Sor Lucía Caram, tras la muerte del papa Francisco: “Hoy me siento huérfana”
La noticia del fallecimiento del papa Francisco golpeó profundamente a millones de fieles en todo el mundo. Pero para algunos, la pérdida es más que institucional o simbólica: es personal. Tal es el caso de la tucumana Sor Lucía Caram, monja dominica y activista incansable, quien en diálogo exclusivo con LA GACETA confesó entre lágrimas: “Hoy me siento huérfana”.
Durante la entrevista con LG Play, Sor Lucía compartió recuerdos íntimos de su relación con el pontífice argentino, a quien definió como “un padre, un consejero y un amigo”. Su vínculo con él -dijo- fue profundo, frecuente y cargado de misión compartida: “En estos dos últimos años lo vi muchas veces. Me pedía que fuera sus ojos y sus manos en Ucrania. Lloraba por la injusticia, por la guerra. Era un hombre de compasión”.
Para Sor Lucía, la figura de Francisco fue más que la de un líder espiritual. Representó un cambio de paradigma en la Iglesia. “Francisco nos abrió puertas y ventanas. Habló de una Iglesia de salida, que va hacia las periferias, que abraza al que está excluido incluso por la propia Iglesia”, dijo con voz quebrada.
Recordó cómo el Papa defendió con valentía a inmigrantes, marginados, y a comunidades históricamente silenciadas, como el colectivo LGTB, al que recibió en el Vaticano con los brazos abiertos: “Él dijo: ‘Publíquenlo, no tengo problema. La Iglesia tiene que recibir a todos’”.
A nivel político, Francisco tampoco tuvo filtros. Su firmeza al denunciar las injusticias, su cercanía con líderes de orígenes ideológicos opuestos, y su capacidad para sostener el diálogo incluso en contextos adversos, fueron destacadas por la hermana: “Fue un Papa muy libre. Luchó por la paz y la justicia sin mirar con quién dialogaba”.
La última vez que se vieron fue en enero. Conversaron sobre Ucrania y sobre las misiones humanitarias que Sor Lucía impulsaba en el terreno. “Después, ya no pudo escribirme, pero seguía recibiendo mis mensajes. Su secretario me decía que los leía, que los agradecía”, recuerda.
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"No tenía sueldo"
Sor Lucía reconoció que el legado de Francisco marca una línea que no tiene marcha atrás: la de una Iglesia más humana, austera y comprometida. “Francisco vivió con sencillez. No tenía sueldo, manejaba su propia agenda, escuchaba a todos, incluso a quienes lo criticaban. Era un papa de camiseta, como se vio la semana pasada, saliendo de la cama en silla de ruedas, solo para estar con la gente”.
Respecto al futuro de la Iglesia, Caram fue clara: “El próximo Papa tiene un desafío enorme. Vivimos en un mundo polarizado, con cambios vertiginosos. Pero lo que necesitamos es lo mismo que él nos dio: un papa cristiano, que crea en el Evangelio, que viva la revolución de la ternura”.
Sor Lucía dejó una última reflexión, cargada de emoción y esperanza: “He perdido un padre, pero no su legado. Él abrió un camino. Y ese camino no se puede cerrar”.
















