

Caminar por el estadio José María Minella es como recorrer las ruinas de un gigante vencido por el tiempo. Las butacas están rotas o cubiertas de polvo, las paredes descascaradas, los accesos oxidados. La tribuna principal, clausurada desde hace casi cuatro años, amenaza con desprenderse, y el óxido avanza como una enfermedad silenciosa sobre cada estructura metálica. Conocido popularmente como el “Mundialista” de Mar del Plata, atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. Inaugurado para el Mundial de 1978, fue durante décadas un ícono del deporte y la cultura en Argentina, pero hoy se encuentra sumido en un alarmante estado de deterioro. Las instalaciones están obsoletas y, a excepción de unas pocas cabinas de prensa, ni los palcos ni las tribunas están habilitados. Sin mantenimiento ni fondos estatales, el escenario que supo albergar a Queen, Charly García, la Copa del Mundo y el Sub-20 de 2001, se desmorona.
El Minella es municipal, pero nunca pudo afrontar los costos reales de su reacondicionamiento. “Siempre fueron lavadas de cara”, resume Víctor Molinero, periodista deportivo de La Capital de Mar del Plata. “En los últimos años, la estructura del techo ya se había vuelto peligrosa, pero no está el dinero para afrontar el arreglo que cuesta millones de dólares. Nación no aporta para obra pública, y entre provincia y municipio no hay buena sintonía. Se tiran con todo por redes y medios. Por eso, no queda más remedio que avanzar con un proceso de licitación, aunque viene muy lento”, detalló en diálogo con LA GACETA.

Lo cierto es que el 29 de abril será una fecha clave: ese día se abrirán los sobres de las empresas interesadas en quedarse con la concesión por 30 años (con opción a diez más) no solo del Minella, sino también del Polideportivo Islas Malvinas y los espacios comunes del Parque Municipal de los Deportes. La idea del intendente Guillermo Montenegro es convertir esa zona en un polo deportivo, cultural y económico, con shows y eventos durante todo el año.
“Es entender a dónde va el mundo con la industria del deporte como espectáculo, con marcas, privados, restaurantes, acciones de comercio y comunicación”, había declarado Montenegro al ser consultado sobre la situación.

El pago periódico exigido es de 120 millones de pesos, pero comenzaría a abonarse recién 36 meses después de la firma del contrato. El pliego también otorga puntos extra a quienes concreten convenios con la AFA o incorporen más espacios al parque deportivo. En ese sentido, hasta ahora, hay dos empresas interesadas: Fenix Entertainment Group, organizadora de espectáculos con más de 40 años de trayectoria, y Minella Stadium S.A., creada en 2024 y encabezada por Rafael Trevisán, abogado vinculado al derecho deportivo. Ambos grupos, según informó el periodista Mariano Suárez, realizaron visitas técnicas y consultas, pero sus principales preocupaciones giran en torno al deplorable estado de las instalaciones.
Especialmente, el techo de la tribuna, cuya reparación sería millonaria y obligaría a cerrar completamente el estadio por un tiempo indefinido. “Habrá que ver por cuánto tiempo queda inhabilitado el estadio y dónde van a jugar Aldosivi y Alvarado, que no tienen cancha propia”, advirtió Molinero.

No obstante, el abandono del Minella también motivó el nacimiento de un proyecto documental. Cristian Serio, junto al productor Jorge Jaskilioff, está filmando “El Minella, la historia del estadio”, un recorrido audiovisual que busca rescatar el valor patrimonial del coloso marplatense. “El punto de partida fue la clausura de la tribuna techada en septiembre de 2021. Desde entonces, nada avanzó. Entendimos que había una excusa para contar la historia del estadio: no solo fue sede del Mundial 78, sino que por allí pasaron grandes eventos deportivos, culturales y recitales históricos. Es parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad”, explicó Serio.

¿Pudo haber estado en Tucumán?
El documental también aborda un dato poco conocido: el estadio estuvo muy cerca de no construirse en Mar del Plata. “Inicialmente, se pensó en hacer subsedes en Tucumán y Corrientes. Pero la elección final respondió a cuestiones turísticas: Mar del Plata estaba mejor preparada en hotelería, gastronomía y tenía una mejor conexión con Buenos Aires”, contó Serio.
Así, nuestra provincia, a pesar de su rica historia futbolera y su centralidad geográfica, quedó afuera por falta de infraestructura, en una decisión donde pesó más el escaparate internacional que el federalismo.

Las obras del Minella arrancaron en octubre de 1975, en el final del gobierno de Isabel Perón, y se aceleraron durante la dictadura militar bajo la gestión del almirante Carlos Lacoste. Con “chequera abierta”, se profundizaron los gastos en un contexto de ajuste nacional, donde los estadios se convirtieron en símbolos de propaganda. De esta manera, finalmente fue inaugurado el 21 de mayo de 1978, a menos de un mes del Mundial.
Hoy, ese emblema se encuentra en una encrucijada. Entre el olvido y la esperanza. Entre el polvo del abandono y el espejismo de la licitación. Las próximas semanas serán decisivas para saber si el Minella vuelve a ser protagonista… o si su historia se convierte definitivamente en nostalgia.