Al querido lector Fernando Franco (carta “Argentina generosa”, 18/07, que aludía a la mía del 16/07), respetuosamente le contesto. Para empezar, le diré que viví en mi juventud casi cinco años en Buenos Aires, en casa de varios parientes que habían emigrado antes, instalándose en el partido de La Matanza, por Villa Soldati, Tapiales, Lugano, Madero, Laferrere y San Justo. Trabajé en las obras de ayudante de albañil, electricista y plomero, hasta que un tío, tucumano, me hizo entrar a una fábrica de pinturas. Jugué al futbol en el club Sacachispas; conocí casi todas las canchas de fútbol y recorrí las noches arrabaleras, con sus “piringundines”, tanguerías y cantinas de la Boca. Nuestra barra estaba integrada por primos provincianos, paraguayos, uruguayos y algunos gallegos o tanos, ni uno porteño del puerto (chuchetaje ), o bonaerense del otro lado de la General Paz (pobrerío). Siempre había rivalidad y algunas peleas, pues nos discriminaban, tratándonos de “gauchos cabecitas negras” o “ratas” o “cucas”; para ellos el mini Cabildo que dejaron en pie, donde se dio el primer grito de libertad, y el Obelisco son más importantes y emblemáticos que nuestra Casa Histórica donde se declaró la Independencia argentina. ¡Ah! Le cuento que de la coparticipación Federal nos hacen quedar una buena parte por pago del uso de tierra o peaje y por engrosar las villas miseria del conurbano bonaerense. Es decir que no viví en un termo; integré comisiones de organizaciones sociales. Creo que Macri, Fernández, Duhalde, Cristina y Milei no son del interior. ¿Le parece lógico y justo aceptar la chiquilinada del Presidente y la Vice que bochornosamente no concurrieron a los actos patrios? Eso es animosidad y antipatía. Nuestro país es una Argentina generosa, pero a este desprecio no lo debemos callar ni aceptar; los tucumanos orgullosamente somos así.
Francisco Amable Díaz
Franciscoamablediaz@gmail.com





















