Las imágenes del paisaje electoral en Tucumán están definidas. Los protagonistas de la contienda de octubre ya están en la escena y se acerca la médula del año electoral. Las decisiones sobre los candidatos y los armados de los espacios no implican, sin embargo, que todo esté dicho ni que esta campaña vaya a desarrollarse de manera lineal. La época proselitista será corta y, hasta aquí, se prevé cuanto menos intensa. Probablemente demasiado.
A sólo 65 días de la contienda nacional y a dos semanas de la bonaerense, la dirigencia de todos los espacios está mirando directamente hacia Buenos Aires y, más específicamente, hacia la Casa Rosada.
Tras semanas de tensión por los vaivenes políticos en el Congreso por asuntos socialmente sensibles, estalló el escándalo de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). La versión involucra a un funcionario -ahora ex- cercano al Presidente, que menciona en diversos audios filtrados pedidos de coima en su organismo y alude directamente a Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem.
El caso, que ya está en la Justicia, es un eslabón más de una seguidilla de episodios cuanto menos dudosos que mantienen a distintos miembros del Gobierno bajo la lupa como el del fentanilo contaminado, el de la criptomoneda $Libra o el de las valijas sin control aduanero, entre otros.
La gran incógnita por estas horas es cómo prosperará y qué impacto podría tener en las urnas. Sobre todo, si el escenario dirigencial se mantiene virtualmente dividido entre promileísmo o antimileísmo. La mitad de la política nacional grita corrupción y la otra mitad, operación e internas.
Los sectores afines esperan por una reacción oficial contundente que aclare o condene. Confían en que Milei podrá sobreponerse a las acusaciones contra su entorno más cercano y en que revertirá la situación. Mientras, los contendientes están en una etapa de regodeo. Miembros de la política “tradicional”, de diversas vertientes ideológicas, atraviesan un halo de revancha ante la crisis que atraviesan quienes azuzaron y capitalizaron el discurso contra su clase.
De las certezas a los cambios
Durante la primera tanda de meses de este año, encuestadores y dirigentes avezados en el análisis político venían marcando proyecciones muy favorables para La Libertad Avanza (LLA). El partido del presidente Javier Milei se percibía por el resto de las fuerzas como una especie de “cuco” electoral que podía pintar de violeta gran parte del país. Los sondeos sostenían que, pese a las políticas de ajuste en diversas áreas y las dificultades económicas, el espacio conservaba una porción sustancial del electorado que lo había consagrado en 2023. La estabilización en la inflación y el ordenamiento de algunas áreas era destacado por propios y ajenos.
Las estrategias de los frentes más numerosos de Tucumán tuvieron la influencia de estos sondeos. El caso más representativo es el de la alianza en el peronismo. El gobernador Osvaldo Jaldo se vio obligado a negociar con la rama antimileísta del justicialismo local que estuvo a punto de competir como Fuerza Patria.
Las encuestas señalaban que si no se unían, el oficialismo corría el riesgo de empatar o perder contra LLA. Por otro lado, en el caso de Unidos por Tucumán, que lleva al diputado radical Roberto Sánchez a la cabeza, determinó que la nómina tuviese una impronta de más juventud que las habituales. La idea sería captar parte de la ciudadanía joven que fue clave para el triunfo de los libertarios en el país apostando al concejal José María Canelada, Micaela Viña y a la dirigente universitaria Milagro Celiz, entre otros.
Pero las que parecían certezas en los números comenzaron a desdibujarse, siempre según los estudios de opinión. Los más recientes, de distintas consultoras, con los que cuentan referentes de estos dos armados dan cuenta de una caída leve pero progresiva de LLA en las consideraciones. Hasta esos momentos, los motivos estaban ligados al rumbo de la economía, el empleo y a la confrontación generada por asuntos relacionados con diversos sectores, como el universitario o el de las personas con discapacidad.
Otro síntoma notorio de esto se trasluce en los discursos de los dos cabezas de lista. El gobernador Jaldo viene endureciendo su postura en relación a la Nación, con la que mantenía un “dialoguismo” cercano. Si bien cierto viraje estaba previsto para la campaña, está siendo más pronunciado. De hecho, los diputados y senadores tucumanos que le responden vienen votando con la oposición. El conductor del espacio viene subiendo el tono con el paso de las semanas.
Sánchez, asimismo, también ha sentado posturas más duras verbales y con sus votos sobre los vetos que apuntan a temáticas candentes en la Cámara Baja.
Calendario corto
El PJ entró de lleno en modo campaña, recorriendo el territorio y con la agenda repleta de actos, incluso los fines de semana. Consideran que llevan ventaja por dos motivos: lograron la unidad y la oposición está dispersa.
Ayer, Jaldo, Juan Manzur, Miguel Acevedo, Gladys Medina, Rossana Chahla compartieron actividades en diversos puntos, en la Capital y el interior. Mientras, otros candidatos, como Elia Fernández, estuvo en Famaillá en una actividad organizada por Sandra Mendoza y José Orellana.
La estrategia es dividirse para poder alcanzar la mayor cantidad de ciudades y pueblos en el tiempo que queda. Están haciendo especial hincapié en las capacitaciones sobre la nueva modalidad de votación, la Boleta Única de Papel (BUP). Quedan pendientes algunas reuniones para afinar los discursos y coordinar las acciones.
Las invitaciones que Manzur viene realizando a diversas figuras no pasan inadvertidas en el jaldismo y esto viene generando algún ruido entre los espacios que confluyen en el frente. Las caras largas, las sonrisas incómodas y los codazos, dicen, abundan en los eventos.
En ese contexto también llamaron la atención las pintadas del PJS, el partido de Germán Alfaro y Beatriz Ávila, que se unió a Primero Tucumán. La militancia de esa línea decidió pintar sólo el nombre del frente y el apellido “Jaldo” en paredes de San Miguel de Tucumán. No es del todo sorpresivo, porque la inclusión del alfarismo en el oficialismo provincial había sido internamente muy cuestionada, principalmente por miembros del manzurismo y del kirchnerismo.
En la Casa de Gobierno esperan con especial atención los comicios de Buenos Aires, porque concentra casi la mitad de los votantes del país y porque será un termómetro fundamental para saber si el peronismo podrá o no terminar de reorganizarse finalmente tras el mazazo de las últimas presidenciales y, a la vez, de levantar los aplazos de su propio electorado.
En los despachos del poder se comentó el último informe de la consultora Zubán Córdoba que menciona que el antimileísmo ya supera al antiperonismo como fenómeno social.
En Unidos por Tucumán, que reúne al radicalismo y al ex alfarismo, también están en marcha. Tienen previstos encuentros en los próximos días con representantes de colegios profesionales por cuestiones que tienen que ver con la realidad nacional como el fentanilo y los derechos de las personas con discapacidad. También tenderán lazos con sectores empresarios, industriales y del campo, que vienen reclamando mejoras a la Nación.
Las campañas siempre fueron efervescentes en la provincia y puede que en esta oportunidad lo sea aún más. Si LLA sigue perdiendo terreno o si logra recuperar el impulso inicial será lo que condicione discursos y posiciones. Las imágenes del paisaje electoral en Tucumán están definidas, pero esto no implica que todo esté dicho.
























