CARAS LARGAS. El plantel "santo" se retira del estadio Abel Sastre, tras la derrota contra Deportivo Madryn. Foto de Maxiliano Jonas/ ESPECIAL PARA LA GACETA.
Darío Sand volvió a mostrar por qué es una pieza fundamental para San Martín. Con atajadas decisivas, mano a mano ganados y un penal detenido, fue el muro que evitó que la derrota fuera aún más abultada. Pero ni su esfuerzo ni su talento pudieron suplir las múltiples falencias que mostró el equipo en todas sus líneas. Un arquero, por más figura que sea, no puede hacer todo solo. Y en esta ocasión quedó claro que la pizarra que Mariano Campodónico había diseñado para esta suerte de final anticipada contra Deportivo Madryn se borró en apenas unos minutos, desdibujada por un rival que leyó con precisión las debilidades del “Santo”.
Desde el pitazo inicial, Madryn impuso un juego vertical, directo y efectivo. San Martín, sin circuito ni ideas claras, sufrió en la mitad de la cancha, en donde Nicolás Castro, Jesús Soraire y Matías García no lograron controlar ni asociarse para darle fluidez al equipo. La pegada de Germán Rivero, la velocidad de Nazareno Solís y la movilidad de Diego Crego sometieron a un mediocampo que quedó muy lejos de su mejor versión.
En defensa, las carencias fueron evidentes. Federico Murillo intentó ser un arma por las bandas, pero Hernán Zuliani no estuvo a la altura: desconectado, impreciso y con muchas dudas para marcar.
La dupla central, que había dado seguridad contra River, esta vez fue una sombra. Mauro Osores no pudo con la potencia de Luis Silba y cometió una falta infantil que le costó una tarjeta amarilla. Por su parte, Guillermo Rodríguez acumuló errores groseros que terminaron facilitando los goles de Madryn.
Los constantes avances de Recalde, Solís y Crego generaron un desgaste constante y profundas grietas en la última línea.
En medio de este panorama adverso, el esfuerzo y nivel de Sand fue lo único que mantuvo al equipo a flote. Sus atajadas evitaron una derrota mayor, pero quedó claro que ni siquiera un arquero con su experiencia puede tapar todas las fallas colectivas. San Martín necesita urgentemente recuperar solidez y juego porque, si no, ningún Sand podrá evitar resultados adversos como este.
Los errores en defensa no sólo fueron visibles en el juego abierto, sino también en las pelotas paradas. Un centro de Solís permitió a Silba ganar con comodidad y habilitar a Rivero para el 1-0. Luego, dos fallos consecutivos de Rodríguez facilitaron los goles de Silba y Crego que sellaron la derrota.
En ataque, la ausencia de asociaciones claras y la falta de peso ofensivo fueron evidentes. Juan Cruz Esquivel, que reemplazó a Franco García, tuvo escasa incidencia y sólo generó un remate sin peligro.
Martín Pino descontó con un buen gol tras asistencia de Juan Cuevas, pero ni eso alcanzó para cambiar el destino del partido.
El esquema 4-1-4-1 de Campodónico mostró leves mejoras con la entrada de Cuevas, pero la carencia de circuitos definidos y la fragilidad defensiva marcaron el partido.
Los cambios realizados en el segundo tiempo -con ingresos de Tiago Peñalba, Ulises Vera, Franco Quiroz y Aaron Spetale- no alcanzaron para revertir la imagen de un equipo desordenado y falto de ideas, muy similar a lo visto en Salta contra Gimnasia y Tiro cuando Ariel Martos aún dirigía.
El resultado final, un duro 3-1 en el “Abel Sastre”, aleja a San Martín de la cima y obliga a repensar el camino si el equipo quiere pelear por el ascenso.
El correntino fue la figura de un San Martín, que no encontró juego
La figura de Sand fue el único punto alto, pero quedó claro que un arquero solo no puede cargar con el peso de un equipo que hoy mostró demasiadas debilidades.
El partido dejó en evidencia que San Martín todavía está lejos de encontrar la regularidad necesaria para ser un candidato firme.
La desconexión entre líneas, la falta de cohesión en el mediocampo y las imprecisiones en defensa son problemas que no pueden seguir repitiéndose. La presión de jugar partidos claves no puede ser una excusa para perder identidad ni confianza.
Además, la responsabilidad también recae en el cuerpo técnico para ajustar el funcionamiento y buscar alternativas que potencien al equipo. No alcanza con que el arquero responda; es fundamental que el equipo entero recupere la solidaridad, la intensidad y la claridad para crear juego y defenderse con eficacia, esa misma que mostró contra el “Millonario”.
San Martín debe aprender de esta derrota, levantar la cabeza y trabajar para que esta pizarra que hoy se borró, pueda volver a escribirse con firmeza en las próximas fechas.























