El enorme "diablo de polvo" que apareció en el desierto de Atacama
El viernes pasado, un colosal diablo de polvo apareció en el interior de la Región de Atacama. La sorpresa fue mayúscula para numerosos usuarios que, a través de redes sociales, compartieron videos de este gigantesco remolino de aire y polvo, cuya visibilidad a la distancia impactaba por su tamaño y poder.
El evento tuvo lugar en los alrededores de Copiapó, concretamente en la ruta hacia Los Loros, en una jornada donde los termómetros marcaban cerca de 30 °C. Estas circunstancias –elevado calor, terreno árido y cielos sin nubes– constituyen el caldo de cultivo perfecto para la emergencia de estos vórtices, frecuentes en las zonas desérticas como el desierto de Atacama.
Diablos de polvo en Atacama: ¿qué son y por qué son tan frecuentes?
Conocidos como dust devils o tolvaneras, los diablos de polvo son, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), "un conjunto de partículas de polvo o arena, a veces acompañadas de pequeños residuos, levantadas del suelo en forma de columna rotatoria de altura variable, de diámetro reducido y cuyo eje es aproximadamente vertical".
Es crucial no confundirlos con los tornados, ya que los diablos de polvo presentan diferencias significativas: su formación no requiere de nubes y se desarrollan preferentemente bajo cielos despejados. Son de menor escala, con diámetros que varían de 3 a 91 metros, y pueden alcanzar alturas de 150 a 300 metros. En los casos más intensos, los vientos dentro de estos vórtices pueden exceder los 90 km/h.
Del calor al remolino: ¿cuál es el Origen de los diablos de polvo?
Durante un día soleado, la radiación solar calienta el suelo con rapidez, lo que a su vez caldea el aire inmediatamente superior, volviéndolo más ligero. Cuando la brecha de temperatura entre el aire caliente del suelo y el aire más frío de las capas superiores es lo suficientemente grande, el aire caliente inicia un ascenso vigoroso.
A medida que el aire cálido asciende, genera un pequeño vacío a nivel del suelo, lo que se traduce en una zona de baja presión. Este "espacio" atrae el aire circundante, que se mueve hacia el centro para ocuparlo. Si este aire entrante tiene un mínimo de rotación, el flujo empieza a girar.
Este movimiento rotatorio se intensifica por el principio de conservación del momento angular (similar a cómo una patinadora acelera su giro al juntar los brazos), resultando en un remolino visible que arrastra polvo o arena.
En resumen, la receta para un diablo de polvo incluye: terreno caliente y seco, un cielo despejado, vientos ligeros y la disponibilidad de polvo o arena suelta.





















