La democracia sentencia que los miembros de una asamblea legislativa son representantes del pueblo cuya atribución es ratificada en la Carta Magna. Se indica que el Poder Legislativo es ejercido por un Congreso conformado por dos cámaras, cuyo número en conjunto es de 329 personas, las que deben “concurrir” a sesiones de manera ordinaria y/o extraordinaria. La primera de ellas se realiza el primer día de marzo y culmina el 30 de noviembre. El Presidente de la Nación realiza la apertura sin importar el día de la semana (inciso 8 del Art. 99). Es de suponer que, por ética y responsabilidad contraída al momento de juramentar como senador o diputado, la asistencia a ese encuentro democrático es obligatoria; de lo contrario demuestran analfabetismo al no comprender la norma escrita en la Constitución. En última sesión sólo asistió al recinto un tercio de los legisladores, como un ejemplo tácito del porcentaje de analfabetismo reinante en la nación. Es de entender que los elegidos tienen el compromiso de memorizar con punto y coma los 129 artículos de la Ley argentina de leyes así como las disposiciones transitorias. Ese saber es una exigencia de la cultura, aunque la Constitución de la Provincia de Tucumán en el inciso 7° del Art. 144 considera la obligación de analizar su contenido en todos los ámbitos del Ministerio de Educación. Por si fuera poco, un profesional de la medicina trasgredió la sencilla norma educativa de escuchar sin interrupción en una ceremonia, más aun tratándose del cumplimiento del principio constitucional que tiene el primer mandatario de dar cuenta al pueblo de su gestión mediante sus representantes al momento de abrir la sesión legislativa ordinaria. No hemos aprendido a criticar exponiendo el mismo tiempo una idea contraria y de mayor importancia. Cada uno de los legisladores, al menos según versiones periodísticas, dispone de asesores pagados por el pueblo, por lo que cada recinto legislativo debiera convertirse en un salón extraordinario de proposiciones orientadas al desarrollo y progreso de la nación. A diferencia de otros países y por medio de los medios informativos no hemos visto la presencia de ex jefes de Estado. Esto último se observa en cada una de las ceremonias oficiales de celebración. Lo que no sabemos es si fueron cursadas las invitaciones correspondientes; o si lo hicieron, son poco o nada participativos, dedicándose únicamente a recibir los emolumentos por los servicios prestados.
Fernando Sotomayor
Alberdi 139 - S. M. de Tucumán