El tiempo deshoja calendarios con fechas de acontecimientos inolvidables llenos de sueños, ilusiones, esperanzas de miles de familias que crecieron viviendo sobre esta bendita tierra de la eterna primavera, multiplicándose por los distintos caminos compartiendo lo bueno, lo malo, lo feo, antes la ansiada alegría de la vida que es el amor de Dios. En este siglo XXI globalizado, materializado con IA, los sentimientos de la sociedad consumidora, empobrecida, está olvidándose de los niños, quienes son los frutos del amor, de nuestros ancianos, experiencias de vida. Desde hace más de una década nuestra democracia es manejada por el libertinaje de la “dedocracia”, deteriorando al socio político económico, situación aprovechada por el capitalismo salvaje que sangra los bolsillos y genera retroceso en las clases sociales y decaen la salud y la educación y se margina el futuro de los jóvenes egresados. Ni hablar de los diplomados; la precariedad laboral se vistió de negro, creció la inseguridad urbana y se hermanaron las mentiras con la verdad; la vejez palpó en crudo las angustiosas humillaciones. Con estas situaciones retrocedemos a siglos pasados. Creo que es hora de decir basta; recuperemos al amor por la vida, tratemos de ser y de hacer felices.
Pedro Pablo Castaño
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