Carlos Duguech
Analista internacional
Hace algunas semanas titulábamos esta columna: Las contradicciones (y la soberbia) de Trump: “sólo yo”. Entonces, el extravagante multimillonario apenas había superado los primeros 100 días en la Casa Blanca. Tan torpe el Trump del primer mandato como el de ahora, aunque esta vez se lo vea más radicalizado, más autocatalogado “dueño” del destino de su país. Y del mundo. El 8 de mayo de 2018 confirmó públicamente que los EEUU abandonaba el acuerdo denominado “G5+1” conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), sus siglas en inglés, suscrito en Viena en 2015. Un acuerdo excepcional con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (CS) más Alemania, en su condición de representante de la Unión Europea (UE). A la sazón gobernaba EEUU Barack Obama, en su segundo mandato.
Como consecuencia de ese singular acuerdo una de las condiciones pactadas era la suspensión de las sanciones económicas que venía soportando Irán. Pero, con el desprendimiento de los EEUU por decisión de Trump, se restablecieron sanciones a la República Islámica de Irán. No demoró nada la respuesta del gobierno iraní. Si el acuerdo, tan laboriosamente estructurado entre los 5+1 con Irán fracasaba, el régimen islámico se prepararía para retornar al enriquecimiento de uranio a nivel industrial. Simple respuesta y natural consecuencia esperable. Por su parte Francia y Alemania, además de la Unión Europea (UE) defraudadas. La alta representante de la política exterior de la UE entonces, Federica Mogherini, se expresó de modo contundente, basándose en principios del derecho internacional: “El acuerdo nuclear con Irán es la culminación de 12 años de diplomacia. Pertenece a toda la comunidad internacional. Ha estado funcionando y está cumpliendo su objetivo, que es garantizar que Irán no desarrolle armas nucleares. La UE está decidida a preservarlo”. Claras y definitivas precisiones sobre la naturaleza e importancia estratégica del acuerdo abandonado por Trump.
Israel apoya
Siendo uno de los nueve países nucleares del mundo Israel nunca lo negó ni lo afirmó. Al igual que las respuestas del ex gobernador Bussi cuando se le requirieron precisiones sobre una cuenta en Suiza no incluidas en su declaración jurada. Sonoras expresiones que, como en este caso de Israel, orientan directamente la interpretación de esos dichos en el sentido natural: “afirmativo”, con derrota natural por esa ambigüedad. Israel no suscribió nunca el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN) que faculta a la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica) a realizar inspecciones de constatación. Y una perla, en este terreno de las comparaciones, válidas para una mejor interpretación de los hechos: la República Islámica de Irán sí es parte comprometida en ese tratado internacional. Sin embargo, a contrario sensu, la OIEA no puede ni debe, por sus estatutos, ingresar al territorio israelí para comprobar el cumplimiento de un tratado que Israel nunca firmó.
Llamativo es el apoyo que en ese tiempo (setiembre de 2018) le expresara Netanyahu a Trump cuando, al igual que ahora, ejercía como primer ministro de Israel. Manifestó, al enterarse de la definición de Trump de abandonar el convenio multilateral con Irán, que jamás estuvo de acuerdo con el tratado. E incluso le había hecho llegar esa opinión a Trump. Por otra parte llegó a advertir que no imponer las sanciones a Irán era una política que llevaría al desastre. Y centró su posición expresando: “Felicito al presidente Trump por haber tomado la decisión correcta”. Una muy torpe visión de la política internacional y sobre el panorama del conjunto de los nueve países -incluido Israel- con arsenales nucleares.
Como el acuerdo de los cinco del Consejo de Seguridad más Alemania (por la UE) suspendía las sanciones a Irán -tiempos de la presidencia de Obama- al ser consultado este ex presidente, manifestó: “Hay pocos asuntos más importantes para la seguridad de EEUU que la posible propagación de armas nucleares o la posibilidad de una guerra aún más destructiva en Medio Oriente. La decisión de hoy de poner en riesgo el Plan de Acción Integral Conjunto es un grave error”. En igual sentido desde Moscú el gobierno de Rusia, manifestándose decepcionado del accionar de Trump. En rigor, los EEUU traicionaron a los otros países del CS y a la representante de la UE, Alemania. Y, naturalmente, a Irán. Una bofetada que llevaba implícita la encumbrada potestad que se atribuía, unilateralmente, el país del presidente Trump. Y todo por determinación absolutista del multimillonario devenido en su máxima autoridad.
Observación iraní
El presidente de Irán, Hassan Rouhani, dijo en ese tiempo (2018) que Estados Unidos no cumplió con sus compromisos internacionales bajo el Plan de Acción Conjunto y Completo. En televisión desde Teherán, Rouhani agregó que no era un acuerdo bilateral entre los Estados Unidos e Irán. Precisó enfáticamente su naturaleza de “acuerdo internacional y multilateral” respaldado, nada menos, que por el Consejo de Seguridad de la ONU. Fue una muy larga elaboración (comenzó en 2015) obligada por la naturaleza del asunto y por la particularidad notoria de la República Islámica de Irán que culminó con un tratado de semejante factura por el objetivo perseguido y por el peso de los estados participantes. Sólo leer la fórmula 5+1 para comprender el impacto entre los dirigentes iraníes y los socios en el tratado: Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania (UE).
El “otro” Trump
Ensoberbecido el personaje, ahora en su segundo mandato “revolucionario” en EEUU. Y en el mundo, cabe agregar. Quien borró a su país de un tratado con Irán (por energía nuclear) ahora, sin rubor de ninguna naturaleza o estirpe, obliga a ese mismo país a suscribir un tratado sobre la mismísima materia. Cuando en los análisis sopesamos esas conductas de Trump o de Netanyahu, se nos cuestiona, a veces, como inadecuadas, cuasi ofensivas desde el punto de vista periodístico. Ocurre, con frecuencia en crecimiento, que esos personajes de la política mundial nos “dan letra”. Ellos, haciendo, diciendo o callando.
Breve sobre Netanyahu
Es sabido que los dirigentes de Irán tienen en la mira a Israel. Y a su “desaparición”. Desembozadamente lo expresan. Inaceptable como política de un estado miembro de ONU, al igual que Israel. Aquí cabe explicitar el asombro frente a la actitud pasiva de ONU. ¿No hay herramientas en una ONU octogenaria para corregir semejante “vocación” de Irán por hacer desaparecer a Israel? Entonces, que Israel continúe con su gestión de asesinato de los científicos nucleare iraníes ya parece una cuestión natural. Pero, digámoslo: una situación propia de “banda de malhechores” en pugna por sobresalir.
Netanyahu clamó por venganza contra Hamas el mismo fatídico 7 de octubre de 2023. Su gestión bélica en la franja de Gaza tiene contundencia apocalíptica, no de acción militar contra un adversario en armas, en una guerra asimétrica. Hamas, esa creación alentada por Israel en un tiempo para erosionar la potencialidad política de la OLP, la de Arafat, se le volvió en contra, abiertamente.
Ya lo señalamos como muy significativo; Netanyahu, ese “primer ministro del 7 de octubre” ni renunció ni fue depuesto –su mérito es permanecer, pese a todo, porque es su necesidad. A la vuelta de la esquina le aguarda el juicio por corrupción, congelado por la guerra. Su extensión temporal sine qua non es el escudo de indemnidad del primer ministro. La “guerra larga” es una cuasi garantía procesal para el señor Netanyahu ante los tribunales de justicia de Israel.
En resumen, el pésimo actuar de Trump abandonando un extraordinario acuerdo nuclear -nada menos que con Irán (en 2018) que pretende imponerlo, siete años después, amenazando al régimen iraní con violencias militares y financieras. Mayúscula torpeza.
Y Netanyahu, conocedor como pocos de las amenazas de Irán, fustigó duramente el acuerdo nuclear de los 5+1 iniciado en 2015. Y ahora, a 1.586 km en línea recta desde Jerusalén, bombardea sitios nucleares de Irán.
Del argentino Grossi
Director general de la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica): “La situación es “profundamente preocupante”. Bajo ninguna circunstancia, las instalaciones nucleares deben ser objeto de ataques ya que esto puede poner en riesgo tanto a la población como al medio ambiente”.






















