Esta es la cantidad de tucumanos que, según la gaceta del 14/07, necesitan ayuda estatal para cubrir sus necesidades alimenticias. ¡Sencillamente una inmensa tristeza, a la par de una verdadera vergüenza! Y sin duda, la lastimosa consecuencia de más de un cuarto de siglo de gobiernos peronistas manejando la provincia. Justamente, el partido de la justicia social y el defensor de los humildes, que gobernó todos los mandatos -salvo el del general Antonio Bussi- termina siendo el directo y único culpable de la decadencia social, de un tercio de los tucumanos. ¡Y encima, lo muestra como un logro de la gestión! Ahora, no queremos escuchar, con esa extraordinaria capacidad que tiene el peronismo para buscar culpas ajenas, que fue el Gobierno nacional de fulano o mengano: de los últimos 42 años, en 27 estuvo un “compañero” o una “compañera” en Balcarce 50. Es más, si tomamos cualquier provincia al azar, salvo feudos nefastos como Formosa o Santiago del Estero, ninguna tiene este nivel de necesidades, que obligan a sus habitantes a “mendigar” la tan mentada ayuda social. Y esta es la oprobiosa pobreza estructural que se transmite de generación en generación, por falta de oportunidades y de condiciones para salir de ella: fundamentalmente, educación y trabajo. Y da lugar al clientelar “Estado presente”, que aparenta estar para ayudar, pero en lugar de ello se vale de la humillante dependencia de los necesitados, para condicionarlos y para someterlos a las ambiciones políticas de una mediocre y paradójicamente millonaria dirigencia. Y el combo se completa con el absoluto retraso que muestra la provincia, que alguna vez supo ser el faro de la región: sin rutas ni caminos en condiciones destacables, con escuelas ardientes en verano y heladas en invierno, con puentes que se caen a la menor contingencia, con la mitad de su fuerza laboral trabajando sin aportes ni cobertura médica, con poca o ninguna oportunidad laboral para las nuevas generaciones, y con una dirigencia enquistada en el poder, que impide cualquier alternancia y sin ninguna transparencia en el manejo de los fondos públicos. Así está latente la sensación de que si no tuviéramos nuestro solar patrio de la Independencia nadie se tomaría la molestia de visitar la provincia. Y como triste colofón, todo esto es increíblemente avalado, elección tras elección, por los mismos tucumanos que sufren esta tragedia.
Ricardo Rearte
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