El 30 de julio de 1980 el Gobierno militar destruyó los Ferrocarriles, sobre todo al Ferrocarril Belgrano y, por ende, los Talleres de Tafí Viejo fueron cerrados. Ese rectángulo de 21 hectáreas de superficie y que divide en dos a la ciudad de Tafí Viejo, quedaron expuestas al robo de sus maquinarias e instalaciones y aún está en estado deplorable. En mi libro, editado en marzo de 2018, “Los Talleres de Tafí Viejo y su entorno (una mirada diferente)”, expongo el comentario que dejó el escritor Raúl Scalabrini Ortiz cuando los visitó: “Su aspecto general nos muestra una dilatada muralla que encierra el vasto conjunto de los Talleres y los espacios destinados a las maniobras de los trenes, portadores de materiales y combustibles, así también de los sitios donde momentáneamente se estacionan las locomotoras, los coches y los vagones que han de ser reparados, Dentro de este inmenso cuadrilátero, tanto en los interiores de los galpones como en los espacios libres, cuando ya había sonado la hora del trabajo, todo era movimiento y ruidos ensordecedores. Locomotoras que van y vienen constantemente; enormes grúas levantando pesos inconcebibles; gigantescos martillos golpeando sin cesar; prensas hidráulicas cuyas potencias llenan de pavor los sentidos; centenares de tornos, acepilladoras, perforadoras y grandes hornos que rugen sin cesar, como lobos furiosos, en su afán diabólico de domeñar, moldear, agujerear y hasta romper gruesas piezas de acero, hierro o cobre; carros colgantes transportadores, llevando por los aires, como si fueran pajareras, las más grandes máquinas; miles de obreros que se activan en múltiples y diversas labores; uno en las fraguas, dándole duro al hierro candente, que brilla rojo y blanco, venciéndolo a fuerza de golpes de martillo; otros metidos en las calderas, o sobre ellas, martillando con tanta precisión; los más, atendiendo sus respectivas máquinas que producen alaridos de fieras. El todo es una colmena humana en total actividad, poblada de rumores continuados, fatigantes, ensordecedores, que llenan el ambiente de los Talleres. La entrada y salida de los obreros es un espectáculo importante. Un tren destinado al transporte de los trabajadores, corre diariamente entre San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo”. Lamentablemente, este enamorado y escritor de los FFCC argentinos ignoró que estos talleres, los más grandes de América en su especialidad, no llegaron a dar trabajo a tres generaciones; solo funcionaron 73 años, y muchos de los descendientes de las 20 etnias que vivieron y trabajaron en ellos como pioneros, debieron buscar nuevos horizontes. Y yo, miembro del Movimiento de Renovación y Cambio del Partido Radical, traje al Dr. Raúl Ricardo Alfonsín allá por 1982, cuando recorría el país en campaña interna, contra Fernando de la Rúa y de Luis León, para que conociera lo que habían hecho con los Talleres. Y él se comprometió a reabrirlos. Ni bien ganó la Presidencia, viajamos tres personas a recordarle su promesa. Y entonces ordenó la reparación de un sector de Los Talleres y la compra de herramientas y materiales, más la incorporación de 360 cesanteados. Llegando así al 03 de agosto de 1984 cuando los Talleres fueron reabiertos ante la mayor multitud de personas que se recuerde en Tafí Viejo. El presidente Menem los volvió a cerrar.
Enrique Julio Ortega
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