A 35 años de la final entre Argentina y Alemania en Roma, el recuerdo de aquella tarde de julio de 1990 sigue latiendo con fuerza. No solo por el gol de penal que definió el Mundial, sino también por las jugadas que quedaron sin sanción y por las decisiones que aún hoy se debaten. Alemania levantó la Copa tras un tanto de Andreas Brehme, pero muchos siguen señalando una acción previa, ignorada por el árbitro Edgardo Codesal, que pudo haber cambiado el destino de ese partido.
Cuando corrían 78 minutos y el marcador seguía igualado, Gabriel Calderón recibió el balón dentro del área, encaró y fue derribado por Lothar Matthäus, quien arrastró su pierna de apoyo. El delantero cayó al piso, pero Codesal desestimó el contacto. La explicación fue simple: choque accidental. Sin embargo, con la tecnología actual, aquella jugada difícilmente habría pasado inadvertida. Con VAR y una revisión adecuada, el penal a favor de Argentina era más que probable.
El propio Calderón revivió esa acción hace poco. “Vi la jugada desde un ángulo que nunca había visto. ¡Fue penal! Le pido a Codesal, con todo respeto, que por una vez sea honesto y reconozca que se equivocó. Nos quitó la chance de ser campeones del mundo”. La bronca no sólo se sostiene en lo emocional. La evidencia, mirada desde el presente, habla de una infracción clara, imprudente, que interrumpe al atacante dentro del área.
Doce minutos después, la historia se escribió de otro modo. En una jugada dentro del área argentina, Rudi Völler cayó tras un contacto leve de Roberto Sensini y esta vez Codesal sí señaló penal. Gol. Alemania campeón. Durante años, Codesal defendió esa decisión diciendo “el defensor no toca el balón, aunque intenta jugarlo. Lo contacta con el muslo adelante y con el antebrazo sobre la cintura. Lo hace caer”. Sin embargo, tanto Matthäus como el propio Sensini coinciden en que no hubo falta clara.
La final que el VAR habría cambiado
En 1990, las reglas ponían el foco en la intención, no tanto en la acción. Si un defensor intentaba jugar el balón y no lo lograba por poco, no se sancionaba falta. Pero el caso de Calderón no fue un intento fallido: fue un contacto imprudente que interrumpió su avance. Hoy, con el reglamento actualizado, las decisiones se toman en base al impacto de la acción y su consecuencia. Por eso, la falta a Calderón sería penal. Y la de Sensini probablemente, no.
Italia 90 fue una final cerrada, con poco margen para errores. Argentina, con bajas importantes y una entrega enorme, resistió a una Alemania físicamente dominante. Lo que no hubo fue espacio para equivocaciones arbitrales, y Codesal se equivocó. No sólo por lo que cobró, sino por lo que ignoró. La roja a Dezotti, la falta a Calderón y una sensación generalizada de desequilibrio que sigue viva. Porque hay decisiones que, aunque pase el tiempo, siguen doliendo.




















