Vladimir el grande no se conformará con un territorio del oeste de Ucrania. Putin quiere hacer renacer a la gran URSS, aunque no necesita más territorio. La NATO se engolosinó con la caída del muro de Berlín, pensó que nunca más Rusia sería un peligro para Europa. Además Europa se respaldó en exceso en EEUU, un socio que ahora es muy poco confiable, tanto para sus aliados como para los propios norteamericanos. El gran Vladimir huele a sangre. Huele a una norteamérica en decadencia social y económica. Con un líder imprevisible, mucho más eficaz como empresario inmobiliario. Este Estados Unidos es la decepción de Occidente con medidas económicas excesivas o delirantes y una actitud rara con Putin que está acusado de criminal de guerra y se abraza a un imprevisible Trump. Ucrania no puede ceder territorio; sería el comienzo de la destrucción de Europa y, como sabemos, los franceses, británicos y alemanes, están acostumbrados a que el esfuerzo lo haga el Pentágono. Los rusos ya han perdido un millón de soldados y los ucranianos una cifra similar. El único acuerdo debería ser entre Rusia y Ucrania, países con familias en común, lenguaje similar y religión. Deberían acordar la reconstrucción. Europa debe poner un freno a su soberbia, a su pretensión de rodear a Rusia de países aliados. No sería mala idea integrar Rusia a Europa. Si se pudo integrar a Alemania, después del desastre de la segunda guerra mundial y 50 millones de muertos, ¿Por qué no Rusia? Equilibren la balanza y basta de muertes inútiles.
Esteban Tortarolo
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