"El Papa argentino será siempre el Papa del pueblo"

Compatriotas de Francisco hablaron con LA GACETA en el Vaticano y lo recordaron con emoción.

DE ROSARIO. Laureano y Giselle, y su hijo Faustino. DE ROSARIO. Laureano y Giselle, y su hijo Faustino.

Laureano busca las palabras con cuidado. El viernes, muy temprano, hizo la fila y llegó a estar frente a frente con el Papa en la Basílica de San Pedro. Ahora, pasado el mediodía y luciendo la camiseta de la Selección, juega con el pequeño Faustino en plena Avenida de la Conciliación. De fondo se recortan el templo y su magnífica cúpula, proyectada y construida por Miguel Ángel. “Creo que veníamos de un Papa distinto, más frío, lejano -sostiene Laureano, refiriéndose a Benedicto XVI-. Pero estos 12 años de Francisco renovaron la fe de muchísima gente. Fue una vuelta a la espiritualidad”.

Hace cuatro años Laureano y Giselle levaron anclas, dejaron el rosarino barrio de Belgrano y se instalaron en Roma, muy cerca de El Vaticano. Faustino “parla italiano”, pero cuando se lo piden también dice lo suyo en castellano. Es una familia que eligió el camino de la migración, pero con las raíces argentinas manteniéndose fuertes. “Le decimos adiós a un hombre humilde, identificado con la gente común -resalta Laureano-. Por eso el Papa argentino será siempre el Papa del pueblo”.

DE ROSARIO. Laureano y Giselle, y su hijo Faustino. DE ROSARIO. Laureano y Giselle, y su hijo Faustino.

A Lira Fernández, vecina de Caballito (Ciudad de Buenos Aires), le costó explicar los sentimientos generados por el encuentro con Francisco. “Fue una emoción tremenda”, sostuvo. Al cordobés César Romero Duarte le pasó lo mismo, como a todos. “A medida que nos íbamos acercando al altar para verlo se me hacía un nudo en la garganta -relató-. Parece mentira que se haya ido. No fue una sorpresa, ya sabíamos que estaba enfermo, pero de todos modos el impacto se siente”.

DE BUENOS AIRES. Lira Fernández, vecina de Caballito. DE BUENOS AIRES. Lira Fernández, vecina de Caballito.

Este fenómeno representado por los funerales de Francisco va más allá de todo. Por ejemplo, la presencia en El Vaticano de no creyentes o de quienes confiesan otros credos no deja de sorprender. Llegados desde La Plata, Ramiro López, Soledad Piazza y sus tres hijos -Marina, José y Ramón- reconocieron: “no somos creyentes, pero esto es demasiado fuerte”. Fue el propio Ramiro quien explicó que encontrarse en estos momentos en Roma fue una casualidad, pero que la oportunidad de participar de este acontecimiento es algo que nadie puede perderse.

“Queríamos que los chicos lo vean, que participen y que sean testigos de este momento histórico. Ellos ni siquiera están bautizados, pero creemos que es importante que asistan a todo esto y tomen conciencia de lo que estamos viviendo -sostuvo Ramiro-. Este es un sentimiento muy grande, pensemos que se trata de un Papa argentino que hablaba en argentino, un líder mundial que está por encima de cualquier presidente y que es la historia viva del mundo contemporáneo. Queremos que nuestros hijos estén presentes y que vean, que escuchen y que lo cuenten en el futuro”.  Y en la despedida Ramiro apuntó: “¡tengo grandes amigos en Tucumán!”

Imposible no identificar como argentino a Oscar Flores: la camiseta con la 10 de Messi en la espalda lo decía todo. Y por si fuera poco, ondeaba una bandera albiceleste en las manos. Oscar y su familia llevan 20 años viviendo en Italia, en Pavia. Les tomó cinco horas y media de viaje llegar a Roma para saludar a un Papa que sienten uno más de los suyos, un invitado permanente a la intimidad del hogar. Lo subraya Daniel, hermano de Oscar: “su humildad nos representa”. Los Flores son futboleros y fanáticos de River (“esperamos el domingo para ganar el superclásico”, dicen), al punto de que el hijo de Oscar se llama Diego Armando. Resignada y con una sonrisa, Giusepina -la mamá- tuvo que aceptar la imposición.

Oscar Flores, Diego Armando Flores y Giusepina. Oscar Flores, Diego Armando Flores y Giusepina.

La presencia patagónica la pusieron Ester y Luisina, hermanas oriundas de Comodoro Rivadavia a las que el cambio de planes decretado por el fallecimiento del Papa les cayó como una especie de bendición. Es que acercarse a Francisco en alguna recorrida del Papamóvil formaba parte del itinerario de vacaciones; ahora el encuentro fue muy diferente. “Es doloroso, sí, pero también una bendición que hayamos experimentado este momento -explica Ester-. Lo vimos en paz, como diciendo: ‘ya cumplí con la misión, ahora sigan ustedes’. A mí esa clase de pensamiento me conmueve”.

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