Cartas de lectores: quema de cañaverales

01 Agosto 2025

Quemar 54.000 hectáreas de cañaverales durante la zafra 2024 no puede reducirse a una “chicana”, como afirma el lector Santiago Paz-Brühl (La Gaceta, 29 de julio de 2025). La quema de caña, especialmente cuando se produce una combustión incompleta, libera no solo material particulado, sino también una mezcla de gases altamente irritantes y nocivos: anhídrido carbónico, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, metano y compuestos orgánicos volátiles no metánicos (Covnm, entre otros. Todos ellos tienen efectos comprobados sobre la salud de las personas que viven en las cercanías de las zonas de quema. Y ni siquiera he entrado en detalles sobre la generación de dioxinas y furanos, sustancias altamente tóxicas que también se producen durante estas quemas, tal como lo evidenció un estudio realizado en Araracuara (Brasil), que el señor Paz-Brühl quizás también considere una “chicana”. Mientras escribimos estas líneas, más de 700 focos de incendio se han registrado en el mes de julio. La preocupación no proviene de intereses sectoriales sino de una legítima inquietud social: un ciudadano tucumano que habita cerca de un cañaveral quema respira entre 5 y 7 litros de aire por minuto -es decir, más de 550 litros de oxígeno al día-. ¿Cuánto de ese aire está contaminado con gases tóxicos y partículas en suspensión? ¿Qué consecuencias tiene esto en su salud inmediata y a corto plazo? Cuando finalmente  calculemos el costo social de esta contaminación, las sorpresas serán mayúsculas. Si las recomendaciones de la OMS resultan incómodas, podemos guiarnos por las de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.), la Agencia Europea de Medio Ambiente o incluso las normas ambientales vigentes en la Argentina. En cualquiera de esos marcos regulatorios, la situación actual de Tucumán está muy por fuera de lo aceptable. Calificar de “chicana” estas advertencias equivale a descalificar todo el trabajo científico y normativo que emana de universidades, organismos internacionales y entidades técnicas, incluyendo el mismo organismo científico del cual el señor Paz-Brühl es asesor. Para resolver un problema, primero hay que reconocerlo. Una vez reconocido, existen herramientas legales y técnicas para avanzar hacia soluciones reales, como lo establece la Ley General del Ambiente: principios de progresividad, mejora continua, reducción de residuos y valorización de subproductos, entre otros. En este sentido, el Programa de Producción Más Limpia (P+L), que impulsé e logré instalar en Tucumán, con el auspicio del Banco Mundial, Nación e industriales locales, ofrece un camino concreto para reducir la contaminación sin afectar la producción. Negar el problema o minimizarlo solo nos aleja de las soluciones.

Juan A. González

San Juan 158 - Lules

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