Luis Miguel Rodríguez completó su última práctica con Atlético Tucumán. Analía Jaramillo/LA GACETA.
Eran las 10 de la mañana en el complejo José Salmoiraghi. Lucas Pusineri, Matías Villavicencio y Martín Wainer acomodaban los conos y colocaban distintos obstáculos en la cancha principal del predio. Los arqueros (Juan González, Tomás Durso, Patricio Albornoz y Enrique Maza) realizaban ejercicios de reflejos con distintas pelotas. Era un entrenamiento común y corriente, pero una duda perturbaba el clima: ¿qué pasaría con Luis Miguel Rodríguez? La tarde-noche anterior había estado marcada por rumores sobre su posible salida. El destino sería Colón, un grande de la Primera Nacional que atraviesa un momento crítico. Basta con recordar el último partido frente a Mitre, en el Cementerio de los Elefantes, donde los jugadores debieron ser escoltados por la Policía santafesina tras los incidentes con los hinchas.
El “Pulga” era ídolo en tierras "sabaleras", y los medios santafesinos ya daban por cerrado el acuerdo entre el jugador y el club. En Tucumán, sin embargo, la incertidumbre persistía. Rodríguez había llegado a mediados de 2024 y tenía contrato hasta fin de año. Era la voz de mando del grupo: el líder, el guía. Su partida no implicaría solo una baja futbolística; significaría la salida de una figura con peso propio. Un caudillo dentro y fuera de la cancha, que vivió todo con el “Decano”: desde el ascenso a la B Nacional en 2008 hasta la épica Copa Libertadores de 2018. Un camino lleno de alegrías, tristezas y vaivenes futbolísticos.
A las 10.15, los jugadores comenzaron a salir del vestuario rumbo al campo de juego. El “Pulga” era uno más. Minutos antes, incluso, se había sentado a desayunar con el resto del plantel. La idea era vivir un día más, sin grandes gestos ni euforias excesivas. Aun así, la posibilidad de que fuera su último entrenamiento atrajo a varios chicos de las inferiores, que se acercaron para ver la práctica del plantel profesional. Algunos espiaban a través de la tela plástica cercana a la cantina; otros, los que viven en la pensión, se sentaron junto a la esquina del córner.
Analía Jaramillo/LA GACETA.
El “Pulga” estaba feliz. Sonreía, hacía chistes y, como a lo largo de toda su carrera, buscaba el arco con insistencia. Probó con sablazos potentes, tiró alguna emboquillada y más de una vez le acertó al palo. En uno de sus acercamientos al córner, se detuvo junto a una conservadora y le ofreció una bebida isotónica a uno de los presentes.
El cierre del entrenamiento fue el momento de mayor emotividad. El plantel se reunió en círculo, el “Pulga” tomó la palabra y les dedicó unas palabras a sus compañeros. Luego los saludó uno por uno, incluido el cuerpo técnico, y se metió en el vestuario.
Mientras tanto, la familia de Mateo Lazarte llegó al predio con un banner que contaba su historia. Mateo es un niño de tres años diagnosticado con parálisis cerebral, epilepsia refractaria y displasia broncopulmonar. Sebastián Longo, miembro de la secretaría técnica, los recibió y se acercó a Pusineri para informarle sobre la situación. El DT accedió con amabilidad y grabó un video para concientizar sobre la causa.
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Minutos más tarde, apareció Guillermo “Bebe” Acosta, quien convocó a otros referentes del “Decano” para sumarse a la campaña solidaria. Así se acercaron Leandro Díaz, Mateo Coronel, Adrián Sánchez y, por supuesto, el “Pulga”, quien ya estaba vestido de civil con un buzo celeste y un jean. Después de unos minutos, el futbolista ingresó al comedor, compartió el momento con sus compañeros y accedió a una charla con LA GACETA.
“Todavía no hay una confirmación oficial, pero me dijeron que podría haber sido el último de esta etapa en Atlético. Son sentimientos encontrados. Le tengo mucho cariño al club, pero también me alegra haberlo visto este año desde que regresé. Ver cómo está todo hoy, después de haber arrancado desde el Argentino A, es muy emotivo”, fueron las primeras palabras del “Pulga”, antes de partir hacia la escribanía para firmar su desvinculación del “Decano”.
“Si me toca irme a Colón de Santa Fe, será a un lugar donde viví momentos inolvidables. Hoy Colón está en una situación complicada, y uno también busca jugar un poco más, tener más minutos. Lo que me motiva hoy es el desafío de buscar el ascenso nuevamente con Colón”, señaló.
Analía Jaramillo/LA GACETA.
El “Pulga”, de manera inevitable, hizo énfasis en cómo evolucionó el club: recordó aquellos años en los que las canchas no tenían alambrado que contuviera los pelotazos y las emociones vividas en ese lugar. No es para menos: hoy sería su última aparición con la vestimenta profesional de Atlético. “Cambiaron muchas cosas. Es una emoción muy grande ver al club como está: las instalaciones, las canchas, todo. Es una alegría enorme haberlo vivido. Pasé momentos difíciles y hoy vivo este presente del club, que es muy emotivo. Si tengo que partir nuevamente, será con dolor por dejar mi casa, pero sabiendo que siempre hice todo lo posible para que Atlético esté en lo más alto”, explicó.
Rodríguez, además, señaló que existen dos causas: el desafío de revertir la situación del “Sabalero” y la falta de minutos en el “Decano”. “Uno quiere jugar un poco más. Es solo una cuestión futbolística. En lo personal, no tengo nada que reprochar: ni con la dirigencia, ni con el cuerpo técnico, ni con los compañeros. Siempre hubo respeto de ambas partes. Colón está en una situación complicada, pero voy con la intención de colaborar, de aportar para que todo vuelva a la normalidad y el club pueda volver a Primera”, explicó.
El “Pulga”, más allá de esta decisión, tiene el corazón teñido de celeste y blanco, y anticipó que su despedida será con la camiseta del “Decano”. “Eso es lo que hablamos y lo que tengo en mente. Y será en el Monumental”, finalizó, siendo las últimas palabras de una leyenda del fútbol tucumano con la camiseta de Atlético.




















