Cine y letras: un poema puede impactar más que una sangrienta masacre de zombis

“Boots”, de Rudyard Kipling y leído hace más de 100 años, conmueve en “Exterminio: la evolución”.

LA PELÍCULA. Dirigida por Danny Boyle y con guión de Alex Garland. LA PELÍCULA. Dirigida por Danny Boyle y con guión de Alex Garland.

Puede que la película guste, puede que no, pero la potencia de un poema inteligentemente insertado en la narrativa la lleva a otro plano. Y no es cualquier poema ni cualquier versión de su lectura la que incluyó Danny Boyle en “28 años después”, estrenada con el título de “Exterminio: la evolución”. Porque no son los infestados zombis que pululan por la distopía de Boyle lo realmente espeluznante, sino la voz del inolvidable Taylor Holmes recitando “Boots” (“Botas”) mientras padre e hijo se internan en territorio prohibido.

Primero, algo de la película. Se trata de la tercera entrega de una ¿franquicia?, precedida por “28 días después” y “28 semanas después”. Lo del absurdo título de “Exterminio” obedece al cambio que se hizo en Latinoamérica para “vender” la primera parte, seguramente sin calcular las secuelas que vendrían y el valor simbólico del 28. Será porque las distribuidoras siguen actuando como hace 80 años, ignorando que -internet mediante- el público se relaciona de otro modo con los productos culturales.

La historia se desarrolla en una Gran Bretaña infestada por una plaga de rabia, no muy distinta en sus efectos de la de “The walking dead”. El resto del mundo contuvo el brote, pero de Inglaterra y alrededores nadie ha salido en 28 años porque la cuarentena es absoluta. Lógico: en ese contexto las sociedades no van para adelante, sino muy para atrás.

Cuentan que a Boyle y al guionista Alex Garland se les aceleró el corazón cuando dieron con la versión original de “Boots” en la voz de Holmes. Usaron un fragmento del poema en el tráiler y el resultado fue tan impactante que lo calzaron completo en la película, tomándose una serie de licencias visuales para reforzar -por si hacía falta- su crescendo dramático. Y funciona, claro que sí. ¿Qué mejor para pintar una realidad devastadora y angustiante que el mantra escrito por Rudyard Kipling con el nombre de “Boots”?

Protagonistas

“He marchado seis semanas por el infierno y certifico/ no hay fuego, diablos, oscuridad, nada / sólo botas, botas, botas, botas, moviéndose arriba y abajo”, describe el poema. Kipling está hablando de las espantosas travesías que los soldados debían cubrir en Sudáfrica durante la Guerra de los Bóers. Allí había estado durante uno de sus incontables viajes y, testigo del horror, escribió varias piezas en homenaje a las tropas británicas que se desangraban en cada batalla.

Kipling (1865-1936) recibió el Premio Nobel de Literatura en 1907, cuatro años después de haber plublicado “Boots” en la colección “Las cinco naciones”. Pero fue en 1915 cuando el poema adquirió vuelo propio a partir de la grabación realizada por Taylor Holmes, al punto de que la lectura fue adoptada por las fuerzas armadas de Estados Unidos para los programas de entrenamiento de los soldados.

Holmes (1878-1959) inició su carrera en el teatro y brilló en Broadway, luego se convirtió en estrella del cine mudo y terminó trabajando en clásicos de Hollywood, sobre todo del policial negro, junto Tyrone Power, Víctor Mature y Robert Ryan. También actuó junto a Ingrid Bergman en “Juana de Arco” y a Marilyn Monroe en “Los caballeros las prefieren rubias”. Muy poco antes de morir puso su voz al servicio de la factoría Disney en “La bella durmiente”.

Claro que todo esto fue mucho después de aquella inspiradísima lectura de “Boots” que Holmes había dejado en su juventud. Con el audio limpio de impurezas, se la puede escuchar en YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=RNZ5qylG3qk). Conviene hacerlo con auriculares y sin interferencias externas. Es toda una experiencia.

“Aquellos que nunca han estado comprometidos en una guerra tienen una pequeña idea de sus peores horrores. Uno de los más terribles es la agonía impresa en la mente de los infantes durante las largas marchas”, dice Holmes en la introducción. Y advierte: los soldados llegan a enloquecer.

Luego, a medida que avanza en el poema, recitando siempre con la cadencia propia de una marcha por el corazón de las tinieblas, va liberando la voz con un poderío que eriza la piel. Holmes y “Boots” -o “Boots” y Holmes-, combinados, contagian toda esa alienación, un loop demencial que sólo puede conducir a un destino: la muerte.

La película de Danny Boyle es, cuanto menos, arriesgada. Viaja sin escalas del gore a la tierna intimidad madre-hijo. Hay terror clásico, nada que no se haya visto en un género tan transitado como el de zombis. Pero también hay ideas, buenas ideas, por ejemplo el uso de un poema, terrible y estremecedor como “Boots”, capaz de sobrecoger tanto como dos horas de sangre y tripas al desnudo.

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