La muerte de Vargas Llosa: un adiós íntimo para un gigante de las letras

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INSTRUCCIONES. El escritor dejó precisiones concretas para su último adiós y no incluían ceremonias públicas. INSTRUCCIONES. El escritor dejó precisiones concretas para su último adiós y no incluían ceremonias públicas.
15 Abril 2025

“Escribir no es una manera de ganarse la vida, sino de vivirla más intensamente”. Así vivió Mario Vargas Llosa, y así lo despidieron sus seres más queridos. Lejos de los homenajes multitudinarios o las ceremonias públicas, el escritor peruano, fallecido el domingo a los 89 años, recibió ayer el adiós íntimo que pidió en vida. Solo su círculo más cercano participó de esta despedida que tuvo lugar en Lima, su ciudad natal.

La presidenta de Perú, Dina Boluarte, fue una de las pocas figuras públicas que acudió a rendirle homenaje en el ámbito reservado dispuesto por la familia, para cumplir con el deseo del escritor. La mandataria llegó al lugar en silencio, y se retiró de la misma manera acompañada por algunos funcionarios de su gabinete.

“Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, comunicaron sus hijos al anunciar el fallecimiento de uno de los escritores más importantes de su generación. También aclararon que “sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”.

Silencio

En una época donde las despedidas suelen medirse en trending topics y transmisiones en vivo, el último deseo del Nobel de Literatura fue el silencio. La intimidad, y el recogimiento. Una forma de irse en calma, rodeado por los suyos, como quien cierra con cuidado su último capítulo.

Aun así, el eco de su muerte se sintió en todo el mundo. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, lo despidió en redes como “un maestro universal de la palabra”. Desde América Latina, Francia y España, políticos, escritores y lectores compartieron su conmoción y gratitud por una obra que dejó su huella.

Mario Vargas Llosa escribió con pasión, debatió con vehemencia y vivió con intensidad. Y mientras su familia le da el adiós que él pidió, a sus lectores les queda lo único que no muere: sus palabras.

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