Cartas de lectores: Las caras de las realidades

09 Julio 2025

Desde hace varias décadas, el cotidiano milagro del obrero argentino era vivir trabajando de sol a sol, a todo pulmón, aportando con esperanza una parte de su salario -sus magros aportes jubilatorios-, para que cuando llegase el momento de la vejez pudiese gozar con tranquilidad de su merecida jubilación. Esa ilusión terminó siendo un mero sueño de juventud. Muchos ideólogos creyeron que para erradicar la pobreza había que hacer desaparecer a los pobres. Hoy los sueldos de los ancianos jubilados son paupérrimos. En el interior provincial, su obra social carece de médicos especialistas que los atiendan. El costo de los medicamentos se sigue multiplicando vertiginosamente. Desde mayo, las farmacias cortaron los suministros para aquellos jubilados que sufren de incontinencia, porque el Correo haría la provisión puerta a puerta. Ya van casi dos meses de espera. El tiempo, con su frío invernal, mostró la otra cara de la realidad, de quienes hablan del amor y dicen ayudar a los necesitados: sobraron los dedos de la mano para contarlos. El ego sigue viento en popa, politiqueando, gastando la plata del pueblo en jodas, mientras los ancianos viven solamente el presente. Y las pobres familias seguirán clamando a Dios que los proteja de estas realidades.

Pedro Pablo Castaño 

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