Sumándome a la interesante cadena de cartas de lectores de LA GACETA, que asumieron con pasión la defensa de sus miradas sobre si la Argentina del Centenario, era por entonces una Potencia o un Peón en el tablero de la geopolítica Mundial, término ajedrecista utilizado por el Lector Daniel Campi en su carta del 20/07 y que produjera la reacción del Lector Luis Ovidio Pérez Cleip en la suya, el día 27/07, exponiendo supuestas contradicciones en las que habría incurrido Campi. De los festejos por el Centenario, en 1910, el lector Pérez Cleip pondera el hecho de la presencia Internacional de diversos ámbitos (política, diplomática, científica y cultural), que se dieron cita en la parisina ciudad de Buenos Aires, que eligió frutilla del postre para homenajear a tamañas celebridades: una función lírica en el esplendoroso Teatro Colón. Continúa su locuaz defensa de la Argentina agrícola ganadera del Centenario, con otra singular lectura de la historia anglosajona, indicando que EEUU heredó de Inglaterra su industria y sus instituciones, mientras nosotros (la Argentina), tuvimos que crear todo desde cero. No comparto en absoluto con su interpretación de la historia, Sr. Pérez Cleip, por lo siguiente: 1) La Argentina de 1910 tenía potencialidad (que no es lo mismo a ser potencia), siempre y cuando la ostentosa y escandalosa concentración de la riqueza en manos de las familias patricias de la oligarquía pampeana y de las de algunas familias en feudos del centro, NOA y NEA del país, se volcara al resto del raquítico y empobrecido territorio nacional, en desarrollo industrial e infraestructura. 2) EEUU no heredó ni instituciones ni el know how de la incipiente industria británica. Las colonias optaron por el sistema republicano y no por el monárquico y, por otro lado, EEUU prosperó justamente por hacer todo lo contrario a lo que Inglaterra exigía a toda América: decidió producir valor agregado y no solo materias primas. 3) La “Argentina industrial” que comenzó a orientar su potencialidad a la posibilidad de ser potencia, comenzó con el presidente Hipólito Yrigoyen (se escribe así y no Irigoyen, como lo hizo en su carta) y continuó con el presidente Juan D. Perón, lo que dio lugar a que ese imperialismo anglosajón con su mano de obra oligarca y militar dieras los golpes de Estado de 1930 y 1955, para concluir con la destrucción del país industrial, soberano y con movilidad social ascendente, mediante las dictaduras de 1966 y 1976. Luego de Yrigoyen y Perón y, antes de la última dictadura de 1976, la República Argentina tenía mayor producción Industrial que Brasil y mayor PBI per cápita, además de estar prácticamente libre de endeudamiento externo. Nuestra historia no está llena de contradicciones, Sr. Pérez Cleip, sino de falsedades impuestas por una historia oficial que adoctrina sistemáticamente.
Javier Ernesto Guardia Bosñak
Javierucr1970@gmail.com





















