PARA SOJA. Ensayos de un bioinsumo dieron hasta un 15% más de rinde.
Ante un numeroso público que participó del XXVIII° Taller de Variedad y Manejo de Soja, que organizó la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), Nadia Chalfoun, técnica de la Eeaoc-Itanoa difundió la plataforma de I+D en bioinsumos y sus desarrollos tecnológicos.
Chalfoun brindó una exposición detallada sobre esta plataforma para el manejo fitosanitario de cultivos de granos. “En la Eeaoc tenemos una plataforma de I+D de bioinsumos para el manejo fitosanitario de cultivos, formulados a partir de metabolitos de origen biológico, los cuales se basan sobre tecnologías de estimulación y protección de los cultivos”, destacó. Añadió, además, que la entidad agrocientífica está enfocada sobre dos tipos de bioinsumos.
“El primero son los bioinductores de la defensa vegetal, que activan la inmunidad de las plantas, y las vuelven más resistentes frente al ataque de patógenos e insectos”, detalló. Añadió que dentro de esta categoría se encuentra el bioinsumo PSP1 -comercializado con el nombre Howler-, un bioestimulante que protege contra enfermedades, plagas y estreses abióticos como sequía y salinidad. “Este producto activa una respuesta que no tiene penalización en el rendimiento de las plantas y se hereda a las siguientes generaciones”, explicó Chalfoun. PSP1 se comercializa en Argentina desde 2019 para soja, trigo y cebada, y este año amplió su registro a maíz y papa.
Agregó que el año pasado se empezó a comercializar una nueva formulación más concentrada bajo el nombre Taisei, que recientemente se registró en países como Ucrania, Ecuador y Perú.
“En sintonía con este desarrollo, actualmente estamos en la etapa final de formulación de un nuevo bioinsumo inductor de la defensa, de aplicación foliar, similar a Howler, pero diseñado específicamente para el cultivo de soja, a partir de microorganismos adaptados al cultivo. Ensayos a campo con el prototipo final indican que tiene una alta eficiencia de protección contra las enfermedades de fin de ciclo del cultivo, logrando respuestas de hasta un 15% de rendimiento”, precisó.
En segundo lugar, contó que están los biofungicidas, como el caso del PSP2, un extracto de origen vegetal que posee actividad antifúngica de amplio espectro frente a hongos patógenos de semilla, foliares y suelo. “Tenemos un prototipo para el control de enfermedades poscosecha de cítricos. Además, el bioinsumo PSP2 está siendo estudiado como fungicida curasemilla de soja en ensayos en condiciones controladas y de campo”, comentó.
Chalfoun destacó que PSP2 favorece la economía circular, ya que su principio activo está patentado internacionalmente en 25 países. “Se está tramitando su registro en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) y se está terminando de instalar una fábrica de producción en Tafí Viejo para abastecer a los productores locales”, subrayó.
“Esta gama de productos constituye una alternativa biológica que puede integrarse fácilmente como una práctica dentro del manejo fitosanitario sostenible para los cultivos”, concluyó la investigadora.





















