¡Al gran caballo argentino, salud!

En la apertura de la Exposición Rural de Palermo 2025 se recordó a Gato y a Mancha, dos caballos criollos que entre 1925 y 1928 unieron Buenos Aires con Nueva York. El criollo es emblema de cultura y de tradición argentina. Su potencia, agilidad, velocidad y resistencia lo vuelven un aliado para el trabajo. Y su mansedumbre y lo hacen un compañero perfecto para el ocio y la recreación.

¡Al gran caballo argentino, salud!

La historia de los caballos criollos Gato y Mancha fue la protagonista durante la apertura de la Exposición Rural de Palermo 2025. Esto se debe a que se cumplieron los primeros 100 años del inicio de la travesía que unió Buenos Aires con Nueva York, una hazaña que posicionó al caballo criollo en el mundo.

En homenaje a la mayor gesta ecuestre de la historia argentina, dos caballos criollos -emulando a los legendarios Gato y Mancha- estuvieron presentes en Palermo, para ser parte del corte de cintas de la Exposición Rural 2025.

Como parte de las actividades que la Asociación de Criadores de Caballos Criollos (ACCC) viene llevando a cabo este año, al cumplirse el centenario del inicio de la travesía de más de 21.000 kilómetros que unió la Capital de la Argentina con la ciudad estadounidense de Nueva York, de esta presentación partriciparon autoridades del Gobierno nacional, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la Sociedad Rural Argentina, como así también representantes de la Mesa de Enlace.

Se trata de un hito nunca igualado en el mundo, que forjó el legado de nobleza, de resistencia y de fidelidad, que convirtió al caballo criollo en símbolo nacional de trascendencia global.

Esta raza fue desarrollada por Emilio Solanet, que no solo fue miembro fundador de la ACCC, sino que impulsó el reconocimiento de la raza y fijó un estándar morfológico que fue aprobado en 1922 por la Sociedad Rural Argentina.

Claudio Dowdall, presidente de la ACCC, se refirió a la impronta de Gato y Mancha en la historia de la entidad, destacando que Tschiffely y Solanet tuvieron la visión de mostrar el caballo al mundo. Fue una epopeya que hasta hoy no se ha podido superar. Es importante conmemorar ese momento que mostró al criollo a la sociedad plena. El criollo es el caballo argentino, es la marca país, y tenemos la obligación de seguir poniéndola en la vidriera para mostrar sus atributos.

Animal de excelencia

Trabajamos día a día para que el caballo criollo siga siendo un animal de excelencia y protagonista. Dowdall destacó que se trata de una asociación federal, con más de 850 eventos al año en la que participan más de 16.000 caballos. Eso hace que el caballo esté instalado en cada rincón del país generando arraigo, acercando a los más chicos, a las familias.

En 1925, el suizo Aimé Tschiffely, un maestro y aventurero afincado en la Argentina, decidió emprender una travesía a caballo sin precedentes: unir Buenos Aires y Nueva York, recorriendo todo el continente americano.

Sus compañeros de viaje fueron Gato (de pelaje gateado) y Mancha (overo), dos caballos criollos de la estancia El Cardal, de los hermanos Solanet, en Ayacucho, Buenos Aires.

Partieron el 23 de abril de 1925 desde el predio de Palermo de la Sociedad Rural Argentina y el 20 de septiembre de 1928, completaron su travesía de 21.500 kilómetros, desfilando por la 5ta. Avenida de la ciudad de Nueva York.

En los más de tres años de viaje, unieron 12 países (Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México y Estados Unidos) y enfrentaron todo tipo de terrenos -puna, selva, desierto y montaña. Incluso cruzaron los Andes, a más de 5.000 metros de altura.

La hazaña no solo posicionó al caballo criollo como símbolo de la Argentina, sino que la raza fue reconocida por instituciones científicas, militares y ecuestres de todo el mundo como una de las más resistentes y nobles.

La gesta de Gato y de Mancha fue, además, la plataforma de despegue de la raza criolla, cuyas características habían sido determinadas recién a principios del siglo XX, a pesar de que su origen se encuentra en los primeros caballos que trajeron los españoles con la conquista.

La consolidación del criollo a lo largo de los años fue refrendada el año pasado al recibir la denominación Marca País. Este atributo se sumó a los reconocimientos como Caballo Nacional y Patrimonio Cultural argentino, otorgados por el Senado de la Nación en 2017. Estos reconocimientos fortalecen la raza criolla como embajadora del país en el mundo.

El caballo criollo es mucho más que un animal de trabajo: es emblema de cultura, de deporte y de tradición argentina. Su potencia, agilidad, velocidad y resistencia lo convierten en aliado ideal tanto para el trabajo en el campo como para las disciplinas ecuestres. Además, su mansedumbre y docilidad lo vuelven un compañero perfecto para el ocio y la recreación, encarnando valores como la amistad y la vida en familia.

En tanto, es indudablemente un caballo federal, ya que se trata de la única raza equina presente en todas las provincias argentinas. Criado con criterios de selección genética exigentes, se ha adaptado a múltiples geografías y usos, desde las estancias patagónicas hasta los llanos del norte. Y, al mismo tiempo, brilla en las competencias funcionales más demandantes de la raza.

Tradición y modernidad conviven en cada paso del criollo, un caballo que, con cada galope, reafirma su lugar como el caballo argentino por excelencia.

En la Exposición Rural se celebró una historia muy atractiva, que resulta interesante recalcarla nuevamente.

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