Día Mundial del Agua: un recurso en crisis y mal administrado

En Tucumán se consumen 56.000 m³ de agua por hora; un 30% de ese volumen se pierde por fugas y por conexiones clandestinas.

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RECURSO VITAL. Los acuíferos aportan entre el 50% y 60% del agua que se consume en la provincia. RECURSO VITAL. Los acuíferos aportan entre el 50% y 60% del agua que se consume en la provincia.

“El cambio climático hace que el agua de lluvia nos llegue de modo errático y, a veces, aleatorio. Hay meses que llueve el total de lo que debería caer en un año. Y luego tenemos tres o cuatro meses sin lluvia”. Con estas palabras, el geólogo y especialista en hidrogeología Jorge García advierte sobre la situación del agua en Tucumán y la necesidad de una gestión estratégica del recurso. En el marco del Día Mundial del Agua, el desafío de garantizar su acceso para toda la población y evitar su derroche se vuelve prioritario.

El agua es un recurso esencial y, en Tucumán, su disponibilidad está en peligro. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que para 2030 la demanda mundial superará la oferta en un 40%. Actualmente, un 30% del agua en el mundo se pierde por fugas en tuberías, y la mitad de las camas hospitalarias está ocupada por pacientes con enfermedades derivadas de la falta de agua potable. En este contexto, la provincia enfrenta el desafío de administrar eficientemente un recurso escaso y evitar su desperdicio.

¿Cómo se usa el agua?

Marcelo Caponio, presidente de la Sociedad Aguas de Tucumán (SAT), señala que el consumo provincial es de 56.000 m³ por hora. Sin embargo, un 30% de esa cantidad se pierde por fugas y por conexiones clandestinas. La SAT abastece al 92% de la población, mientras que el resto depende de otros prestadores o de tomas irregulares. “La ciudadanía debe hacer un uso responsable y solidario del agua”, sostiene Caponio, y detalla algunas prácticas clave: “Arreglar fugas, evitar el uso de mangueras, no regar, lavar el auto con balde, tomar duchas cortas y cerrar el caño mientras nos afeitamos o lavamos los dientes”. El funcionario también destaca la importancia de la educación ambiental desde la infancia y afirma: “Cambiar los hábitos de los adultos es difícil”.

Abundancia y carencias

García explica que el acceso al agua en Tucumán depende de su geología. “Las sierras del Aconquija interceptan los vientos húmedos del Atlántico y generan lluvias de hasta 2.000 mm anuales, mientras que hacia el este las precipitaciones descienden a menos de 500 mm”. Sin embargo, advierte que la calidad del agua varía según la zona. Mientras que en la sierra el agua es fresca y de baja salinidad, en El Cadillal y Tapia se carga con sales minerales, lo que la convierte en “agua dura”.

El abastecimiento se divide entre aguas superficiales y subterráneas. “Los acuíferos aportan entre el 50% y el 60% del agua que consume San Miguel de Tucumán y, a diferencia del agua superficial, no requiere tratamiento previo, solo cloración”, explica el experto. En los últimos años, se han perforado pozos de hasta 300 metros de profundidad para acceder a nuevos acuíferos, sin sobreexplotar los niveles existentes de 100 metros.

Desperdicio y excesos

Uno de los principales problemas es el derroche de agua potable. “En Tucumán se consumen 400 litros por habitante y por día (l/h/d), y en verano la cifra llega a 500 l/h/d o más. En países desarrollados, el consumo es de 100 o 150 litros por día”, advierte. El especialista plantea la necesidad de reutilizar el agua en usos secundarios, como la limpieza y los inodoros. “El agua de lavar la ropa podría emplearse para limpiar pisos o el auto. No es necesario usar agua potable para todo”. Las pérdidas en la red también representan un problema grave. “Algunas cañerías de hierro de fundición tienen décadas de antigüedad”, señala. La expansión urbana descontrolada agrava la situación. “La ciudad creció hacia zonas elevadas donde la geología no es favorable para perforar pozos profundos. Esto genera problemas de abastecimiento”, añade García.

Políticas hídricas

Para garantizar el agua en el futuro, se requiere una política de gestión integral. “Debe haber un acuerdo programático entre los organismos de gobierno y la sociedad para planificar un nuevo Gran San Miguel de Tucumán de cara a 2030-2050”, afirma García. Esto implica analizar los recursos disponibles y definir hacia dónde expandir la ciudad para evitar el colapso del sistema de agua.

El cambio climático también juega un papel clave en la gestión del recurso. Las lluvias son irregulares y, en algunos meses, cae toda el agua que debería distribuirse a lo largo del año. “Se necesitan diques y represas para almacenar el agua en períodos de exceso y utilizarla en los meses secos”, sostiene el geólogo. También propone la recarga artificial de acuíferos mediante la inyección de agua en los cauces de ríos o pozos de infiltración.

Proteger la calidad en los diques El Cadillal y La Angostura

La Universidad Nacional de Tucumán (UNT), la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) y la Secretaría de Producción firmaron un convenio este mes para desarrollar un proyecto técnico-científico que monitoree y controle las algas en los embalses Celestino Gelsi y Dique La Angostura. El acuerdo busca garantizar la calidad del agua. Investigadores y técnicos realizarán estudios sobre la presencia de algas y otros parámetros ambientales para anticipar problemáticas y proponer soluciones en beneficio de Tucumán. El propósito es un diagnostico biológico con el objetivo fundamental evaluar el estado ecológico de estos cuerpos.

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