Pareceres II: La normalidad incluirá la inestabilidad

Pareceres II: La normalidad incluirá la inestabilidad

Debe entenderse como otro episodio del año electoral. De eso tratan, con seguridad en la mayoría de los casos, los proyectos aprobados el jueves en el Senado. Como mínimo, no puede esperarse sincera preocupación por los jubilados por parte de quienes aprobaron leyes que bajaron el valor real de sus haberes a la mitad, como vienen señalando los fallos judiciales de este año.

Al respecto, se debe tener cuidado con los números. No con los porcentajes sino con los valores absolutos. Por ejemplo, el haber mínimo, según datos del SIPA, en diciembre 2023 fue de 105.713 pesos. En junio 2025, de 304.724 sin bono. Subió 188 por ciento. El IPC en el mismo período, suponiendo un alza de dos por ciento en junio (se sabrá mañana), creció 152 por ciento. El mínimo le ganó a la inflación. Lo mismo el haber medio, que subió 205 por ciento (jubilación, 215), y el máximo, alza de 188 por ciento.

¿Cuál es el problema entonces? El monto. El haber mínimo más bono, 374.724 pesos, apenas supera la línea de pobreza, de 359.425 pesos a mayo 2025. La jubilación media está en 553.253 pesos. Y la comparación con el IPC toma los precios de los bienes que consume el promedio de la población, no los específicos del consumo de los pasivos, complicado por los cambios en los planes de medicamentos. Además, al cuarto trimestre de 2024 el 48 por ciento de los beneficiados percibía haberes iguales o menores a un haber mínimo y un 17 por ciento entre uno y dos mínimos. No se puede acusar al gobierno de destruir las jubilaciones, pero es cierto que la condición de los retirados es muy mala. Y eso es consecuencia de sistemas laboral y jubilatorio fallados, como surge de que el 37 por ciento de los trabajadores esté en negro y el 55 por ciento de los jubilados y pensionados lo sea por moratoria.

Ahora, otra cuestión de números es si se pueden cubrir los incrementos dispuestos. Al contrario del año pasado esta vez la norma sí prevé recursos, pero no está claro que alcancen. Un ejemplo es la eliminación de la exención del IVA para el pago de honorarios de directores de empresas. Suena de justicia, pero ahora las firmas sumarán a los honorarios lo que corresponda al IVA así lo paguen los gerentes y ese monto adicional les servirá de crédito fiscal para el IVA que les carguen a ellos cuando compren insumos. El tributo que antes abonaban las empresas ahora lo pagarán los directores. Sólo cambia quién hace el trámite.

Quienes apoyaron la ley sostuvieron que algo más se recaudará pues tal vez haya exceso de crédito fiscal, que no podrá descontarse, así como haya gastos en negro que no puedan compensarse. ¿Se confía en la ineficiencia del sistema? Poco serio, como ocurre con el impuesto País. Si es un anticipo del Impuesto a las Ganancias los pedidos de devolución deberían neutralizar la recaudación, aunque por su instrumentación resulta un préstamo al Estado. Sin embargo, recauda porque no todos piden la compensación, sea por comparar molestia del trámite con el monto a favor, sea porque evaden Ganancias. Se basa en los costos del contribuyente o en que la legalidad no funcione.

En parte por eso hay discrepancias entre impulsores y críticos de los proyectos. Los primeros hablan de una incidencia de gastos del 0,9 por ciento del PIB, los segundos de 2,5 por ciento. Es la diferencia entre mantener un superávit o pasar al déficit.

Lo expuesto es el tipo de cosas que amplía la volatilidad de algunas variables económicas. Cuando días atrás subía el precio del dólar se pensó que por el regreso de las retenciones a las exportaciones de granos las divisas habían ingresado masivamente en junio y ahora faltaban en julio. Pero probablemente no sea así. Las declaraciones son una cosa, las liquidaciones otra. Hasta el 21 de julio seguirán llegando dólares por exportaciones con menores retenciones. Más bien puede pensarse que hubo cobro de aguinaldo y eso incrementó la demanda por divisas y también que resurgió alguna especulación por final del carry trade.

La idea de este esquema es vender dólares y usar los pesos en colocaciones cuyo rendimiento sea mayor que la variación de la cotización de la divisa. En algún momento cobrar los pesos y con ellos comprar más dólares que los originales. Un problema es salir de los pesos mucho antes de que suba el tipo de cambio, el otro es salir tarde, cuando ya haya subido. Entonces, viendo que el kirchnerismo todavía tiene fuerza de vez en cuando hay aumentos de cotización que luego se calman, y el riesgo país sigue estancado. No porque el kirchnerismo combate la especulación financiera sino porque es explícita y probadamente irresponsable con las cuentas públicas y por eso muy pocos se animan a invertir en activos fijos. Todavía es preferible la liquidez.

Ese panorama complica todo. Un medio para intentar que las personas no corran hacia los dólares es una tasa de interés alta, que a su vez encarece el crédito. Que empeorará para las Pymes porque los proyectos del jueves eliminaron la exención de Ganancias a las compañías que aportan fondos de riesgo a las Sociedades de Garantía Recíproca que avalan los pedidos de las Pymes más pequeñas. O darán menos avales o se encarecerán.

No se trata sólo de disponer actualizaciones de haberes sino de procurar que sean sostenibles. La irresponsabilidad fiscal sólo trae problemas, inclusive para los supuestos beneficiarios de las decisiones. Viene al caso recordar que el primer gran aumento de deuda pública durante el gobierno de Carlos Menem fue el sinceramiento de la deuda previsional heredada de Raúl Alfonsín. Y también, más importante, que los montos a cobrar sean razonables. Para eso lo esencial son leyes laborales más modernas que permitan aumentar el número de aportantes y abandonar el sistema jubilatorio basado en el reparto.

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