción de los bienes en los cuales tiene ventaja comparativa y el resto comercializarlo con el resto del mundo. Esta política genera mejoras en promedio en el bienestar de la sociedad, pero también ganadores y perdedores. Trump, en su mandato anterior como también ahora, llega a ser presidente gracias al apoyo de los perdedores. De allí el famoso MAGA (Make American Great Again), es decir la promesa efectuada hacia los perdedores de volver a ser lo que eran hace 50 años atrás. Para eso las políticas arancelarias, que cambian los precios relativos, encarecen de una sola vez el valor de los productos importados; además, mejora su rentabilidad relativa, entonces se quiere producir más internamente ese bien, pero ese bien se hace más caro para los consumidores de ese país, con una particularidad, que EEUU, al ser una economía tan grande, al reducir su consumo, afecta al productor extranjero, porque tiene una fuerte caída en su demanda, con lo que parte del ajuste lo paga el resto del mundo. Dado este escenario, la peor respuesta que puede tomar el resto de los países del mundo es ponerle un arancel a los productos que vienen desde EEUU, porque cuando se hace eso, los otros países no son tan grandes y no hay impacto en la demanda global y encima el ciudadano de ese país como mexico o Canadá, le saldrá más caro los productos americanos. Así, el riesgo de la política comercial americana es que devenga en una guerra comercial en la que pierde todo el mundo y, en definitiva, toda la sociedad.
-¿Qué pasará con los productos argentinos más demandados por el mundo?
-Dependerá de la suerte de cada uno. Si Estados Unidos le pone aranceles a los bienes argentinos como viene amenazando, esos productos se ven fuertemente resentidos, como el caso de productos regionales como el limón que pasó en algún momento. Ahora hay otros que podrían resultar favorecidos, porque en la medida que EEUU le ponga aranceles a China y ese gigante asiático deje de importar soja desde EEUU y lo haga desde la Argentina para biodiesel, esto podría subir el precio de la oleaginosa nacional. Entonces dependiendo del producto y de la suerte que corra puede que hayan precios al alza y a la baja, pero es una situación subóptima, donde el efecto del arancel es el de una asignación ineficiente de recursos que se paga con pérdida de bienestar promedio de la sociedad, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
-El Gobierno ha señalado que es necesario arreglar la macro para que luego mejore la micro.
-El programa económico consta de dos estadios. Uno de estabilización y otro de eventual crecimiento. En el primero se escogieron al ancla fiscal y al ancla cambiaria para lograr bajar la inflación. La historia argentina se ha caracterizado por el desequilibrio fiscal que es la madre de todos los problemas y, como consecuencia de eso, al ahorrista en pesos se lo vivió estafando con inflación, devaluación, reestructuración de deudas, corralito, corralón, pesificación asimétrica, Plan Bonex y todo lo que pasó en la Argentina. La gente dejó de pensar en pesos y lo hace en términos de dólares. Por ende, cuando se mueve el tipo de cambio, inmediatamente eso pasa a inflación, con lo que un programa antiinflacionario demanda la estabilización del tipo de cambio. Creo que el programa que se aplicó es el correcto, más allá de alguna volatilidad que hubo a mediados del año pasado. Ahora, la segunda etapa es intentar un proceso de crecimiento sostenido como no lo tuvo la Argentina en 150 años. La tasa de crecimiento de ese período es el electrocardiograma de un paciente cardíaco. Entonces el gran desafío argentino es que, desde esta estabilización macroeconómica devenga en proceso de crecimiento sostenido.
¿Cree que la sociedad está percibiendo esa mejora a partir de la desaceleración inflacionaria?
-La desaceleración de la tasa de inflación es una buena noticia para una parte de la economía. Ahora también es un desafío para el sector productor, porque aquel proceso obliga a que el sector privado se vuelva eficiente, competitivo y productivo. La inflación le permitía al Gobierno licuar el gasto público, ocultando ineficiencias, pero lo mismo ocurría en el sector privado. En economías con alta inflación, los negocios son financieros. Es conseguir dólares oficiales, vender con la brecha que hay con el tipo de cambio al MEP u otro alternativo; intentar conseguir créditos a tasa fija y, si es a tasa real negativa, mejor aún. Con esos excedentes, intentar acopiar insumos importados al tipo de cambio oficial. Por eso digo que todos los negocios son decisiones financieras, pero cuando baja la inflación, se reduce la brecha cambiaria y el ritmo de la depreciación, la dinámica del sector productor cambia completamente. Baja la nominalidad de la economía y quienes sobreviven a ese mundo con baja inflación, son los más productivo, los que se especializan en un bien determinado. Al pensar todos en términos de dólares en Argentina, para que la tasa de inflación no se vuelva a acelerar, hay que mantener estable el tipo de cambio.