A principios de los noventa, el “Indio” Solari inmortalizaría una frase que cautivaría para siempre a sus seguidores: “el lujo es vulgaridad” rezaba el hombre calvo y de anteojos oscuros en “Un poco de amor francés”, un himno indudable en la historia ricotera. Años más tarde, en su memorias “Recuerdos que mienten un poco”, el músico apuntaría que dicha frase se la había escuchado a alguien pero no precisaría su origen.
Hoy esa frase ha vuelto a masificarse pero ya no en estadios ni en bares, sino en Tik Tok. De forma fragmentaria, en tono de denuncia y casi como un llamado a un boicot mundial, en los últimos días se viralizaron videos de supuestos empleados de fábricas chinas que aseguran un bolso Louis Vuitton, que puede costar un poco más de 2.700 dólares en tiendas oficiales, se puede conseguir por solo 600 dólares. Una cartera Prada, que cuesta 500 dólares, también se podría conseguir por una décima parte. Los protagonistas aparecen en el interior o en las afueras de alguna de las miles de fábricas textiles que tiene el país asiático y aseguran que están revelando estas diferencias de precios para contraatacar a la imposición de aranceles que Estados Unidos lanzó en las últimas semanas contra su nación. Entre otras marcas, se mencionan productos de Lululemon Athletica, Nike, Apple, Hermès, Gucci, Chanel y Saint Laurent.
Estos mensajes aparecen en Tik Tok como contenido creado por las propias fábricas que abastecen productos a las marcas de lujo más conocidas en el mundo y al parecer, están cumpliendo su objetivo. Los estadounidenses están consumiendo de forma masiva estos videos y en los últimos días impulsaron el crecimiento de dos firmas de comercio electrónico chinas, DHgate y Taobao. Según la consultora Sensor Tower, estas aplicaciones estuvieron entre las más descargadas en Estados Unidos, con el objeto de comprar allí productos de lujo de forma directa a las fábricas y a un precio extremadamente bajo. Consumir de esta manera no solo sería más económico sino hasta más inteligente. En los videos también aseguran que los bolsos de marcas de alta gama se fabrican en China y luego se envían a otros países para colocarles etiquetas de origen europeo, elevando así su precio. Por estas horas ya se pueden ver también contenidos en español y con conductores latinoamericanos que se hicieron eco de estas abismales diferencias.
Aclaraciones
Sin embargo, algunas cosas parecen haberse aclarado. En primer lugar, distintas fábricas chinas desconocieron haber publicado dichos videos y serían influencers chinos los que estarían impulsando esta campaña. Además, las textiles aclararon que no venden productos de forma directa y mucho menos a través de las aplicaciones mencionadas. En segundo lugar, las marcas de lujo también comenzaron a publicar comunicados negando vínculos con las supuestas fábricas que aparecen en los videos. Un portavoz de Lululemon, por mencionar un caso, dijo que la empresa fabrica sólo el 3% de sus productos en China continental y que los productos auténticos solo están disponibles para su compra en las tiendas, sitios web oficiales y socios autorizados. Y en tercer término, los productos que aparecen promocionados por los influencers no son los mismos que luego llegan a las tiendas occidentales. Se trata de imitaciones o productos falsificados, creados a un nivel casi imperceptible.
“Están tratando de confundir a los fabricantes falsos de China con los fabricantes reales”, señaló Conrad Quilty-Harper al medio The Independent, autor de Dark Luxury, un boletín sobre la industria de lujo. “Son muy inteligentes con sus redes sociales y son muy eficaces a la hora de impulsar la demanda en Occidente”, agregó el especialista. Otros expertos también alertaron que detrás de estos precios también podría haber distintas modalidades de estafas digitales. Aunque no sean los originales de Apple o Prada, es evidente que el deseo de aparentar es mayor a la conciencia sobre qué tal auténtico puede ser un producto. Además, esta explosión de consumo revela también la efectividad que tiene el algoritmo de Tik Tok, el cual está siendo cuestionado justamente en Estados Unidos por pertenencia a China y su supuesta capacidad de instalar campañas a favor del gigante asiático.
El lujo no solo es vulgaridad, es locura y campo de batalla. Curiosamente hace una semana falleció el hombre que quizás ayudó a develar el origen de la frase de Solari. En su libro “Medio siglo con Borges”, Mario Vargas Llosa editó una entrevista que le había hecho al autor de “El Aleph” y en dicha oportunidad, el escritor argentino sostuvo: “El lujo me parece una vulgaridad”. La crítica también tiene sus orígenes borrosos, pero quizás no por falta de honestidad intelectual sino porque la ambición cambia de piel constantemente. Lo curioso es que ahora es aprovechada por algoritmos y desmesuras globales de una guerra cada vez más incontrolable.



















