Cómo Argentinos del Norte volvió a brillar tras años de crisis: “Un club no se reconstruye solo”

Deudas, desorganización y abandono marcaron una época en Argentinos del Norte. Julio Gancedo, su presidente, cuenta cómo lograron resurgir hasta alcanzar el ascenso y los desafíos que vienen.

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FOTO: DIEGO ARAOZ - LA GACETA FOTO: DIEGO ARAOZ - LA GACETA
21 Marzo 2025

Cuando un grupo de apasionados asumió la conducción de Argentinos del Norte, no encontró un club. Encontró ruinas. Un escudo con historia, pero con cuentas en rojo, deudas que parecían insalvables y una institución que, en sus palabras, había sido convertida en “el fondo de la casa de un presidente”. No había luz, no había agua, no había rumbo. Pero no hay épica sin héroes, y en este caso había algo más fuerte que cualquier crisis: el amor por el club.

Julio Gancedo, egresado del colegio Sagrado Corazón, conocía cada rincón de Argentinos del Norte desde la infancia. Su padre había sido presidente del club, y él sintió que no podía quedarse de brazos cruzados. “No daba para más”, recuerda sobre aquel momento en que decidieron tomar las riendas. Así, junto a su hermano Hernán, quien asumió la presidencia antes que él, armaron un equipo de trabajo con la premisa de sanear y reconstruir. En 2024, Julio tomó la posta, acompañado por Raúl Ahumada, médico pediatra y actual tesorero, quien sostiene las cuentas desde hace cinco años.

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El desafío era titánico. Tenían que ordenar las finanzas y regularizar la personería jurídica, pero, sobre todo, recuperar la confianza de la gente. Durante la pandemia, sin fútbol ni ingresos, la incertidumbre era total. Fabricaron remeras y calcomanías para vender y sostener al club. Todo lo recaudado fue destinado a Argentinos del Norte. “Administramos pobreza”, dice Julio con crudeza, pero con la convicción de que cada pequeño paso los acercaba al objetivo.

El trabajo fue colectivo. Hernán, el “comandante del barco”, seguía siendo el líder natural del proyecto. Raúl equilibraba las finanzas y Gustavo Lapetina, director deportivo, hacía de todo: un día cambiaba un foco, al siguiente armaba un plantel y al otro lavaba la ropa. “Todólogo”, lo llaman. En realidad, es mucho más que eso: es el hacedor cotidiano, el que empuja el club desde adentro. “Podemos equivocarnos, discutir y tener diferencias, pero todas las decisiones, grandes y chicas, se toman pensando en el bien del club”, aseguran.

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El regreso a la cima

Con reuniones por Zoom y más esfuerzo que recursos, empezaron a ordenar todo: desde los papeles hasta la imagen institucional del club. “Antes, el club brillaba. Queremos devolverle ese esplendor”, enfatiza Julio. No era solo una cuestión estética: el club debía recuperar su identidad y sentido de pertenencia.

En lo deportivo, la apuesta también fue fuerte. Eligieron un cuerpo técnico, formaron un plantel competitivo y llegaron a tres finales seguidas. Las tres fueron derrotas dolorosas, pero nunca bajaron los brazos. “Estaba convencido de que la perseverancia nos llevaría a donde queríamos estar. El éxito deportivo es una consecuencia de que todas las áreas del club estén firmes”, dice Julio.

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A cinco años de aquella decisión, el cambio es evidente. El club volvió a brillar, literal y metafóricamente. En 2024 lograron el ansiado ascenso a la Primera División local. El 14 de diciembre quedó marcado como el día de la consagración, aunque para Raúl tuvo un significado aún más profundo. Mientras Argentinos celebraba su regreso a la élite, él vivía un torbellino de emociones: ese mismo día nació su hija, que falleció siete días después. “Viví todos los nervios juntos. No estuve en la cancha, pero gritaba los goles en los pasillos del sanatorio. Fue emocionante saber que los festejos fueron una locura”, relata con la voz entrecortada.

Más allá del éxito deportivo, la transformación institucional es el verdadero logro. Se ordenaron las finanzas y se llevaron a cabo mejoras edilicias. Con un presupuesto ajustado, reciclando materiales, negociando pagos en cuotas y, muchas veces, poniendo dinero de sus propios bolsillos, lograron cambiar la imagen del club. “La confianza que generamos es clave. Quien invierte en el club sabe que cada peso llega a destino”, asegura Raúl.

Lejos de depender de la política, Argentinos del Norte se maneja con un sistema autogerenciable. “Somos autosustentables. No hay dinero que venga de políticos ni sueldos pagados por favores externos”, aclara Julio. Aunque en algún momento recibieron subsidios para obras específicas, el objetivo siempre fue generar recursos propios.

Eso no significa que no reconozcan el rol del Estado en el desarrollo de los clubes. “Está ese discurso de que ‘un niño más en el club es un niño menos en la calle’. Y no es solo un discurso, es una realidad. Nos tocó ayudar a chicos con problemas económicos y familiares, y eso también es parte de nuestra tarea”, explica Julio.

Lo que viene

El sueño no termina con el ascenso. “Queremos volver a jugar un torneo nacional”, dice Julio con convicción. Reconocen que el gran desafío es la inversión. En Tucumán, salvo Atlético y San Martín, ningún otro equipo logra insertarse en la competencia nacional, algo que sí sucede en provincias vecinas como Salta, Jujuy y Santiago del Estero. “Necesitamos sponsors, apoyo empresarial. Sin inversión, no se puede crecer”, remarcan.

“El próximo paso es iluminar el estadio, pero es una inversión enorme”, admite Julio. Hoy, solo Ranchillos y Concepción del Sur tienen iluminación en sus canchas fuera de los grandes clubes de la provincia. “No es solo poner reflectores, hay que tener una conexión eléctrica en condiciones y después pagar la luz”, explica Raúl.

Mientras tanto, la vida del club sigue girando en torno a la pasión. “Nos preguntan por qué seguimos. Porque nos gusta, nos apasiona. No cobramos un peso, al contrario, ponemos. No podríamos estar lejos”, confiesa Raúl.

Argentinos del Norte sigue en marcha. No es una historia de éxito inmediato ni de promesas vacías, pero sí de lucha, esfuerzo y amor genuino por una institución que es mucho más que un club. (producción periodística: Sofía Lucena)  

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