Ante la desfachatez de funcionarios públicos elegidos por el voto popular de postularse como candidatos testimoniales en la provincia de Buenos Aires para las elecciones de septiembre; además, el rumor que en estas tierras un encumbrado jefe de la política podría hacer lo mismo, surge una pregunta medio tontita, ¿Cuál es el respeto y el valor al voto que los puso en esos lugares? Sé que, la casta indescifrable que se hace llamar políticos, dirá que nada legalmente les impide la postulación, como se escucha en defensa en los diferentes medios televisivos nacionales, y que aparentemente también es el deseo de los seguidores locales para que esté a la cabeza de la lista. Basta muchachos, todos los que están ocupando cargos electivos recibieron un voto personal único y universal para una función específica en el Estado, representándonos; postularse nuevamente para, supuestamente, ocupar un nuevo cargo electivo, con su presencia en la lista, es lisa y llanamente una extorsión al votante, les guste o no. Más a sabiendas de antemano que no asumirán, es una doble extorsión al voto, porque capaz que el que se ubica tercero o cuarto en la lista no es del agrado de los votantes y asumirá con ventaja, por la baja del cabeza de lista. Si en 42 años continuados de democracia seguimos sin tener un horizonte claro y firme, este tipo de prácticas viciosas la sigue paulatinamente degradando. Sería interesante que para medirse realmente por fuera de las encuestas pagadas, cualquier postulante visite una intendencia a elección, pero que los medios de comunicación locales informen una hora antes que estará dando sus propuestas -un tema para otra carta- en la plaza principal de la localidad, pero que el aparato no intervenga y deje que realmente la gente asista de voluntad propia. Me parece que realmente verá el valor que tiene su presencia con la poca, capaz que me equivoco, asistencia de ciudadanos. De continuar con esta mirada y práctica de la “política”, sería bueno que saquen, para este tipo de elecciones de medio término, la obligatoriedad de asistir a votar, porque los nuevos elegidos solo responderan al mandamás de turno. En fin, es una mirada muy personal.
Manuel Antonio Sepúlveda
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