

Lo que pasó en en Bahía Blanca el 7 de marzo fue un suceso denominado extraordinario, donde cayeron 290 milímetros de agua en 12 horas, 210 durante las primeras seis horas, y 80 en las seis siguientes, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
El SMN lo califica de extraordinario porque según sus modelos climatológicos este desastre puede darse en Bahía Blanca, en promedio, una vez cada 100 años
El 8 de marzo se registró en el Área Metropolitana de Tucumán (AMET) una lluvia de 130 mm en cuatro horas que afortunadamente no produjeron graves daños ni pérdidas de vidas humanas, más allá del caos que ocasionan las fuertes correntadas.
Este milimetraje es usual para Tucumán entre diciembre y marzo y tormentas como la de Bahía Blanca en el AMET pueden ocurrir cada una o dos décadas, es decir que existen entre cinco y diez veces más posibilidades de que el AMET atraviese por un desastre climatológico como el de la ciudad del sur bonaerense.

El ingeniero hidráulico Franklin Adler, autor del estudio “Los problemas del agua”, aclara que “las inundaciones se relacionan no solo a la magnitud de las precipitaciones sino también, y muy conexas, a diversos factores humanos, como el mal uso del suelo, las deforestaciones, las urbanizaciones sin planificación y sin previsión de las obras de infraestructura necesarias, la falta de mantenimiento de ellas y el avanzado deterioro en que caen consecuentemente”.
Los canales insuficientes
El AMET está integrado por los municipios Capital, Yerba Buena, Tafí Viejo, Las Talitas, Alderetes, Banda del Río Salí y una decena de comunas.
Adler explica que la pendiente del territorio hace que el agua escurra en general en dirección noroeste-sudeste, de Tafí Viejo, Yerba Buena y Las Talitas, hacia la capital y el río Salí.
Como ejemplificó José Názaro en su columna “El escarnio de vivir en una ciudad quebrada” (LA GACETA, 28/3), una fuerte tormenta ocurrida en Yerba Buena puede llegar a inundar a Los Chañaritos, aunque en esta zona del sur de la capital no haya caído una gota.
“La capital que está circunscrita por dos canales protectores de gran magnitud: el Canal Norte, de 1935, y el Canal Sur, de 1976, y otro menor, el San José. Ambos fueron concebidos en su origen como cinturón perimetral protector de la capital, recibiendo aguas pluviales de cuencas más permeables que las actuales. La expansión urbana y la transformación de suelos agrícolas posteriores a 1976 significaron enormes incrementos de la escorrentía. Sumados a problemas de defectos de ingeniería, de construcción, de escaso mantenimiento y la avanzada destrucción, hoy presentan un notorio deterioro e insuficiencia para el escenario actual”, advierte Adler.
Y agrega: “Su potencial colapso, producto de lluvias extraordinarias (o muy importantes), significaría irrupciones de grandes masas de agua sobre el área más densamente poblada con previsibles grandes daños a la población”.
En Yerba Buena se construyeron en la última década dos colectores de desagüe importantes (Bulevar 9 de Julio y Solano Vera-San Luis). “El primero es pasible de crítica por haber sido construido en un orden indebido dentro de un plan director. Como consecuencia recibe de una cuenca muy superior a la adoptada para su diseño y su eficacia resulta baja.
También el Canal Yerba Buena adolece de serios defectos de concepción y construcción y sufre serios problemas de destrucción”, opina el ingeniero.
Tafí Viejo y Las Talitas tienen algunas obras de desagüe que derivan al ya menguado Canal Norte. “Faltan ejecutar obras de gran envergadura, especialmente en la parte norte y este del municipio”, dice Adler, para evitar posibles desastres como el de Bahía Blanca.
Qué obras hacen falta: hay que reformular los canales Norte y Sur
El ingeniero Franklin Adler enumera algunas de las acciones que deberían encararse a la brevedad y a largo plazo: “Las obras de desagüe pluvial del AMET necesarias para completar todo el sistema necesario son numerosas y muy costosas. El crecimiento urbano sin planificación ni ordenamiento llevó a la acumulación de enormes carencias de infraestructura de manejo de aguas pluviales.
Conseguir que el AMET esté en condiciones de soportar situaciones extremas de inundaciones será un proceso de largo plazo.
Las dos obras hidráulicas prioritarias son la reformulación, reconstrucción y reparación de los canales Norte y Sur.
Habría que construir también el desvío del canal Yerba Buena hacia el arroyo El Manantial (canal La Rinconada), para aliviar al canal Sur.
Detectar áreas urbanas inconvenientes para construir y relocalizarlas, como zonas bajas, zonas sin salidas de aguas, riberas de ríos y canales, etc.
¿Está el Estado Provincial en condiciones de asumir la responsabilidad que le cabe de lograr un Área Metropolitana relativamente segura frente a los extremos de las inundaciones?
Lamentablemente, no existió en los poderes Ejecutivos y Legislativos del reciente medio siglo, inclinaciones en esa dirección.
La creación de la Autoridad Única del Agua surge como una necesidad imperiosa, no sólo para el tema de las inundaciones sino para todas las problemáticas del agua, como el agua potable y el saneamiento, el agua para regadío, para industrias y para la preservación de la calidad de los recursos hídricos y el medio ambiente”.