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La baja de las retenciones al agro constituye una solución puntual para un determinado sector. El agro necesita mejorar su productividad y, por ende, la competitividad, con el fin de generar más divisas para, así, reforzar las reservas del Banco Central. Pero detrás de ese anuncio del presidente, Javier Milei, hay otras cuestiones pendientes. Por un lado, un apuntalamiento de la actividad. Por otro, pero complemento de aquel, está la mejora del poder adquisitivo de la sociedad que, hasta el momento, ha venido soportando el ajuste de la motosierra liberal. “La economía, es el tema, en un país al que le cuesta crecer, que atraviesa una crisis de ingresos sin precedentes”, advierte el reciente informe de Zuban Córdoba y Asociados. Según la consultora, para entender lo que pasa -y lo que podría pasar- en el tablero político, primero hay que mirar lo que está pasando en la billetera de los argentinos. En ese aspecto, la consultora ha relevado que a seis de cada 10 argentinos le cuesta llegar a fines de mes con el ingreso que cuentan en este momento.
“El 65,1% dice que su situación económica personal empeoró en los últimos seis meses, el 54,2% afirma que no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas y más del 50% siente miedo de perder su trabajo o sus ingresos por las políticas del gobierno de Milei. Y solo el 14,7% logra ahorrar algo a fin de mes. El resto, gasta todo o se endeuda”, detalla Zuban Córdoba y Asociados, respecto de los resultados del sondeo federal. Esto no es solo un síntoma económico, es una señal política, porque cuando la plata no alcanza el humor social cambia, y con él también cambian el contexto y las condiciones de gobernabilidad. Según la consultora, la pregunta ya no es si la economía influye en la política, sino cuán rápido la deteriora. “Los datos muestran que quizás, y solo quizás, el relato del ajuste virtuoso está agotando su crédito simbólico: el 64,8% cree que Milei está profundizando la desigualdad social, y un 58,3% considera probable que el malestar económico escale a protestas sociales o cacerolazos. El bolsillo es el nuevo termómetro del descontento”, sintetiza. La baja de la inflación es una condición necesaria para evaluar la performance de cualquier gobierno, pero los últimos meses demuestran que no es suficiente. Los argentinos empiezan a mostrar preocupación por sus ingresos y la lentitud de la recuperación de los salarios, indica a LA GACETA Gustavo Córdoba, analista y director de la consultora.
Seguir el pulso de la economía será vital para determinar cómo sigue la potencialidad electoral tanto del gobierno como de la oposición; no es el único factor que erosiona la aprobación del gobierno, pero es uno de los que más peso tienen.
"El bolsillo es el nuevo termómetro del descontento. La baja de la inflación es condición necesaria, pero no suficiente". Gustavo Córdoba, director de Zuban Córdoba y Asociados
La Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública, de la Universidad de San Andrés, va en el mismo sentido que la anterior. El nivel de satisfacción con la marcha general de las cosas durante julio es del 37%. Un 61% está insatisfecho. Al mismo tiempo transcurrido de gobierno, la satisfacción con la marcha general de las cosas se encuentra por debajo de Mauricio Macri (37%) y por encima de Alberto Fernández (11%), indica el reporte dirigido por el politólogo Diego Reynoso. Para los entrevistados los principales problemas son la bajos salarios (36%), la inseguridad (32%) y la falta de trabajo (32%). Problemas como las epidemias y las enfermedades (0%), el transporte (1%), la inmigración (2%), la policía (2%), las villas de miserias (2%) y el cambio climático (2%) cuentan con una menor cantidad de votos. Otros problemas como los políticos (27%), la corrupción (27%), la educación (17%) y la salud (17%) se ubican al medio.
"Retrospectivamente la gente percibe que la situación empeoró (46%) y, prospectivamente, que empeorará (39%)". Diego Reynoso, director de encuesta de la Universidad San Andrés
La percepción de la situación global y personal comparada con un año atrás (retrospectiva), indican que para el 46% la situación empeoró y para el 31% la situación mejoró. Esto se ve enfatizado con la situación personal, que para un 49% empeoró, y un 16% indica que su situación personal mejoró. En este sentido, hay una percepción negativa tanto personal como colectiva, indica el diagnóstico académico. Prospectivamente (como cree que la situación estará dentro de un año), el 36% cree que el país estará mejor y el 39% cree que la situación empeorará. En cuanto a su situación personal, el 30% cree que mejorará y el 36% que empeorará.
A menor ritmo
Según Invecq Consultora Económica, la desaceleración económica se profundiza. La recuperación iniciada a mediados de 2024 se interrumpió en febrero de este año. A partir de marzo -mes previo a la salida parcial del “cepo” cambiario-, la economía argentina comenzó a mostrar signos de estancamiento, con una desaceleración en el ritmo de crecimiento (ejemplo: se estancaron los salarios, el crédito crece pero a una menor velocidad, etc.), apunta el reporte de la consultora dirigida por el economista Esteban Domecq. Asimismo, los primeros indicadores correspondientes a junio apuntan a una continuidad de esta tendencia, y en julio es probable que la reciente volatilidad en las tasas, sumada al elevado costo de financiamiento en términos reales, haya afectado negativamente a distintos sectores, acota.
Desde una perspectiva sectorial, se mantiene la dinámica de diferentes velocidades. Algunos sectores traccionando con fuerza, aunque con una moderación en el ritmo de crecimiento. Otros, vinculados al consumo interno, evidencian una salida lenta de la recesión. Y, por último, actividades como el turismo receptivo y la ocupación hotelera continúan en una situación claramente recesiva.
"La economía comenzó a mostrar signos de estancamiento en marzo, con una desaceleración en el ritmo de crecimiento". Esteban Domecq, director de Invecq Consultora Económica
De cara al cierre del año, Invecq mantiene nuestra proyección de suba del 5% del PBI para 2025, una previsión que tiene consenso en el mercado. Sin embargo, advierte, este número está fuertemente influenciado por el efecto arrastre estadístico de la segunda mitad de 2024 y del impulso observado en los primeros meses del año. Así, la economía cerraría el año en niveles similares a los de fines de 2024, por lo que el crecimiento restante requerido para alcanzar el 5% proyectado sería de alrededor de 1%. Domecq señala que, para quebrar la inercia de estancamiento, será imprescindible que en los próximos meses se consolide la estabilización macroeconómica y se impulse una nueva fase de reformas estructurales -previsional, tributaria, laboral y fiscal- que doten al país de una mayor productividad y capacidad de crecimiento sostenido.






















