Se publicó en este diario un buen artículo respecto de locales vacíos en la “Ciudad Jardín”. Y días atrás por este mismo medio se anunciaba la culminación de la elaboración del nuevo Código de Planeamiento. “Pusieron el candado en la puerta del Convento de Santa Clara después del robo”. Este viejo dicho describe con ironía lo que ya sucedió y sigue sucediendo desde una década que el rol del intendente fue cedido a lo que se denominan desarrolladores inmobiliarios, cuyas “inversiones” en viviendas colectivas (edificios de más de tres pisos), countries, barrios cerrados, centros comerciales, clínicas, consultorios, gastronomía, supermercados, mercados y mercaditos, sin que el propósito principal sea su ocupación y uso. Todos estos emprendimientos inmobiliarios se construyeron sin tener en cuenta ordenanzas; se aplicó en forma indiscrecional la ley de Propiedad Horizontal, como si tiraran dados sobre la superficie de Yerba Buena. Ni hablar de la circulación peatonal -no hay veredas en la ciudad-, la circulación vehicular, estacionamiento, bicisendas... Sin planificación, caos por donde se lo mire; solo funciona el cepo tercerizado. Si nos paramos en el mástil se puede ver con claridad hacia el cerro, el cual está pelado hasta la mitad, por el peligroso avance urbano. ¡La “Ciudad Jardín” no existe! El Casco Viejo desapareció. La motosierra funcionó como la de Milei, con la tala de árboles en el cerro -también en la avenida Aconquija-. Es indiscriminada y depende del edificio o complejo que se ejecute. Ya los servicios de agua, de cloacas y de distribución eléctrica están colapsados. No hay obras hídricas para prevenir aluviones, no hay canales de desagüe suficientes de acuerdo al crecimiento indiscriminado de superficie construida. No se exigen plantas de tratamiento de líquidos cloacales en los countries y barrios cerrados; tampoco provisión de agua potable independiente de la red existente. Sé de la capacidad intelectual d e la arquitecta que estuvo al frente de la elaboración de un nuevo Código de Planeamiento Urbano. No era que Yerba Buena no lo tuviera: no lo respetaron, y se permitieron construcciones de todo tipo y función sin compromiso ni control. Más temprano que tarde no solo habrá locales vacíos; no habrá zonas residenciales con viviendas particulares, entre medianeras con seis metros de jardín adelante, con cercas con el 60% abierto, sin muros ciegos y altos. El “sueño divino” terminó para los vecinos de Yerba Buena
Ángel Logusso
alogusso@hotmail.com















