EN GIRA NACIONAL. Turf estará esta noche en el Palacio de los Deportes del parque 9 de Julio, con el mismo show que ofrecieron en Buenos Aires.
Con hits como “Pasos al costado”, “Loco un poco”, “Magia blanca” y “Yo no me quiero casar, ¿y usted?” Turf conquistó a un gran sector del público, bien que su música siempre estuvo calificada como rock- pop y con una gran dosis de humor.
Turf, que encara una gira nacional, se presentará desde las 21 en el Palacio de los Deportes y promete repasar y reinterpretar sus clásicos cuyas letras todos sus fans conocen de memoria.
La banda liderada por Joaquín Levinton se presentó en abril en el Teatro Gran Rex con su fusión de melodías pegadizas y letras irónicas y presentando su show “Polvo de Estrellas”.
El grupo se formó a mediados de la década del 90 y se caracterizó desde sus inicios por tener un sonido del clásico rock de los años 70, con claras influencias del britpop e indie pop. Al respecto de la actualidad del grupo reflexionaron que: “Somos los mismos cinco y aprendimos un par de trucos más, somos mejor que antes”, contestaron Levinton, Fernando Caloia, Leandro Lopatín, Nicolás Ottavianelli y Carlos Tapia. “Loco un poco”, el hit que marcó a toda una generación en 2001 ahora renació en versión 2025 con la voz y el magnetismo de Lali Espósito, bajo la producción de Ale Sergi.
Este año lanzaron “Quieren rock” y “Magia Blanca”. Y “Loco un poco”, con Lali y “Magia Blanca”, también con Conociendo Rusia. “Turf es nuestro karaoke eterno”, responden a una pregunta de LA GACETA.
- ¿Qué significa Turf hoy para ustedes, casi 30 años después de su formación?
- Turf hoy es como una pizza con ananá: no sabés si está bien o mal, pero te la morfás igual porque es una fiesta. Es nuestro parque de diversiones, nuestro circo sin leones, nuestro karaoke eterno donde seguimos siendo esos pibes que arrancaron en el ‘95, pero ahora con más ojeras y menos pelo (bueno, algunos, ¿eh?). Es como si fuéramos Peter Pan, pero con riffs de guitarra y un toque de olor a nafta del under porteño. Turf es el abrazo de un amigo borracho que te canta “Loco un poco” en la cara mientras se le cae el choripán. Después de casi 30 años, seguimos siendo una secta rockera que junta a los que cantaban “Casanova” en los ‘90 con los pendejos que nos descubren en Spotify y piensan que somos re vintage. Renacimiento (2023) es como nuestro manifiesto: ¡seguimos vivos, seguimos locos.
- ¿Cómo definirían el sonido de Turf hoy?
- Nuestro sonido es como si metieras a los Rolling Stones, los Backstreet Boys y un DJ de Ibiza en una batidora, le des una patada y le enchufes un amplificador Marshall. Es rock ‘n’ roll con más groove que un patín en una pista de hielo, estribillos pop que te pegan como un chicle en el pelo y un toque de locura electrónica que te hace sentir como si estuvieras bailando en un ovni.
-¿Qué cambió desde “Una pila de vida”?
- ¡Puf, todo, pero seguimos siendo los mismos locos, boludo! Una pila de vida (1997) era como tirar un petardo en un gallinero: puro caos, puro nervio, puro “vamos a romperla aunque no sepamos bien cómo”. Éramos unos pendejos con ganas de comernos el mundo, tocando “Crónica TV” como si fuera el himno de una revolución de pibes en ojotas. Teníamos a Charly García tirándonos magia en “Despiole generacional”, y eso era como si Superman te prestara la capa. Desde entonces, pasamos por separaciones, regresos, peleas, abrazos y más giras que un circo itinerante. La pandemia nos dio un sopapo, nos hizo extrañar los escenarios como locos, pero seguimos tocando “Casanova” como si fuera el último tema del planeta. Cambió el envase, pero el jugo sigue siendo el mismo: ¡Turf es una joda que no para! Así estamos y así estaremos en el escenario.
- ¿Siempre mezclaron rock con pop y humor. ¿Esa ironía fue una decisión estética o algo natural?
- Ja, el humor es como mi segundo nombre, loco! No es que nos sentamos a decir: “Che, hagamos letras irónicas para ser re cool”. ¡Na, eso nos sale más natural que rascarnos la panza después de un asado! Crecí en una casa donde el chiste era como el pan de la mesa, y cuando arrancamos Turf, la joda ya estaba en el ADN. El nombre “Una pila de vida” salió de chorear un slogan de pilas Duracell, ¡y en los ‘90 eso era más punk que pintarse el pelo de verde! Siempre pensamos que el rock sin humor es como un fernet sin Coca: no va. Letras como “Yo no me quiero casar, ¿y usted?” o “Gatitas y ratones” son como contarte un chiste en el medio de un pogo: te reís, saltás, y seguís cantando. Es nuestra forma de mirar la vida, como si estuviéramos en una sitcom dirigida por Tarantino, con Keith Richards como guionista y un estribillo que te pega en el medio del pecho. La ironía es nuestro superpoder, porque reírte de vos mismo es la clave para no terminar llorando en un rincón. Así que, brother, Turf es una nave espacial que no aterriza nunca, una joda que no termina, un pogo eterno. Venite a un show, traé un casco por si te pega un riff en la cabeza, cantá hasta quedarte sin voz y reíte como si no hubiera mañana. ¡Aguante Turf, carajo!























