REGRESO. Zuliani volvió a ser titular por la banda izquierda. Foto de Matías Napoli Escalero/Especial para LA GACETA.
Los torneos largos suelen jugarse como una maratón: cada tramo exige resistencia, pero en el sprint final no hay lugar para errores. San Martín llegó al “Malvinas Argentinas” sabiendo que debía acelerar el paso para acercarse a la cima, aunque el empate sin goles frente a All Boys lo dejó con la sensación de haber tropezado en el momento menos indicado. En una Primera Nacional que entra en su etapa decisiva, cada punto perdido pesa el doble, y lo que ayer fue un cero en la red hoy se transforma en una carga difícil de sobrellevar.
El empate sin goles frente a All Boys dejó al “Santo” con 44 unidades, detrás de Deportivo Madryn, líder con 50, y Atlanta, que con 47 se consolidó como escolta. La cuenta es sencilla: restan seis fechas para el cierre del torneo y San Martín quedó a seis puntos de la cima. Matemáticamente las posibilidades existen, pero la realidad marca que el margen de error es mínimo. Cualquier traspié podría costarle la chance de pelear por la final al primer ascenso y lo obligaría a pensar únicamente en asegurar su lugar en el Reducido.
La necesidad era clara: tras los triunfos de los rivales directos, San Martín debía ganar sí o sí para recortar diferencias. Lo más curioso es que oportunidades no faltaron, pero no hubo claridad para aprovechar los espacios que dejó un All Boys que por momentos mostró flaquezas defensivas.
Mariano Campodónico, condicionado por la baja de Juan Cruz Esquivel, decidió modificar el esquema y apostó por un 4-4-2 que en varias fases del partido mutaba a un 4-3-3. Con esta disposición, Hernán Zuliani regresó al lateral izquierdo y Aníbal Paz fue adelantado para cumplir funciones de volante. La intención era darle equilibrio al mediocampo y amplitud al ataque, aunque el resultado final no acompañó las expectativas.
Por su parte, el All Boys de Aníbal Biggeri plantó un 4-5-1 que congestionó la zona central. Esa propuesta le permitió cortar circuitos, pero al mismo tiempo dejó enormes espacios en el retroceso. Especialmente cuando Hernán Grana y Alejo Rodríguez se proyectaban con insistencia, generando huecos que San Martín no siempre supo leer ni aprovechar con la precisión necesaria.
Dentro de ese contexto, Franco García fue el más incisivo en la ofensiva. Tuvo dos chances claras, una de ellas en el segundo tiempo, cuando exigió a Roberto Ramírez con un remate que pudo haber cambiado la historia. No obstante, sus intentos no alcanzaron para quebrar el cero y el conjunto de Bolívar y Pellegrini terminó frustrado. El propio Juan Cuevas, figura clave en la creación, estuvo controlado en la primera mitad por la férrea marca de Julián Ceballos y Gustavo Turraca. Solo en el complemento logró soltarse un poco más y empezó a generar juego, aunque sin eficacia en la definición.
Los cambios llegaron recién en la segunda parte. Campodónico envió a la cancha a Gonzalo Rodríguez, Leonardo Monje, Nahuel Cainelli y Mauro González, buscando variantes ofensivas para alterar el rumbo del encuentro. Sin embargo, el ingreso de sangre fresca no modificó la inercia de un equipo que tuvo espacios, pero falló en la distribución y tomó caminos equivocados en los metros finales.
Defensivamente, San Martín casi no pasó sobresaltos. Darío Sand respondió cada vez que fue exigido y resolvió con seguridad, aunque el rival tampoco lo comprometió demasiado. El cero en el arco propio fue un punto positivo, pero el déficit estuvo en la falta de contundencia en ataque.
Lo que se viene para San Martín
El balance final muestra a un San Martín que dejó escapar una oportunidad de oro para seguir prendido bien arriba. El empate no lo saca de la pelea, pero sí le marca un límite claro: ya no tiene margen de error.
Con 18 puntos en juego y seis de diferencia con el líder, necesita encadenar victorias consecutivas y esperar algún tropiezo de los de arriba para mantener viva la ilusión.
Ahora el desafío inmediato será cambiar el chip rápidamente. El domingo lo espera Arsenal, un duelo en el que deberá salir con decisión a buscar los tres puntos para no seguir resignando terreno.
Si bien el objetivo primario es la final, la primera parada será asegurar un lugar en los puestos de privilegio del Reducido. Y para eso, ganar en La Ciudadela se vuelve una obligación.






















