LA FIGURA. Franco Armani se lució durante el partido y en la definición de los penales.
River Plate volvió a demostrar que en la Copa Libertadores no hay partidos fáciles y que muchas veces el carácter termina siendo tan importante como el juego. En los octavos de final ante Libertad de Paraguay, el equipo de Marcelo Gallardo padeció más de la cuenta en un Monumental cargado de nervios, pero terminó festejando en la definición por penales gracias a la seguridad de Franco Armani.
El partido comenzó con intensidad. A los 3 minutos, Giuliano Galoppo probó a Martín Silva con un disparo desde la puerta del área, pero el arquero respondió sin inconvenientes. Libertad contestó rápido y a los 12 minutos casi se pone en ventaja: Hugo Fernández remató dentro del área y Lucas Martínez Quarta salvó sobre la línea, despejando al córner. La tensión se instalaba temprano.
El “Millonario” intentaba con Ignacio Fernández, que a los 23 minutos remató sin fuerza a las manos del arquero. El desahogo llegó a los 29, con una jugada elaborada: un pase preciso de Marcos Acuña buscó a Facundo Colidio, que definió al travesaño. En el rebote, Sebastián Driussi se anticipó de cabeza y marcó el 1-0, encendiendo la ilusión.
Sin embargo, la alegría duró poco. A los 42’ Robert Rojas se elevó en un córner y con un cabezazo letal silenció al Monumental para el 1-1. La famosa “ley del ex” se cumplía en Núñez y el equipo del “Muñeco” se fue al descanso entre silbidos de su gente, que reclamaba mayor actitud.
El complemento arrancó con un golpe inesperado: a los 7’, Galoppo recibió la segunda amonestación y dejó al “Millo” con 10 jugadores. Desde allí, la noche se transformó en un sufrimiento constante. Armani tuvo que multiplicarse para sostener a su equipo. A los 10 minutos, tapó un tiro cruzado de Gustavo Aguilar; a los 28, ahogó el grito de Lorenzo Melgarejo en un mano a mano; a los 31, voló para desviar un remate desde afuera del área; y a los 44, volvió a salvar con un cabezazo a quemarropa.
Libertad desperdició sus chances y River llegó a los penales con vida. Allí apareció el temple de los de Gallardo y, sobre todo, la figura de Armani. “Nacho” Fernández, Miguel Borja y Martínez Quarta convirtieron sus remates. En cambio, para los paraguayos apenas anotó Diego Viera. Jorge Recalde y Ernesto Caballero fallaron, mientras que el “Pulpo” contuvo el disparo de Marcelo Fernández. El 3-1 desde los 12 pasos decretó la clasificación del conjunto de Núñez.
Con la emoción a flor de piel, Gonzalo Montiel valoró la entrega del grupo: “Fue un partido muy duro. Se nos hizo cuesta arriba con un hombre menos, pero lo importante era clasificar y lo conseguimos. Este equipo tiene personalidad y nunca baja los brazos”.
Por su parte, Armani, héroe de la noche, destacó la resiliencia del plantel, “Es una emoción muy linda. Libertad es un rival aguerrido, que se hizo fuerte con la pelota parada. Nosotros dejamos todo, aunque sabemos que tenemos que mejorar. En la Copa los partidos se definen por detalles”, sentenció.
La clasificación vuelve a poner a River entre los ocho mejores del continente. No fue una actuación brillante, pero sí un ejemplo de carácter y resistencia en una competencia que siempre exige al límite. Ahora, el desafío será mayúsculo: Palmeiras de Brasil, uno de los grandes candidatos, se interpone en el camino.
El Monumental vivió una noche de angustia y desahogo. River sufrió, pero avanzó, y sigue soñando con la Copa que lo obsesiona. El duelo con Palmeiras promete ser otra batalla inolvidable: allí el “Millonario” tendrá que demostrar que, aún en las noches más difíciles, su espíritu copero siempre encuentra el camino.





















