Esos 117 aventureros -graduados de médico en el exterior- que pretendieron burlarse del país por medio de escandalosas trampas en el examen de ingreso a las Becas de Residencia y Perfeccionamiento deben ser castigados de manera ejemplar, como un delito duramente punible. La generosidad que ofrecemos al mundo, a pesar de nuestras carencias, fue interpretada como estupidez por los 117 candidatos extranjeros que se atrevieron a burlarse de la prueba escrita de admisión, trampeando con apoyo informático. Debemos reconocer y apreciar la seriedad y responsabilidad con que actuó el jurado para descubrir la tramposa jugada y dar por tierra con el engaño y el atrevimiento. Estos candidatos han demostrado no estar capacitados para ejercer el título ya logrado, pues la medicina exige seriedad e integridad moral. De otro modo, serán perfectos farsantes en medio de esta noble profesión.
Darío Albornoz
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