PARTE DE LA MUESTRA. Se exhiben seis trabajos del maestro Lajos Szalay y otros tantos de su discípulo, Aurelio Salas.
Con la exposición “Dos líneas maestras” la Facultad de Artes puso de relieve la obra del maestro Lajos Szalay y de su discípulo, Aurelio Salas. Sazlay enseñó dibujo en el Instituto Superior de Artes de la UNT entre 1948 y 1956, cuando tuvo que partir cesanteado bajo la dictadura de Pedro Aramburu, a Nueva York (en 1961). Lajos Szalay (vivió entre 1909 y 1995) marcó sus huellas en esta provincia en lo que se conoce como “edad de oro” de las artes plásticas (mediados del siglo pasado).
Ayer se realizó un homenaje al dibujante húngaro, presidido por el embajador de Hungría. Peter Kveck, acompañado por el subsecretario de Estado de Asuntos Exteriores, Peter Szilágyi. Ambos pusieron una placa conmemorativa en la zona exterior de la biblioteca de la facultad.
Peter Szilágyi ponderó la presencia del artista en el norte argentino y resumió que Szalay “dibujó, enseñó y sembró, pero siempre con el espíritu húngaro muy marcado”.
El subsecretario recordó la famosa frase de Picasso (antes lo había hecho ya la decana de la Facultad de Artes, Silvia Agüero) La delegación de la embajada aseguró que la visita a la provincia sólo estaba motivada por el homenaje a Szalay, y que no estaba prevista ninguna reunión con las autoridades de la provincia.
Luego de observar la muestra en el SUM (Salón de Usos Múltiples) en la que se exhiben seis trabajos de Szalay y otros tantos de Salas (una de la colección), los visitantes no hicieron contacto con la prensa.
Dos curiosidades: ninguno de los dibujos del húngaro pertenecen a la Facultad de Artes (son obras prestadas por coleccionistas), pero además se ha ubicado una pintura con un retrato de Eva Duarte, que fue encargada por el Rectorado de la UNT en 1952 (en esa época la máxima autoridad era Horacio Descole). Esa pintura fue prestada por el gremio Apunt (los no docentes) a la que pertenece. Ante tanta línea y composición en blanco y negro, los colores de Evita llaman la atención.
CURIOSIDAD. El embajador húngaro, Peter Kveck, observa una pintura con un retrato de Eva Duarte.
Hay trabajos relevantes que el público podrá ver y mirar, como “Horseman” (1949), “La familia” (1971) y “Perfil” (sin fecha). Se trata de una exposición apta tanto para estudiantes como profesionales. Pero el óleo de Eva Duarte de Perón atrapó todas las miradas.
Las líneas, sobre todo
En 2021, en el Centro Cultural Rougés se expusieron 22 de sus dibujos. Cuando se comienza a estudiar en las escuelas o academias, los docentes enseñan que el dibujo está en la base de todo arte. Y sí, es la representación y se lo halla en el grabado o la pintura, la escultura o el diseño. “¿No es acaso un dibujo en el espacio una coreografía o cualquier puesta en escena?”, escribió este periodista en ese momento.
Szalay tuvo un reconocimiento tardío en el país, en el que vivió durante 10 años. Sus trabajos más difundidos visibilizan los horrores de la guerra en la que participó; esos son los que se exhibieron en 2012 en el Museo Sívori (Buenos Aires) como parte de una muestra de la Fundación Kovács-Gabor, y en 2019, en el mismo lugar. Carlos Alonso, formado en aquella cátedra, describe en uno de sus textos de memorias: “De Szalay siempre recuerdo cómo nos enseñaba a combatir nuestros amaneramientos y nuestros hábitos. Mientras Spilimbergo enseñaba el dibujo académico, Szalay enseñaba a quebrar la línea”.
Cuando llegó a esta ciudad trabajó con Lorenzo Domínguez, Pompeyo Audivert, Víctor Rebuffo y el mismo Spilimbergo. Y siempre se recuerdan las palabras atribuidas a Pablo Picasso: “Después de mí, es el mejor dibujante del mundo”.
El discípulo
Sixto Aurelio Salas (1924-1993 fue maestro y se formó con Juan María Belcuore, Francisco Ramoneda, Lino Spilimbergo y Lajos Szalay. Fue ilustrador de LA GACETA por casi cuatro décadas. Obtuvo numerosos premios, además de distinciones en salones nacionales y provinciales. Las obras de Salas dan cuenta de un período concreto de la historia argentina que, con sus abigarradas líneas supo expresar; su dibujo fue denso y enigmático, en constante juego de luces y sombras. Las líneas de Salas son verdaderas construcciones: funcionan a modo de una red que atrapa, separa, contiene, enreda, forma, informa a los protagonistas de esta tierra que tan bien conoció el artista; con una profunda carga dramática y trágica, y en la línea del más crítico expresionismo.



















