La nevada de 1920: el invierno que transformó a Tucumán en una postal patagónica

Fotografías, crónicas antiguas y versos de poetas reconstruyen la imagen más insólita que dejó ese invierno en la provincia.

30 Junio 2025

"Se poblaron las calles y se saboreó el placer de caminar bajo la nieve". Así lo describió un cronista de LA GACETA hace más de un siglo. Fue el 12 de julio de 1920, cuando San Miguel de Tucumán despertó completamente cubierto por la nieve, en lo que hasta hoy sigue siendo una de las postales más insólitas de nuestra historia climática.

La nevada fue tan inesperada como intensa. No hay registros anteriores -ni escritos ni orales- que mencionen un fenómeno similar durante la época colonial o el siglo XIX. Aquel 1920 fue, según lo documentado, la primera nevada que cubrió por completo a la capital tucumana.

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Las imágenes, publicadas por nuestro diario en su momento y recopiladas años después en el libro Tucumán en Fotos de Carlos Páez de la Torre, muestran una ciudad enmudecida por la sorpresa. Una capital desdibujada bajo el blanco.

“El cronista estaba enamorado del momento. Escribió como si estuviera describiendo un sueño”, señaló en LG Play Guillermo Monti, que leyó en voz alta la crónica: “Millones de tersas manos se frotaron gozosas con bolas de nieve con la fruición que podría proporcionarles un jabón de delicado perfume”.

La nevada de 1920: el invierno que transformó a Tucumán en una postal patagónica

¿Puede volver a pasar?

Aunque nevadas en los alrededores no son imposibles -como en 2010, cuando nevó en Tafí Viejo y otras zonas altas-, los expertos coinciden en que una nevada como la de 1920 en el centro mismo de San Miguel de Tucumán es un fenómeno extremadamente raro. 

Las condiciones que la permitieron fueron excepcionales: una ola polar más potente de lo habitual, una atmósfera saturada de humedad y una ciudad aún mucho más verde y menos urbanizada que la actual.

La nevada de 1920: el invierno que transformó a Tucumán en una postal patagónica

La nevada no solo inspiró cronistas, sino también poetas. Manuel Lizondo Borda y Luis Castro dedicaron versos al evento, atrapados por la magia de ver su ciudad transformada en un paisaje patagónico.

“Hoy, mientras sufrimos el frío y soñamos con estufas encendidas, es inevitable preguntarse si alguna vez volveremos a ver algo así”, reflexionó Monti. 

“Quizás no esta semana, quizás no este invierno. Pero ¿quién dice? Tal vez en otro julio futuro, otras ‘tersas manos’ jueguen con bolas de nieve en pleno centro tucumano, como en aquella mañana irreal de 1920”.

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